LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







12 agosto 2018

50 ANIVERSARIO DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DEL 68


Recordamos con admiración y respeto a quienes han participado a lo largo de los años en movimientos sociales y políticos: campesinos, obreros, estudiantes, maestros, médicos, ferrocarrileros, y defensores de derechos humanos y de otras causas. Aquí destaco la participación de los jóvenes del 68

Andrés López Obrador

Los activistas surgidos del Movimiento Popular Estudiantil de 1968 en el IPN. Somos un colectivo sin líderes, sin jerarquías, horizontal. Somos los que no nos rendimos: los que volanteamos, pintamos bardas y camiones, los que nos volcamos a los barrios proletarios y a las zonas fabriles, los que levantamos barricadas y nos enfrentamos a la policía defendiendo nuestras escuelas, los que sostuvimos la huelga hasta diciembre de 1968, los que transformamos nuestros comités de huelga en comités de lucha y seguimos luchando desde nuestras escuelas, los que acompañamos las huelgas obreras y las luchas en el campo y en las colonias proletarias. 

Somos los herederos de las luchas politécnicas de 1942, de 1956 y de 1967. Somos los que defendemos la educación popular instaurada desde el cardenismo, pues el propio IPN, fue creado con el fin de que los hijos de obreros y campesinos tuviéramos una alternativa de estudio, gracias a lo cual muchos de nosotros pudimos estudiar una carrera. Somos, desde entonces, los insumisos, los irreverentes, los insolentes, siempre independientes, siempre rechazando toda forma de control oficial. Eso somos desde entonces. No decimos “fuimos”, no somos nostálgicos de un pasado que se fue, seguimos siendo consecuentes con nuestra raíz. Somos guerreros. El 68 sigue vivo pese a que ya han pasado 50 años.

Conmemoremos el 50 Aniversario del Movimiento Popular Estudiantil de manera digna, independiente, rebelde, contestataria, con espíritu combativo, clasista, porque obreros y campesinos fueron nuestros progenitores, para nosotros, el movimiento no terminó el 2 de octubre, pues la resistencia continuó:

Una de las enseñanzas que nos dejó el movimiento fue aprender a luchar en el curso mismo de la lucha, que nadie lo va a hacer por nosotros, que nosotros mismos debemos ser nuestro propio intelectual colectivo. Tampoco queremos marcar un camino determinado: cada sujeto de la historia, en su momento específico, sabrá darse su propio camino, es decir, cómo ha de organizarse, que formas de lucha ha de adoptar, qué objetivos se ha de plantear.     En consecuencia, no pretendemos decir qué hacer o qué no hacer. Sólo reivindicar cuestiones de principio, aplicables a todo momento histórico: no rendirnos, no vendernos, no claudicar; ser independientes y creativos; tener claro quién es el enemigo, quiénes son los amigos, quiénes son los posibles aliados, y, en consecuencia, diseñar una política propia, amplia, participando en los diferentes frentes de lucha que cada quien haya considerado.

Trasmitir nuestra experiencia como un aporte que sirva para que las actuales y futuras generaciones de estudiantes se planteen de manera seria y responsable un horizonte de lucha ante la grave crisis que vive nuestro país.  Que se desarrolle un pensamiento crítico, analítico, no dogmático.  Que se conozca la historia de lo ocurrido desde entonces, de qué lo originó, de cómo se desarrolló y de cómo ha repercutido hasta ahora, no sólo en México sino en el mundo, pues lo que entonces vivimos no fue sino el inicio de una nueva época histórica, la que se ha denominado Revolución Cultural Mundial de 1968, vigente aún en la actualidad. Que aprendamos todos de la experiencia propia y de la de quienes nos han precedido, tanto en la historia de los movimientos sociales en México como en el mundo.
   
Que el 50 Aniversario del Movimiento de 68 no sea sólo una conmemoración, que sea la reivindicación de un período histórico vigente que se conserva con toda su alegría, frescura, independencia, rebeldía, insumisión, irreverencia e insolencia frente al poder. ¡El Movimiento vive, es vigente, está presente!

¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLO! 

............................................................................................................ 

EL BAZUCAZO
 QUE VIOLÓ LA AUTONOMÍA DE LA UNAM
  

www.milenio.com/politica/el-bazucazo-que-violo-la-autonomia-de-la-unam

MILENIO. 50 aniversario del 68. Francisco Mejía. Ciudad de México / 30.07.2018.- El 26 de julio de 1968 comenzó la represión: granaderos corretearon a estudiantes hasta la preparatoria de San Ildefonso… durante los días del 27 al 29 hubo combates callejeros entre universitarios y jóvenes del barrio de Loreto contra los agentes de seguridad.

“Había barricadas en la calle de Argentina, La defensa fue con todo, además de piedras y bombas”, recordó Rolando Brito Rodríguez, testigo de los hechos. Las tiendas de armas e imprentas eran los negocios que había en ese barrio de Ciudad de México, y de ellas se sirvieron los estudiantes de las preparatorias 1, 2 y 3.

El 28 de julio de 1968 los estudiantes incendiaron un camión de transporte público en El Carmen y San Ildefonso. La gasolina del camión no fue suficiente para prenderle fuego, pero alguien entró a una de las imprentas y sacó galones de tintas, petróleo y otros combustibles. En otros puntos incendiaron tranvías.

Brito Rodríguez vivía en el departamento 11 de Justo Sierra 29, casi enfrente del portón principal del edificio de San Ildefonso, en el Centro Histórico. En 1968 estaban ahí las preparatorias 1 y 3. A Rolando le brillan los ojos. 50 años después está parado en el patio de acceso del recinto que, la madrugada del 30 de julio del 68, recibió un bazucazo. Alza los ojos, pero en los balcones ya no hay estudiantes, sino turistas.

“Se hacían las (bombas) molotov con un casco, gasolina y azúcar, la preparatoria era el cuartel general. Había varillas y palos para la defensa... los pasillos y salones lucían oscuros, también había camiones secuestrados”. Los estudiantes fumaban cigarros Casinos, se preparaban para la batalla.

La noche del 29 de julio de 1968 se escucharon balazos... los camiones dejaron de circular, los comercios cerraron desde temprana hora, en las esquinas de las calles había humo, en otras llamas: “¡Perros, perros, perros!”, los estudiantes torearon a los granaderos. Fueron las batallas del 27 al 29, cuando entra el Ejército… de repente, alguien gritó: ¡Viene el Ejército!, los vimos desde la azotea de la prepa, fue cuando se escuchó la voz, a través de un megáfono, para que desalojáramos, nadie hizo caso.

“La puerta la teníamos atrancada con bancas y escritorios. Desde la azotea, caían piedras y bombas molotov. En el patio central y demás patios y salones había compañeros. Los granaderos no pudieron y nos mandaron al Ejército… los vimos tomar posición

Tantos minutos para que salgan. Lanzábamos todo en forma desesperada, era eminente la entrada de soldados. De repente, escuchamos la explosión, el bazucazo… fue cuando la puerta tronó. Algunos escaparon por las azoteas, pero la mayoría fueron detenidos esa madrugada.

“Aquel edificio blanco no existía”, señaló Brito Rodríguez, al recordar que “ahí estaban los Baños Catedral. Otros nos fuimos saltando de azotea en azotea, hasta llegar a la vecindad, ahí nos refugiamos”.


 EL 1o de agosto, “El rector Javier Barros Sierra dio muestras estupendas de respaldo a los estudiantes, una lección de dignidad y responsabilidad ante la sociedad” 


MARCHA DEL 5 DE AGOSTO



Severiano Sánchez, líder estudiantil del IPN, recuerda hechos relevantes de hace 50 años: "Ya es tiempo de marchar juntos, estudiantes y el pueblo, hasta la victoria", gritaban al unísono los jóvenes que marchaban de Zacatenco al Casco de Santo Tomás, del IPN, el 5 de agosto de 1968, cuando inundaron las calles con más de100 mil estudiantes de diversas universidades públicas del país.

Así, con ese llamado a la unión –que invocaba a la clase trabajadora y atizaba el rechazo al "sindicalismo charro" (que obedece a los intereses del gobierno), controlado por la Confederación de Trabajadores de México (CTM)–, el movimiento catapultó su alcance y comenzó a aglutinar el descontento social más allá de la represión contra la autonomía y libertad de pensamiento en la academia. El 68 comenzó a ser el conducto para canalizar todo el descontento generado por el status quo.

Un día antes de esa marcha, alumnos de la UNAM, el Politécnico, Chapingo y otras escuelas del interior del país lanzaron un pliego petitorio de seis puntos que representaba las demandas que unía a los jóvenes: se exigía libertad de los presos políticos, la destitución de mandos policiacos, la extinción del cuerpo de granaderos y la derogación de un par de artículos del Código Penal Federal, entre otros puntos que exigían para poner un alto a la represión

En los recibos de adeudo de luz se engrapaban los boletines del CNH, para que los ciudadanos se pudieran enterar de lo que los periódicos callaban”. La petición llevaba un plazo de 72 horas, antes de emplazar a una huelga general indefinida en las escuelas públicas que participaban.


MARCHA 13 DE AGOSTO 



La columna de la marcha que el 13 de agosto avanzaba del Casco de Santo Tomás hacia el Zócalo “tenía una extensión de varios kilómetros”, y se requería de “una hora con 20 minutos para ver de la vanguardia a la retaguardia”, según reportó El Universal.

A los estudiantes se habían sumado maestros y pequeños grupos de electricistas, ferrocarrileros y sindicatos magisteriales. Además, “durante todo el trayecto recibieron innumerables muestras de simpatía por parte del pueblo”, refiere Ramón Ramírez sobre esa movilización en su libro El movimiento estudiantil de México, editado por Era en 1969.

A diferencia de otras manifestaciones, en las que la policía mantuvo fuerte presencia en el centro de la ciudad y los comercios cerraban, “todos los establecimientos comerciales continuaron abiertos en la confianza de que, según se observaba, no intervendría la policía”, agrega el libro de Ramón Ramírez.

Así comenzó la apropiación “tanto de las aulas, los auditorios y las explanadas escolares, como de las calles, plazas, mercados, cines, cafés, camiones urbanos y, en general, de todo aquel espacio público donde éstos (los estudiantes) pudieran difundir las demandas, consignas y utopías de protesta”, como describe el avance del movimiento José René Rivas Ontiveros en su libro La izquierda estudiantil en la UNAM, editado por Porrúa en 2007.

“La insurgencia estudiantil no fue más una clásica movilización universitaria o politécnica circunscrita sólo a los ámbitos geográficos de los recintos escolares, sino que se convirtió en la más importante rebelión urbana del México posrevolucionario, que hizo de la capital mexicana su principal centro de operaciones”, afirma en su obra Rivas Ontiveros. Diarios como El Universal, El Sol de México y El Día coincidieron en reportar que aquel día no hubo violencia, y Ramón Ramírez señala que en esa movilización “no hubo agravio contra ninguna autoridad, aunque fueron muy enérgicas las protestas en contra de Corona del Rosal, de los jefes policiacos y de los granaderos”
       
Algunas leyendas en las pancartas eran: “Respeto a la Constitución, Luchamos contra un régimen de injusticia y pobreza, No más bayonetas, Los verdaderos agitadores son: el hambre, la ignorancia y la injusticia”, añade Ramírez. 

En las mantas se pedía: libertad de los presos políticos, entre ellos Demetrio Vallejo y Valentín Campa, líderes ferrocarrileros encarcelados en 1959, y de los estudiantes detenidos desde el inicio del movimiento, así como la abrogación de “los anticonstitucionales artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal”.

Sin embargo, el Libro Blanco del 68, elaborado por la Procuraduría General de la República (PGR), señala equivocadamente el punto de partida y destino de los manifestantes aquel día: “El 13 de agosto se realiza una manifestación en la que participan conjuntamente la UNAM y el IPN, y que va desde el Museo Nacional de Antropología hasta el Zócalo”. Según el volumen de la PGR: “aunque los manifestantes no realizan actos violentos a su paso, ejercen una extrema violencia verbal y escrita. Las mantas y pancartas que llevan contienen lemas y pronunciamientos injuriosos, como lo son también los gritos, porras y canciones que vierten a lo largo de todo el trayecto.

“Enormes retratos de Ernesto Che Guevara presiden la manifestación, que entre sus pancartas lleva (sic) varias en contra de las olimpiadas, pidiendo que no se celebren.

“Aunque la manifestación fue injuriosa para las autoridades desde el principio hasta el fin, pudo ser realizada con la mayor libertad, y sin interferencia alguna de la fuerza pública. No cabe duda que la fuerza circunstancial, aunque irreflexiva, que tienen los actos de masas, propició una exacerbación de los ánimos de los manifestantes que empezaron sentirse ‘dueños de la calle’.”

Un volante elaborado por los comités de diversas escuelas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), del que dieron cuenta, agentes de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, señalaba que para los estudiantes la manifestación del 13 de agosto “hizo que el movimiento estudiantil alcanzara un verdadero triunfo (…) rebasando el marco en que las autoridades y las deformaciones noticiosas habían querido encerrarlo. “El carácter popular, democrático y revolucionario del contenido de nuestras demandas se fortaleció (…) y se hizo patente con la magnitud del contingente, que alcanzó las cien mil personas, aproximadamente.”

De pronto, los jóvenes ya no estaban solos. Tampoco su voz. Los silenciosos de antaño activaron una nueva conciencia, porque eran sus hijos los que estaban cambiando el mundo como lo conocían. La clase obrera, sindicatos, ferrocarrileros, electricistas, campesinos, maestros y médicos engrosaron las venas y músculos de los brazos en lucha de un movimiento que tomaba cada vez más fuerza ante un gobierno y un sistema que ya les quedaba chico.


(Brigadistas del IPN, 1967-1971)

MARCHA DEL 27 DE AGOSTO


¡Que vivan los estudiantes porque son la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura…!    
                                                                                   Violeta Parra            
La espectacular marcha del 27 de agosto marca el punto más alto en la capacidad organizativa del movimiento estudiantil. También exhibe, de manera dramática, sus límites y fisuras, los primeros errores en la conducción del Consejo Nacional de Huelga (CNH), la sombra de los servicios de inteligencia gubernamentales y la estrategia mediática de las autoridades, 

La última semana de agosto parecía propicia para la negociación entre el gobierno y el CNH. Un representante de Gobernación se había comunicado telefónicamente el 22 de aquel mes con algún representante del consejo para manifestar su disposición a discutir algunos de los puntos del pliego petitorio.

La expectativa del encuentro se mantuvo durante varios días y se esfumó en la madrugada del día 28, con la intervención de las fuerzas armadas para dispersar la guardia que los estudiantes montaron en el Zócalo para exigir el diálogo público con Gustavo Díaz Ordaz y la evidente articulación de una estrategia represiva gubernamental ejecutada en las horas posteriores al desalojo.

La marcha del 27 partió del Museo Nacional de Antropología y desembocó en el Zócalo. Reunió a unas 300 mil personas y transcurrió pacíficamente, exhibiendo el enorme poder de convocatoria logrado por el consejo en apenas tres semanas de existencia.

En el mitin se leyeron varios discursos y durante el transcurso del mismo se izó en la astabandera una bandera rojinegra. Al final, Sócrates Amado Campos Lemus arengó a la multitud y propuso la provocadora idea de dejar una guardia de 3 mil estudiantes para exigir el diálogo público con Díaz Ordaz en el Zócalo capitalino el día del Informe. En la madrugada intervino el Ejército para dispersar a los estudiantes y recuperar el control de la plaza.

La cobertura de la prensa sobre la marcha se alineó a la estrategia gubernamental y apoyó la teoría de la conjura. En esta ocasión mostró su perfil más claro y contundente, al evidenciar vínculos más sólidos de colaboración con el gobierno. Lo primero que llama la atención es que la mayor parte de los periódicos priorizaron el capítulo del desalojo de los estudiantes del Zócalo, a la una de la madrugada, como nota principal, desplazando la información gráfica sobre la marcha a las páginas interiores.

De esta manera, el gobierno capitalizó la decisión política del CNH sobre la permanencia de una guardia de estudiantes en la plaza. Como en un operativo previo concertado entre la prensa y el Estado, se minimizó el peso político de la enorme manifestación y se centró la atención en la provocación de los estudiantes.

La prensa uniformó como nunca su cobertura de los hechos. En periódicos como El Heraldo, El Sol de México, El Universal y La Prensa se cabeceó en los titulares la operación del desalojo y se publicaron gráficas parecidas de mantas con la imagen del Che Guevara y carteles con el retrato de Demetrio Vallejo, como pruebas para desacreditar al movimiento, toda vez que en los textos se insistía en la ausencia de argumentos académicos por parte de los estudiantes.

Un espacio alterno puede encontrarse en algunas revistas ilustradas, con modalidades ideológicas distintas. Life en español tomó distancia de las posturas oficiales, al señalar que los gobiernos latinoamericanos descalificaban de inmediato las movilizaciones sociales etiquetándolas de "comunistas", y en cambio señaló que el móvil verdadero de la rebelión había que encontrarlo en la naturaleza autoritaria de un "régimen de partido único".

Por su parte, "La cultura en México", suplemento de la revista Siempre, publicó una secuencia de imágenes de Héctor García sobre la marcha, en las cuales se destacaba tanto la multitud como distintos aspectos de la manifestación, recuperando su carácter cívico y propositivo, con una mirada documental propia.

En aquellos días, José Revueltas, uno de los más destacados intelectuales de izquierda, en su escrito titulado Nuestra bandera, hacía el siguiente análisis: “una infracción a los reglamentos de policía (una reyerta de poca monta entre dos escuelas) que atrajo en su contra la más desproporcionada, injustificada y bestial de las represiones, tuvo la virtud de desnudar de un solo golpe lo que constituye la esencia verdadera del poder real que domina en la sociedad mexicana: el odio y el miedo a la juventud, el miedo a que las conciencias jóvenes e independientes de México, receptivas y alertas por cuanto a lo que en el mundo ocurre, entraran a la zona de impugnación, de ajuste de cuentas con los gobernantes y estructuras caducos, que se niegan a aceptar y son incapaces de comprender la necesidad de cambios profundos y radicales


¡VIVA EL MOVIMIENTO POPULAR-ESTUDIANTIL EN SUS PRIMEROS 50 AÑOS DE VIDA!

COLECTIVO MEMORIA EN MOVIMIENTO

 --------------------------------------------------------------------------------

El Movimiento Mexicano por la Paz y el Desarrollo, se solidariza con el presidente Nicolás Maduro y condena enérgicamente el atentado perpetrado en su contra por la ultraderecha, ¡La violencia, el terrorismo y el fascismo no pasarán en la hermana República Bolivariana de Venezuela!


No hay comentarios: