LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







17 marzo 2013

¡HASTA SIEMPRE COMANDANTE CHÁVEZ!



El FRENTE CULTURAL REVOLUCIONARIO
EXPRESA SUS CONDOLENCIAS AL HERMANO PUEBLO BOLIVARIANO DE VENEZUELA, POR EL FALLECIMIENTO DEL COMANDANTE HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS 

LATINOAMÉRICA ESTÁ DE LUTO
¡MUEREN LOS HOMBRES, PERO NO LOS IDEALES!
¡HASTA SIEMPRE COMANDANTE
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 EL NIÑO POBRE DE SABANETA
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

Hugo Chávez fue un personaje de carne y hueso sacado de la más fantasiosa novela de Gabriel García Márquez. Niño pobre de Sabaneta (capital del estado de Barinas) que juró no traicionar su infancia de escasez y precariedad, aprendió desde muy pronto a sembrar y vender golosinas. Hijo de maestros de primaria que creció con su abuela Rosa Inés y otros dos de sus hermanos, vivió en una casa de palma, con pared y piso de tierra, que se inundaba con la lluvia. Menor que soñaba con ser pintor y que traía en el alma la fantasía de jugar beisbol en las Grandes Ligas, se nutrió toda su vida de sus orígenes humildes.

De la mano de su abuela, a la que llamaba Mamá Rosa, aprendió a leer y escribir antes de entrar a primer grado. Al lado de ella supo de las injusticias de este mundo y conoció la estrechez económica y el dolor, pero también la solidaridad. De los labios de ella, extraordinaria narradora, recibió sus primeras lecciones de historia patria, mezclada con leyendas familiares.


El niño Hugo Chávez viajó por el mundo a través de las ilustraciones y las historias que leyó en cuatro tomos grandes y gruesos de la Enciclopedia Autodidacta Quillet, obsequio de su padre. En sexto grado fue escogido para dar un discurso al obispo González Ramírez, el primero en llegar a su pueblo. Desde entonces le encontró el gusto a hablar en público y a los demás el interés por escucharlo.

Su ídolo fue Isaías Látigo Chávez, pítcher en las Grandes Ligas. Nunca lo vio, pero lo imaginaba al escuchar los partidos en la radio. El día que su héroe murió en un accidente de aviación, al joven Hugo, de 14 años de edad, se le vino el mundo encima.

Para ser como el Látigo, el muchacho de monte entró al ejército. Gracias a sus cualidades de pelotero se le abrieron las puertas de la Academia Militar en 1971. Cuatro años después se graduó como subteniente y licenciado en ciencias y artes militares, con un diploma en contrainsurgencia, con una brújula que marcaba como su norte el rumbo del camino revolucionario.

Su toma de conciencia fue un proceso largo y complejo, en el que se combinaron lecturas, conocimiento de personajes claves y acontecimientos políticos en América Latina. En uno más de los episodios de realismo mágico que marcaron su vida, en 1975, en un operativo el subteniente Chávez encontró en la Marqueseña, Barinas, un Mercedes Benz negro escondido en el monte. Al abrir el maletero con un destornillador se topó con un arsenal subversivo compuesto por libros de Carlos Marx y Valdimir Ilich Lenin, que comenzó a leer.

En la forja de sus actitudes políticas influyó, decisivamente, su hermano mayor Adán, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). También su participación en un experimento educativo de las fuerzas armadas llamado Plan Andrés Bello, preocupado por brindar a los militares una formación humanista. De la misma manera, fue clave en su formación política el descubrimiento de Simón Bolívar y la voracidad intelectual de Chávez, que lo condujo a leer cuanto documento encontró sobre la biografía y el pensamiento del prócer. Más adelante sería definitiva en él la influencia de Fidel Castro, a quien trató como si fuera su padre.

El derrocamiento de Salvador Allende en 1973 le provocó un gran desprecio hacia los militares de la cuña de Augusto Pinochet, tan extendidos en América Latina. Por el contrario, el conocimiento de la obra del panameño Omar Torrijos y del peruano Juan Velasco Alvarado le mostró la existencia de otro tipo de fuerzas armadas de vocación nacionalista y popular, tan diferentes de los gorilas formadas en la Escuela de las Américas.

Rebelde ante el atropello, descubrió en servicio los abusos y la corrupción de sus mandos, y como pudo los enfrentó. “Yo vine a Palacio por primera vez –contaba Chávez– a buscar una caja de whisky para la fiesta de un oficial”. Para removerlos, en el aniversario de la muerte de Simón Bolívar en 1982, un pequeño grupo de oficiales del cuerpo castrense, entre los que se encontraba Chávez, hizo el juramento de Samán de Güere, en el que fundaron el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200).

Casi siete años más tarde se produjo un levantamiento espontáneo de los barrios pobres de Caracas en contra de las medidas de austeridad del gobierno de Carlos Andrés Pérez. El caracazo fue sofocado a sangre y fuego. La rebelión popular dio un gran impulso al movimiento de los militares bolivarianos.


En 1992, Chávez y sus compañeros se levantaron en armas. La asonada fracasó y Chávez fue a prisión. Frente a los medios de comunicación asumió la responsabilidad. Su popularidad y ascendencia política a partir de entonces fueron en ascenso. Al salir libre su presencia política creció aceleradamente ante el colapso del sistema político tradicional. En las elecciones presidenciales de 1998 triunfó con votación de 56 por ciento. A partir de ese momento nadie lo pudo parar. Una y otra vez ganó casi todos los comicios y referendos en los que participó, al tiempo que sobrevivió milagrosamente a un golpe de Estado y un paro petrolero.

A lo largo de los casi 20 años que condujo el Estado venezolano, el teniente coronel refundó su país, lo descolonizó, hizo visibles a los invisibles, redistribuyó la renta petrolera, abatió el analfabetismo y la pobreza, elevó increíblemente los índices de sanidad, incrementó el salario mínimo e hizo crecer la economía. Al mismo tiempo, y en la pista internacional, fortaleció el polo de los países petroleros por sobre las grandes compañías privadas, descarriló el proyecto de un área de libre comercio para las Américas impulsado desde Washington, creó un proyecto alternativo de integración continental y sentó las bases para un socialismo acorde al nuevo siglo.

Hugo Chávez fue un formidable comunicador, un incansable contador de historias, un educador popular. Sus relatos, herencia de los cuentos que Mamá Rosa le obsequiaba en su infancia, mezclaban historia patria, lecturas teóricas, anécdotas personales, con frecuencia en tiempo presente. En todas ellas el sentido del humor estaba presente. “Si tu mujer te pide que te eches por la ventana –jugaba jocoso– es hora de que te mudes a la planta baja...”

Sus narraciones seguían el modelo clásico de las sonatas musicales, en el que dos temas contrastantes se desarrollan en tonalidades vecinas. En sus discursos echaba mano por igual de la poesía y el canto. “Yo canto muy mal –se justificaba–, pero, como dijo aquel llanero, Chávez canta mal, pero canta bonito”, para, a continuación, interpretar una canción ranchera o una balada.

Antimperialista, antineoliberal, comenzó a hacer el milagro de construir los cimientos de la utopía en un país que imaginariamente estaba más cerca de Miami que de La Habana. Llanero de pura cepa, fabulador incansable, Chávez soñó revivir el ideal socialista cuando muy pocos querían hablar de él. Y lo hizo, para no traicionar nunca su infancia de niño pobre de Sabaneta.

“Recibimos la información más dura y trágica que podamos transmitir a nuestro pueblo. A las 16:25 de la tarde de hoy, 5 de marzo, ha fallecido nuestro comandante presidente Hugo Chávez Frías luego de batallar duramente” contra el cáncer, anunció al país el vicepresidente Nicolás Maduro, al borde del llanto. El gobierno decretó siete días de duelo nacional.  
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EL SOL DE TU BRAVURA
 GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ 

Carlos Andrés Pérez descendió al atardecer del avión que lo llevó de Davos, Suiza, y se sorprendió de ver en la plataforma al general Fernando Ochoa Antich, su ministro de Defensa. "¿Qué pasa?", le preguntó intrigado. El ministro lo tranquilizó, con razones tan confiables, que el Presidente no fue al Palacio de Miraflores sino a la residencia presidencial de La Casona. Empezaba a dormirse cuando el mismo ministro de Defensa lo despertó por teléfono para informarle de un levantamientio militar en Maracay. Había entrado apenas en Miraflores cuando estallaron las primeras cargas de artillería.

Era el 4 de febrero de 1992. El coronel Hugo Chávez Frías, con su culto sacramental de las fechas históricas, comandaba el asalto desde su puesto de mando improvisado en el Museo Histórico de La Planicie. El Presidente comprendió entonces que su único recurso estaba en el apoyo popular, y se fue a los estudios de Venevisión para hablarle al país. Doce horas después el golpe militar estaba fracasado. Chávez se rindió, con la condición de que también a él le permitieran dirigirse al pueblo por la televisión. El joven coronel criollo, con la boina de paracaidista y su admirable facilidad de palabra, asumió la responsabilidad del movimiento. Pero su alocución fue un triunfo político. Cumplió dos años de cárcel hasta que fue amnistiado por el presidente Rafael Caldera. Sin embargo, muchos partidarios como no pocos enemigos han creído que el discurso de la derrota fue el primero de la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de la República menos de nueve años después.

El presidente Hugo Chávez Frías me contaba esta historia en el avión de la Fuerza Aérea Venezolana que nos llevaba de La Habana a Caracas, hace dos semanas, a menos de quince días de su posesión como presidente constitucional de Venezuela por elección popular. Nos habíamos conocido tres días antes en La Habana, durante su reunión con los presidentes Castro y Pastrana, y lo primero que me impresionó fue el poder de su cuerpo de cemento armado. Tenía la cordialidad inmediata, y la gracia criolla de un venezolano puro. Ambos tratamos de vernos otra vez, pero no nos fue posible por culpa de ambos, así que nos fuimos juntos a Caracas para conversar de su vida y milagros en el avión.

Fue una buena experiencia de reportero en reposo. A medida que me contaba su vida iba yo descubriendo una personalidad que no correspondía para nada con la imagen de déspota que teníamos formada a través de los medios. Era otro Chávez. ¿Cuál de los dos era el real?

El argumento duro en su contra durante la campaña había sido su pasado reciente de conspirador y golpista. Pero la historia de Venezuela ha digerido a más de cuatro. Empezando por Rómulo Betancourt, recordado con razón o sin ella como el padre de la democracia venezolana, que derribó a Isaías Medina Angarita, un antiguo militar demócrata que trataba de purgar a su país de los treintiséis años de Juan Vicente Gómez. A su sucesor, el novelista Rómulo Gallegos, lo derribó el general Marcos Pérez Jiménez, que se quedaría casi once años con todo el poder. Éste, a su vez, fue derribado por toda una generación de jóvenes demócratas que inauguró el período más largo de presidentes elegidos.

El golpe de febrero parece ser lo único que le ha salido mal al coronel Hugo Chávez Frías. Sin embargo, él lo ha visto por el lado positivo como un revés providencial. Es su manera de entender la buena suerte, o la inteligencia, o la intuición, o la astucia, o cualquiera cosa que sea el soplo mágico que ha regido sus actos desde que vino al mundo en Sabaneta, estado Barinas, el 28 de julio de 1954, bajo el signo del poder: Leo. Chávez, católico convencido, atribuye sus hados benéficos al escapulario de más de cien años que lleva desde niño, heredado de un bisabuelo materno, el coronel Pedro Pérez Delgado, que es uno de sus héroes tutelares.

Sus padres sobrevivían a duras penas con sueldos de maestros primarios, y él tuvo que ayudarlos desde los nueve años vendiendo dulces y frutas en una carretilla. A veces iba en burro a visitar a su abuela materna en Los Rastrojos, un pueblo vecino que les parecía una ciudad porque tenía una plantita eléctrica con dos horas de luz a prima noche, y una partera que lo recibió a él y a sus cuatro hermanos. Su madre quería que fuera cura, pero sólo llegó a monaguillo y tocaba las campanas con tanta gracia que todo el mundo lo reconocía por su repique. "Ese que toca es Hugo", decían. Entre los libros de su madre encontró una enciclopedia providencial, cuyo primer capítulo lo sedujo de inmediato: Cómo triunfar en la vida.


Era en realidad un recetario de opciones, y él las intentó casi todas. Como pintor asombrado ante las láminas de Miguel Angel y David, se ganó el primer premio a los doce años en una exposición regional. Como músico se hizo indispensable en cumpleaños y serenatas con su maestría del cuatro y su buena voz. Como beisbolista llegó a ser un catcher de primera. La opción militar no estaba en la lista, ni a él se le habría ocurrido por su cuenta, hasta que le contaron que el mejor modo de llegar a las grandes ligas era ingresar en la academia militar de Barinas. Debió ser otro milagro del escapulario, porque aquel día empezaba el plan Andrés Bello, que permitía a los bachilleres de las escuelas militares ascender hasta el más alto nivel académico.

Estudiaba ciencias políticas, historia y marxismo al leninismo. Se apasionó por el estudio de la vida y la obra de Bolívar, su Leo mayor, cuyas proclamas aprendió de memoria. Pero su primer conflicto consciente con la política real fue la muerte de Allende en septiembre de 1973. Chávez no entendía. ¿Y por qué si los chilenos eligieron a Allende, ahora los militares chilenos van a darle un golpe? Poco después, el capitán de su compañía le asignó la tarea de vigilar a un hijo de José Vicente Rangel, a quien se creía comunista. "Fíjate las vueltas que da la vida", me dice Chávez con una explosión de risa. "Ahora su papá es mi canciller". Más irónico aún es que cuando se graduó recibió el sable de manos del presidente que veinte años después trataría de tumbar: Carlos Andrés Pérez.

"Además", le dije, "usted estuvo a punto de matarlo". "De ninguna manera", protestó Chávez. "La idea era instalar una asamblea constituyente y volver a los cuarteles". Desde el primer momento me había dado cuenta de que era un narrador natural. Un producto íntegro de la cultura popular venezolana, que es creativa y alborazada. Tiene un gran sentido del manejo del tiempo y una memoria con algo de sobrenatural, que le permite recitar de memoria poemas de Neruda o Whitman, y páginas enteras de Rómulo Gallegos.

Desde muy joven, por casualidad, descubrió que su bisabuelo no era un asesino de siete leguas, como decía su madre, sino un guerrero legendario de los tiempos de Juan Vicente Gómez. Fue tal el entusiasmo de Chávez, que decidió escribir un libro para purificar su memoria. Escudriñó archivos históricos y bibliotecas militares, y recorrió la región de pueblo en pueblo con un morral de historiador para reconstruir los itinerarios del bisabuelo por los testimonios de sus sobrevivientes. Desde entonces lo incorporó al altar de sus héroes y empezó a llevar el escapulario protector que había sido suyo.

Uno de aquellos días atravesó la frontera sin darse cuenta por el puente de Arauca, y el capitán colombiano que le registró el morral encontró motivos materiales para acusarlo de espía: llevaba una cámara fotográfica, una grabadora, papeles secretos, fotos de la región, un mapa militar con gráficos y dos pistolas de reglamento.

Los documentos de identidad, como corresponde a un espía, podían ser falsos. La discusión se prolongó por varias horas en una oficina donde el único cuadro era un retrato de Bolívar a caballo. "Yo estaba ya casi rendido, -me dijo Chávez-, pues mientras más le explicaba menos me entendía". Hasta que se le ocurrió la frase salvadora: "Mire mi capitán lo que es la vida: hace apenas un siglo éramos un mismo ejército, y ése que nos está mirando desde el cuadro era el jefe de nosotros dos. ¿Cómo puedo ser un espía?". El capitán, conmovido, empezó a hablar maravillas de la Gran Colombia, y los dos terminaron esa noche bebiendo cerveza de ambos países en una cantina de Arauca. A la mañana siguiente, con un dolor de cabeza compartido, el capitán le devolvió a Chávez sus enseres de historiador y lo despidió con un abrazo en la mitad del puente internacional.

"De esa época me vino la idea concreta de que algo andaba mal en Venezuela", dice Chávez. Lo habían designado en Oriente como comandante de un pelotón de trece soldados y un equipo de comunicaciones para liquidar los últimos reductos guerrilleros. Una noche de grandes lluvias le pidió refugio en el campamento un coronel de inteligencia con una patrulla de soldados y unos supuestos guerrilleros acabados de capturar, verdosos y en los puros huesos. Como a las diez de la noche, cuando Chávez empezaba a dormirse, oyó en el cuarto contiguo unos gritos desgarradores. "Era que los soldados estaban golpeando a los presos con bates de béisbol envueltos en trapos para que no les quedaran marcas", contó Chávez. Indignado, le exigió al coronel que le entregara los presos o se fuera de allí, pues no podía aceptar que torturara a nadie en su comando. "Al día siguiente me amenazaron con un juicio militar por desobediencia, -contó Chávez- pero sólo me mantuvieron por un tiempo en observación".

Pocos días después tuvo otra experiencia que rebasó las anteriores. Estaba comprando carne para su tropa cuando un helicóptero militar aterrizó en el patio del cuartel con un cargamento de soldados mal heridos en una emboscada guerrillera. Chávez cargó en brazos a un soldado que tenía varios balazos en el cuerpo. "No me deje morir, mi teniente"... le dijo aterrorizado. Apenas alcanzó a meterlo dentro de un carro. Otros siete murieron. Esa noche, desvelado en la hamaca, Chávez se preguntaba: "¿Para qué estoy yo aquí? Por un lado campesinos vestidos de militares torturaban a campesinos guerrilleros, y por el otro lado campesinos guerrilleros mataban a campesinos vestidos de verde. A estas alturas, cuando la guerra había terminado, ya no tenía sentido disparar un tiro contra nadie". Y concluyó en el avión que nos llevaba a Caracas: "Ahí caí en mi primer conflicto existencial".

Al día siguiente despertó convencido de que su destino era fundar un movimiento. Y lo hizo a los veintitrés años, con un nombre evidente: Ejército bolivariano del pueblo de Venezuela. Sus miembros fundadores: cinco soldados y él, con su grado de subteniente. "¿Con qué finalidad?" le pregunté. Muy sencillo, dijo él: "con la finalidad de prepararnos por si pasa algo". Un año después, ya como oficial paracaidista en un batallón blindado de Maracay, empezó a conspirar en grande. Pero me aclaró que usaba la palabra conspiración sólo en su sentido figurado de convocar voluntades para una tarea común.

Esa era la situación el 17 de diciembre de 1982 cuando ocurrió un episodio inesperado que Chávez considera decisivo en su vida. Era ya capitán en el segundo regimiento de paracaidistas, y ayudante de oficial de inteligencia. Cuando menos lo esperaba, el comandante del regimiento, Ángel Manrique, lo comisionó para pronunciar un discurso ante mil doscientos hombres entre oficiales y tropa.

A la una de la tarde, reunido ya el batallón en el patio de fútbol, el maestro de ceremonias lo anunció. "¿Y el discurso?", le preguntó el comandante del regimiento al verlo subir a la tribuna sin papel. "Yo no tengo discurso escrito", le dijo Chávez. Y empezó a improvisar. Fue un discurso breve, inspirado en Bolívar y Martí, pero con una cosecha personal sobre la situación de presión e injusticia de América Latina transcurridos doscientos años de su independencia. Los oficiales, los suyos y los que no lo eran, lo oyeron impasibles. Entre ellos los capitanes Felipe Acosta Carle y Jesús Urdaneta Hernández, simpatizantes de su movimiento. El comandante de la guarnición, muy disgustado, lo recibió con un reproche para ser oído por todos:


"Chávez, usted parece un político". "Entendido", le replicó Chávez.
Felipe Acosta, que medía dos metros y no habían logrado someterlo diez contendores, se paró de frente al comandante, y le dijo: "Usted está equivocado, mi comandante. Chávez no es ningún político. Es un capitán de los de ahora, y cuando ustedes oyen lo que él dijo en su discurso se mean en los pantalones".

Entonces el coronel Manrique puso firmes a la tropa, y dijo: "Quiero que sepan que lo dicho por el capitán Chávez estaba autorizado por mí. Yo le di la orden de que dijera ese discurso, y todo lo que dijo, aunque no lo trajo escrito, me lo había contado ayer". Hizo una pausa efectista, y concluyó con una orden terminante: "¡Que eso no salga de aquí!".

Al final del acto, Chávez se fue a trotar con los capitanes Felipe Acosta y Jesús Urdaneta hacia el Samán del Guere, a diez kilómetros de distancia, y allí repitieron el juramento solemne de Simón Bolívar en el monte Aventino. "Al final, claro, le hice un cambio", me dijo Chávez. En lugar de "cuando hayamos roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español", dijeron: "Hasta que no rompamos las cadenas que nos oprimen y oprimen al pueblo por voluntad de los poderosos".

Desde entonces, todos los oficiales que se incorporaban al movimiento secreto tenían que hacer ese juramento. La última vez fue durante la campaña electoral ante cien mil personas. Durante años hicieron congresos clandestinos cada vez más numerosos, con representantes militares de todo el país. "Durante dos días hacíamos reuniones en lugares escondidos, estudiando la situación del país, haciendo análisis, contactos con grupos civiles, amigos. "En diez años -me dijo Chávez- llegamos a hacer cinco congresos sin ser descubiertos".


A estas alturas del diálogo, el Presidente rió con malicia, y reveló con una sonrisa de malicia: "Bueno, siempre hemos dicho que los primeros éramos tres. Pero ya podemos decir que en realidad había un cuarto hombre, cuya identidad ocultamos siempre para protegerlo, pues no fue descubierto el 4 de febrero y quedó activo en el Ejército y alcanzó el grado de coronel. Pero estamos en 1999 y ya podemos revelar que ese cuarto hombre está aquí con nosotros en este avión". Señaló con el índice al cuarto hombre en un sillón apartado, y dijo: "¡El coronel Badull!".

De acuerdo con la idea que el comandante Chávez tiene de su vida, el acontecimiento culminante fue El Caracazo, la sublevación popular que devastó a Caracas. Solía repetir: "Napoleón dijo que una batalla se decide en un segundo de inspiración del estratega". A partir de ese pensamiento, Chávez desarrolló tres conceptos: uno, la hora histórica. El otro, el minuto estratégico. Y por fin, el segundo táctico. "Estábamos inquietos porque no queríamos irnos del Ejército", decía Chávez. "Habíamos formado un movimiento, pero no teníamos claro para qué". Sin embargo, el drama tremendo fue que lo que iba a ocurrir ocurrió y no estaban preparados. "Es decir -concluyó Chávez- que nos sorprendió el minuto estratégico".

Se refería, desde luego, a la asonada popular del 27 de febrero de 1989: El Caracazo. Uno de los más sorprendidos fue él mismo. Carlos Andrés Pérez acababa de asumir la presidencia con una votación caudalosa y era inconcebible que en veinte días sucediera algo tan grave. "Yo iba a la universidad a un postgrado, la noche del 27, y entro en el fuerte Tiuna en busca de un amigo que me echara un poco de gasolina para llegar a la casa", me contó Chávez minutos antes de aterrizar en Caracas. "Entonces veo que están sacando las tropas, y le pregunto a un coronel: ¿Para dónde van todos esos soldados? Porque que sacaban los de Logística que no están entrenados para el combate, ni menos para el combate en localidades. Eran reclutas asustados por el mismo fusil que llevaban. Así que le pregunto al coronel: ¿Para dónde va ese pocotón de gente? Y el coronel me dice: A la calle, a la calle. La orden que dieron fue esa: hay que parar la vaina como sea, y aquí vamos. Dios mío, ¿pero qué orden les dieron? Bueno Chávez, me contesta el coronel: la orden es que hay que parar esta vaina como sea. Y yo le digo: Pero mi coronel, usted se imagina lo que puede pasar. Y él me dice: Bueno, Chávez, es una orden y ya no hay nada qué hacer. Que sea lo que Dios quiera".

Chávez dice que también él iba con mucha fiebre por un ataque de rubéola, y cuando encendió su carro vio un soldadito que venía corriendo con el casco caído, el fusil guindando y la munición desparramada. "Y entonces me paro y lo llamo", dijo Chávez. "Y él se monta, todo nervioso, sudado, un muchachito de 18 años. Y yo le pregunto: Ajá, ¿y para dónde vas tú corriendo así? No, dijo él, es que me dejó el pelotón, y allí va mi teniente en el camión. Lléveme, mi mayor, lléveme. Y yo alcanzo el camión y le pregunto al que los lleva: ¿Para dónde van? Y él me dice: Yo no sé nada. Quién va a saber, imagínese". Chávez toma aire y casi grita ahogándose en la angustia de aquella noche terrible: "Tú sabes, a los soldados tú los mandas para la calle, asustados, con un fusil, y quinientos cartuchos, y se los gastan todos. Barrían las calles a bala, barrían los cerros, los barrios populares. ¡Fue un desastre! Así fue: miles, y entre ellos Felipe Acosta". "Y el instinto me dice que lo mandaron a matar", dice Chávez. "Fue el minuto que esperábamos para actuar". Dicho y hecho: desde aquel momento empezó a fraguarse el golpe que fracasó tres años después.

El avión aterrizó en Caracas a las tres de la mañana. Vi por la ventanilla la ciénaga de luces de aquella ciudad inolvidable donde viví tres años cruciales de Venezuela que lo fueron también para mi vida. El presidente se despidió con su abrazo caribe y una invitación implícita: "Nos vemos aquí el 2 de febrero". Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más.


Este artículo fue publicado originalmente en la revista Cambio de Colombia en febrero de 1999 con el título: “El enigma de los dos Chávez”.


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LA DEMONIZACIÓN DE CHAVEZ
Eduardo Galeano 


 "Hugo Chávez es un demonio. ¿Por qué? Porque alfabetizó a 2 millones de venezolanos que no sabían leer ni escribir, aunque vivían en un país que tiene la riqueza natural más importante del mundo, que es el petróleo. Yo viví en ese país algunos años y conocí muy bien lo que era. La llaman la "Venezuela Saudita" por el petróleo. Tenían 2 millones de niños que no podían ir a las escuelas porque no tenían documentos. Ahí llegó un gobierno, ese gobierno diabólico, demoníaco, que hace cosas elementales, como decir "Los niños deben ser aceptados en las escuelas con o sin documentos". Y ahí se cayó el mundo: eso es una prueba de que Chávez es un malvado malvadísimo. Ya que tiene esa riqueza, y gracias a que por la guerra de Iraq el petróleo se cotiza muy alto, él quiere aprovechar eso con fines solidarios. Quiere ayudar a los países suramericanos, principalmente Cuba. Cuba manda médicos, él paga con petróleo. Pero esos médicos también fueron fuente de escándalos. Están diciendo que los médicos venezolanos estaban furiosos por la presencia de esos intrusos trabajando en esos barrios pobres. En la época en que yo vivía allá como corresponsal de Prensa Latina, nunca vi un médico. Ahora sí hay médicos. La presencia de los médicos cubanos es otra evidencia de que Chávez está en la Tierra de visita, porque pertenece al infierno. Entonces, cuando se lee las noticias, se debe traducir todo. El demonismo tiene ese origen, para justificar la máquina diabólica de la muerte.
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LA SEMILLA DE HUGO CHÁVEZ
GILBERTO LÓPEZ Y RIVAS


Ha muerto un hombre de bien, un hombre del pueblo y para el pueblo que luchó por dignificar y dar poder a los humildes de su querida República Bolivariana de Venezuela. Fue un hombre de su tiempo y un adelantado que alcanza la inmortalidad de los predestinados para dejar huella en la historia del mundo de las resistencias y revoluciones. Soñó, como su mentor Bolívar, con una América Latina unida y libre de la dominación imperialista. Como su gran amigo y consejero Fidel, puso en marcha las fuerzas telúricas de los explotados para dejar de serlo y avanzó a contracorriente de inercias, telarañas seculares y conspiraciones.

Hugo Chávez deja un enorme vacío político –nacional e internacional– por su estatura como dirigente de los de abajo, por su visión de estadista al servicio de una revolución que contra viento y marea ha logrado cambiar al país hasta sus cimientos; por su calidad humana que concitó el apoyo ciudadano mayoritario en los innumerables procesos electorales en los que participó y que lo llevaron a los varios mandatos de una presidencia golpeada sistemáticamente por una derecha recalcitrante, violenta, racista, aliada del imperio, siempre lista para el boicot empresarial, la subversión, el golpe de Estado, y el magnicidio.

El odio implacable y patológico a Hugo Chávez por parte del gobierno de Estados Unidos, de la oligarquía venezolana, de sus pares en los circuitos de la contrarrevolución y el terrorismo de Estado, en la derecha intelectual de los Varga Llosa, y en los medios de comunicación a su servicio, como el duopolio televisivo en México, o El País, en España, ofrece la medida de lo que el Comandante representa para su pueblo y los pueblos del mundo en esta compleja lucha de clases que tiene lugar en el ámbito planetario, a pesar de los esfuerzos de la dictadura mediática por negarla, ocultarla o trastocarla en su favor.

El Comandante deja un vacío, pero también una legado de incalculable valor: su confianza en el pueblo pobre y explotado para vencer las adversidades y enfrentar la violencia del imperio y la oligarquía; su capacidad para reaccionar avanzando a cada agresión de sus enemigos; su curiosidad intelectual que lo llevó a un permanente desarrollo de sus alcances teóricos sobre el entorno político e ideológico que le tocó vivir; su lealtad y congruencia para estrechar las alianzas duraderas y confiables, como las mantenidas con el pueblo y el gobierno cubanos.

También nos deja la lección de la viabilidad de la integración latinoamericana como garantía de independencia y soberanía frente al imperialismo, y en particular con la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA), el ejemplo concreto de que lejos de la dictadura del capital, los pueblos pueden relacionarse bajo la premisa de la solidaridad y la verdadera hermandad. Su legado político regional también incluye Telesur, Petrosur, Petrocaribe, la naciente Celac, Banco del Sur, entre otras iniciativas que, propias o conjuntas, no podrían pensarse hoy sin la participación del Comandante presidente.

No tengo la menor duda de que el chavismo logrará salir airoso de la prueba de una Venezuela sin Chávez, si permanece unido a ese legado y si radicaliza aún más la revolución bolivariana en la dirección inequívoca de profundizar la construcción del poder popular, de combatir la corrupción y la doble moral entre sus filas, de ocupar todos los espacios de la territorialidad y la política con hombres y mujeres reconocidos por su fidelidad al pensamiento y la práctica del presidente Chávez.

Murió un libertario, un irreverente, un comandante del pobrerío, pero queda la semilla de un futuro más promisorio para la Venezuela bolivariana y para la América Latina entera, para otro mundo posible, que sin la acción de hombres de la estatura del Comandante y de los pueblos como el que lo ha acompañado desde hace más de 15 años, no podríamos alcanzar.
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 CHAVISMO SIN CHÁVEZ Y EL “FACTOR PETRÓLEO”
ALFREDO JALIFE-RAHME


Antecedentes. Philip Verleger, analista de petróleo y ex director de la Oficina de Política Energética en la Secretaría del Tesoro con Jimmy Carter, reveló el acuerdo secreto entre Estados Unidos y Arabia Saudita en 1989 de propiciar el dumping deliberado de sus reservas estratégicas de petróleo que provocó el desplome del precio con el fin de perjudicar a la URSS, lo cual desembocó en su disolución tres años más tarde.

Esto en cuanto a la muy primitiva ecuación de la “vieja economía” de la “oferta y demanda” del oro negro, que no es vigente en la fase de la globalización financierista donde “Wall Street controla el petróleo”, según el mismo Verleger ( The International Economy, invierno de 2007), quien expone el poder de los bancos de inversiones para alterar el precio mediante “la inyección de liquidez monetaria por inversionistas privados, como los fondos de pensiones” (nota: que controlan los mayores activos del mundo).

Tanto en Los cinco precios del petróleo (Cadmo & Europa, Buenos Aires, 2006) como en Bajo la Lupa (6/3/13), he insistido en que el petróleo y el gas forman parte intrínseca del binomio inextricable con la banca anglosajona de inversiones de Wall Street que controla su cotización. Esta ominosa realidad no es tomada en cuenta por quienes desean privatizar el petróleo/gas de México (dejando a Pemex como un cascarón inservible al estilo de la desmantelada CFE) ni en el análisis sobre el fenomenal disparo del PIB en Venezuela en la etapa de Chávez.

Hechos. En su fase presente, Venezuela no puede ser entendida sin sus magnas reservas de petróleo –las mayores del planeta cuando se suman tanto sus reservas convencionales (de fácil acceso) como las no convencionales (de difícil asequibilidad, v. gr. el petróleo pesado del Orinoco)–, las cuales le convierten en un apetecible manjar geoestratégico.

Cuando Chávez llega al poder, en febrero de 1999, el precio andaba en 10 dólares, y al momento de su precipitada partida, 14 años después, el precio navega en 100 dólares promedio (con un pico de 145 dólares).

Hasta el rotativo neoliberal británico El País (6/3/13), con disfraz español “socialdemócrata”, admite que Chávez impulsó “dos meses antes de asumir el poder” la cumbre en Madrid que “cambió para siempre (sic) el mercado energético mundial”. Hasta cierto punto.
Fue más determinante la derrota de Estados Unidos en Irak, donde no pudo capturar sus cuantiosas reservas de petróleo un año después a su invasión, cuando inicia el ascenso irresistible de los binomios petróleo/gas y oro/plata, que aprovechan quienes luego se congregarían como BRICS y con quienes Chávez mantuvo excelentes relaciones.

Que Chávez, estupendo lector de la geopolítica, se haya adelantado y acoplado en Latinoamérica no es poca cosa, a diferencia de la pusilanimidad panista foxiano-calderonista sometida al financierismo anglosajón.

En una ocasión increparon a Gorbachov por su catástrofe en la URSS en comparación con los deslumbrantes éxitos energéticos de Vlady Putin, quien indujo la resurrección de Rusia del cementerio geoestratégico: contestó que no era lo mismo una URSS a 10 dólares que una Rusia a 100 dólares el barril, en especial cuando se es tan dependiente de sus ingresos monotemáticos (mismo caso que Venezuela).

No se puede entender a Chávez y su gran despliegue geopolítico en el mundo –su audaz acercamiento a los BRICS y a los mundos árabe e islámico de mil 600 millones de feligreses (en particular, con Irán), lo cual será uno de sus principales legados visionarios– sin el alza del barril, que benefició enormemente a Venezuela al haber dejado muy atrás a Chile –el modelo neoliberal patrocinado por las revistas de propaganda neoliberal/sionista en Latinoamérica– en Sudamérica, y al haber alcanzado en una ocasión un asombroso segundo lugar del PIB detrás de Brasil.

Con el mismo precio del petróleo –y aun considerando la reducción similar en la producción–, mientras Venezuela en la fase de Chávez alcanzaba lugares nunca escalados en el ranking de su PIB, el “México neoliberal itamita” con el panista Calderón se hundió del lugar 11 al 14 en el PIB nominal en 2012 (datos del FMI).

El PIB nominal de Venezuela de 97 mil 978 millones de dólares en 1999, año en que entró Chávez al poder, escaló a 337 mil 979 millones de dólares el último año de su gestión: 3.4 veces más, lo cual no se puede concebir sin el alza del petróleo que permitió que los alcances de Chávez hayan sido mayores a la dimensión geográfica de Venezuela: prácticamente la mitad de la superficie de México y menos de cuatro veces nuestra población (sin nuestros migrantes a Estados Unidos).

Guste o disguste, independientemente de su personalidad latino-caribeña, Venezuela fue una antes de Chávez (una fábrica de pobres y de parásitos millonarios que compraban hasta sus helados en Miami), y otra, durante su gestión, donde mejoró los índices sociales, en especial el mejor índice GINI (desigualdad del ingreso) de Latinoamérica, en contrapunto a Chile, que con México comparte los peores lugares. Recomiendo consultar los datos duros de su economía en http://venezuelanalysis.com/analysis/7513.

De vulgar rancho de los Rockefeller, anteriores dueños de la petrolera pirata Standard Oil, Venezuela adquirió un papel geopolítico relevante tanto en Sudamérica y el Caribe como en su relación con los BRICS y los mundos árabe e islámico.

Queda en el tintero su colisión con Estados Unidos –a quien nunca cesó de vender petróleo y donde PDVSA detenta una red de importantes refinerías–, España (que alentó un golpe en su contra) e Israel que apoya subrepticiamente al opositor neoliberal Capriles Radonski http://www.youtube.com/watch?v=32eha7R_FwU.

Mas allá de los proyectos creativos de integración –Alba, Petrocaribe, Banco del Sur, Celac, Unasur, Telesur, etcétera– Chávez perteneció a la escuela del nuevo orden multipolar, en la que participó como canciller su probable sucesor Nicolás Maduro.
Que el precio de barril no se haya alterado durante las exequias apunta a que los “mercados” (léase: los 13 banksters de Wall Street) han descontado una transición tersa de Nicolás Maduro, un facilitador nato.

No faltan propagandistas que consideren que con la muerte de Chávez se altera el orden global. Mucho dependerá de la estabilización/desestabilización interna/externa de Venezuela en la que Estados Unidos puede aprovechar las fallas en el camino, si las hubiere, del triunvirato de facto: Maduro, Diosdado Cabello (vinculado a los militares con el control de los servicios de inteligencia) y Rafael Ramírez, mandamás de PVDSA, la columna vertebral del régimen, donde el ejército mantiene su papel privilegiado de árbitro.

Conclusión. Más allá tanto de la delicada dependencia a los alimentos importables (concomitante a la doble crisis eléctrica y de vivienda) como del letargo en la producción petrolera (con potencial inmediato de triplicarse, lo cual reclama un ajuste imperativo), tres escenarios evidentes se avizoran con el precio del barril que afectarán positiva o negativamente al chavismo sin Chávez.

En forma positiva: el alza arriba de 100 dólares el barril y/o el statu quo de 70 a 100 dólares. En forma negativa: su desplome debajo de 70 dólares.

A ver cómo juegan los bancos de Wall Street y cómo maniobra el triunvirato del chavismo sin Chávez.



05 marzo 2013

EL ELBAZO


   

La noticia de que la presidente vitalicia del SNTE, había sido detenida por la tarde en el aeropuerto de Toluca, el pasado martes 26 de febrero, cayó como un rayo que conmociono a los medios de todo el País.

Elba Esther Gordillo, la cacique sindical que durante más de 23 años estuvo controlando al SNTE, fue apresada y llevada al penal de Santa Martha Acatitla, por el delito de operaciones con recursos de procedencia ilícita por más  de 2 mil millones de pesos, que fueron desviados de las cuotas que pagan los docentes al sindicato, y se emplearon para pagar  sus cirugías, mantenimiento de su aeronave particular, pagos de tarjetas de crédito y compras en una tienda de artículos de lujo de Estados Unidos.

Este delito que implica lavado de dinero y delincuencia organizada, son cargos suficientes para que a la Sra. Gordillo, (como la denominó el Procurador de la República), le hayan decretado auto de formal prisión sin derecho a fianza y pueda permanecer varios años encarcelada.

Esta acción recuerda el “Quinazo” que se implementó para  eliminar a Hernández Galicia, líder que resultaba incomodo a Salinas de Gortari (quien necesitaba legitimar a su gobierno, sospechoso de fraude contra Cuauhtémoc Cárdenas), aparentando que se luchaba contra la corrupción imperante en el Sindicato Petrolero.

Sin embargo la corrupción siguió y sigue imperando en PEMEX, imponiendo a otro corrupto como es Romero Dechamps, lo mismo está sucediendo ahora, en dónde unas cuantas horas después de la detención de Elba, desde Gobernación se dio la orden de nombrar  a Juan Díaz de la Torre como nuevo líder al frente del SNTE.

Lo anterior, luego de que se acató una “decisión de Los Pinos”, en la que se habría condicionado el apoyo a la actual dirigencia a “no meterse con el caso de Elba y alcanzar soluciones en materia de la negociación salarial y de la reforma educativa”, de acuerdo con afirmaciones de integrantes de la cúpula de la organización, quienes admitieron: “Muerto el rey, viva el rey”.

Este nuevo charrazo, a espaldas de la base magisterial, es una nueva afrenta al gremio y deja en claro que al gobierno, no le interesa que se democratice el sindicato, puesto que las estructuras verticales de control sobre los maestros siguen intactas.

Es por eso  necesario que la base docente esté informada, y que se movilizar contra el charrísmo sindical y la imposición de  mal llamada Reforma Educativa, que lo que busca en el fondo es la privatización de la enseñanza pública, bajo los dictados neoliberales del Banco Mundial.

Por lo tanto las demandas para enarbolar hoy, son;

¡DEMOCRACIA SINDICAL!
¡NO A LAS REFORMAS LABORAL Y EDUCATIVA!
¡POR LA DEFENSA DE LA EDUCACIÓN PUBLICA!

¡POR LA LIBERACIÓN, ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS¡
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CUMBRES BORRASCOSAS A LA MEXICANA
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

La relación entre Enrique Peña Nieto y Elba Esther Gordillo parece extraída de la novela Cumbres Borrascosas de la escritora británica Emily Brontë. La arrebatadora historia de amor y odio, venganza y locura, pasión y arrebato que protagonizan Catherine Earnshaw y Heathcliff en los sombríos y desolados páramos de Yorkshire, se repite nuevamente más de 160 años después de ser publicada, entre el mandatario mexicano y la líder vitalicia del sindicato de maestros, en los brumosos días del nuevo gobierno.

Irremediablemente dependientes uno del otro, atados por las redes de poder informales que son consustanciales al Estado mexicano, el Presidente y la maestra jugaron con ambivalencia sus cartas en el pulso de un amor no correspondido. En su relación política, se fueron sumando, una tras otra, las historias de despecho, los engaños y las reconciliaciones. Finalmente, la traición de adueñó de la escena.

Para el hombre de Los Pinos la relación con ella fue inevitablemente ambigua. Por un lado, necesitaba a la profesora Gordillo para sacar adelante su proyecto de reformas neoliberales, a los que ella, gustosa, se ha sumado una y otra vez desde tiempos de Vicente Fox. Por el otro, le resultaba conveniente ganar legitimidad a costa de la mala fama de la dama.

Sin embargo, este 26 de febrero, su apuesta de caminar en el filo de la navaja, conservando a la maestra al frente del sindicato, pero simultáneamente emprendiendo una reforma destinada a ganar los aplausos ciudadanos y de algunos de sus más importantes patrocinadores, llegó a su fin. Elba Esther fue encarcelada.

La situación para ella era igualmente trágica. Más lo es ahora en la que resultó ser la gran perdedora. Oportunamente apostó sus cartas a que el mexiquense ganara la Presidencia y saltó del barco de su alianza con Felipe Calderón. Pero él no le correspondió como ella esperaba. En el juego de serpientes y escaleras de la política mexicana, él la obligó a retroceder posiciones en el tablero del poder. Sin embargo, ella siempre supo que no podía dirigir el SNTE en contra de él.

Apenas el 6 de febrero de 2013, fecha en la que Elba Esther cumplió 68 años de edad, cobijada por los suyos, conmovida, con el rostro descompuesto, mandó, por medio del su aliado y amigo el gobernador de la entidad Eruviel Ávila, un mensaje de paz a Enrique Peña Nieto: “los maestros de México somos sus amigos, lo hemos sido siempre y lo seguiremos siendo... la reforma educativa...“No es la reforma del presidente Peña”.

Cobijada por los gritos de “¡Elba!, ¡Elba!, ¡Elba!, respondió a quienes piden su cabeza que no es el momento de llevarla al cadalso: “si Elba se va, hay muchos con quién dar la pelea. Este sindicato no se debe a una sola persona. Hay equipo, hay talento, visión. Caerá una, dos o tres, pero no caerá el SNTE, ni perderemos el rumbo del patrimonio nacional, que es la educación pública...pero me voy a ir cuando los maestros quieran que me vaya”. Obviamente, se equivocó.

La experta en traiciones, se dio vuelo en la reunión hablando de fidelidad: “quien es ingrato a quién le ha dado la mano, pobre de él”, y agregó que “un trato, buen trato. Lealtades obligan, pero gratitud es el don divino”.

Allí mismo dictó su epitafio: “aquí yace una guerrera y como guerrera murió”.

El que a hierro mata, a hierro muere. Elba Esther llegó a la dirección nacional del sindicato magisterial de la misma manera en la que ahora sale: como resultado de una traición y de una decisión presidencial.

Apenas hace unos días la maestra declaró a Adela Micha que había llegado a la conducción del gremio por “el excusado”, pero que saldría por “la puerta grande”. No fue así. Salió de manera ignominiosa, acusada de los delitos de lavado de dinero y recursos de procedencia ilícita, por los que habría podido ser arrestada hace mucho años.

Se trata pues de una decisión política justificada con argumentos legales, de un nuevo quinazo. Se está dirimiendo por la vía penal un conflicto abiertamente político.


El quinazo consistió en el arresto y encarcelamiento por ocho años (la sentencia original fue de 35) de Joaquín Hernández Galicia, apodado la Quina, líder del sindicato petrolero, por parte del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. El 10 de enero de 1989, un contingente de más de 100 soldados asaltó la casa del dirigente gremial en Ciudad Victoria, Tamaulipas, y lo condujo preso hasta la ciudad de México. De paso, le sembró en su domicilio armas de alto calibre y un muerto, para acusarlo de acopio de armas de uso exclusivo del Ejército y asesinato. Además de él, fueron detenidos sus lugartenientes, Salvador Barragán y José Sosa Sosa, así como su socio y prestanombres Sergio Bolaños.

El poder de la Quina en el sindicato y las regiones petroleras del país era incuestionable. Su corrupción era proverbial. Sin contemplaciones aplacó a la disidencia democrática dentro del gremio. Él designaba presidentes municipales y diputados, hacía justicia a su modo y controlaba actividades económicas claves. Junto a Fidel Velázquez y Carlos Jonguitud era el prototipo del líder charro.

Pero la Quina cometió el pecado de oponerse subrepticiamente a la candidatura presidencial de Carlos Salinas y de cuestionar algunas políticas neoliberales. Durante los comicios de 1988 muchos trabajadores petroleros votaron en favor de Cuauhtémoc Cárdenas y no por el aspirante del PRI, a pesar de que el sindicato era parte de la estructura del partido de Estado.

Fuertemente cuestionado por la caída del sistema y un triunfo electoral basado en el fraude, Salinas de Gortari comenzó a dar golpes de efecto para legitimarse. La detención de la Quina, es decir, el quinazo, fue uno de los más espectaculares. Después de arrestarlo, designó al frente del sindicato a un líder aún más dócil. La medida otorgó al mandatario un indudable beneficio político inmediato. Desde entonces se entiende por quinazo los golpes de timón desde Los Pinos que muestran quien tiene el mando.

La primera ocasión en la que Elba Esther fue ungida como líder máxima del sindicato fue la mañana del 24 de abril de 1989. Iba ataviada con un lujoso vestido blanco como los que le gusta usar cotidianamente. El presidente Carlos Salinas de Gortari acababa de designarla en remplazo de Carlos Jonguitud Barrios, cacique del gremio durante casi 17 años. Cientos de miles de maestros de todo el país estaban en la calle.

En aquella ocasión no hubo aplausos. Los cerca de 100 delegados llevados por la Secretaría de Gobernación no mostraron una sola expresión de júbilo, ni siquiera aplaudieron. “Sé que es una situación difícil –dijo ella–, yo comprendo su silencio.” Horas más tarde, embriagada de júbilo, confesó ante las cámaras de Televisa que había cumplido uno de sus sueños más anhelados.

La designación, a todas luces ilegal, fue vendida a la opinión pública como parte de la renovación moral de los sindicatos. Frente a los micrófonos de cadenas de radios y blocs de notas de periodistas, Elba Esther repitió una y otra vez:”¡El sindicato jamás volverá a permitir la instalación de un cacicazgo, porque daña la conciencia, el intelecto de México!”

Ahora Elba Esther sale como llegó. O peor aún. En aquella ocasión Carlos Jonguitud no fue detenido; en ésta, ella está tras las rejas. En medio de esta versión nacional de Cumbres Borrascosas se juega el futuro de la educación en México y de los maestros que la hacen posible. Pero también, algo más. Un mensaje fue enviado para todos los actores políticos en el país: las reformas neoliberales van o van. Por lo pronto, la última palabra de esta puesta en escena no se ha dicho.


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CLARA ZETKIN 
(1857-1933)


En 1910, la Internacional Socialista de Mujeres decidía que el 8 de marzo fuera el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, la impulsora de esta decisión fue Clara Zetkin, nombre imprescindible para entender el feminismo socialista de principios del siglo XX. Clara luchó toda su vida por los derechos básicos de la mujer.

Clara Eissner nació en Wiederau, Alemania, el 5 de julio de 1857. Su padre, Gottfried Eissner era profesor de escuela y organista. Su madre, Josephine Vitale era una mujer culta y elegante que provenía de una familia burguesa de Leipzig, tuvo la suerte de crecer en un ambiente culto y fue una de las primeras alemanas en poder estudiar en un colegio universitario para ser profesora.

Cuando en 1874 terminó sus estudios, empezó a conocer a distintos miembros del movimiento obrero de Alemania y a revolucionarios rusos exiliados. Pronto se vio atraída por las ideas socialistas y en 1881 se unió al Partido Socialista de los Trabajadores. Un año más tarde conocía a Ossip Zetkin, un exiliado ruso con el que mantendría una “unión libre”  y tendría dos hijos.

En la década de 1880, Otto von Bismark prohibió toda asociación y actividad relacionada con el socialismo en Alemania, por lo que Clara y su esposo tuvieron que exiliarse a París. Durante su exilio, Clara vivió en su propia piel el duro día a día de las mujeres proletarias. Mantenía a sus dos hijos, trabajaba de profesora y continuaba reclutando mujeres para la causa socialista y feminista.

Convencida de la importancia de las mujeres, Clara afirmaba con rotundidad que el feminismo y el socialismo debían ir de la mano. En la década de 1890 se fundó la Oficina de las Mujeres para el reclutamiento de miles de mujeres para el partido socialista.

Para plasmar sus ideas, Clara Zetkin se hizo editora del periódico de mujeres “Igualdad”, publicado entre 1892 y 1917. En sus páginas defendió la importancia del trabajo como una condición indispensable para la independencia económica de la mujer.

Clara Zetkin fue también una ferviente detractora del feminismo burgués y de clase media, consideraba que, “es la necesidad del capitalismo de explotar y buscar incesantemente mano de obra barata lo que ha dado lugar a la cuestión femenina… Por tanto, la batalla de la mujer proletaria no puede ser igual a la que la mujer burguesa libra contra el varón de su clase”.

A las puertas de la Primera Guerra Mundial, el partido Socialdemócrata aceptó la entrada de Alemania en la contienda. Clara Zetkin y sus compañeras, entre ellas, Rosa Luxemburgo, fervientes defensoras del pacifismo, se sintieron decepcionadas con el partido. Clara se unió entonces el Partido Comunista alemán y fijó su interés político en la Rusia revolucionaria. Clara  moriría en su exilio ruso el 20 de junio de 1933 en Moscú. Tenía 76 años.


BENITA GALEANA 
(1904 -1995)


A Benita le deben mucho las luchadoras políticas de nuestro tiempo, ella fue una simiente de la búsqueda de la igualdad y la justicia,     generosa pionera, ilustró con el ejemplo de su cuerpo torturado y su inteligencia a prueba de machismos e inequidades, y, a pesar de la discriminación que vivió en su tiempo por ser mujer, dedicó su causa a todos los trabajadores sin excepción.

Hoy, cuando las mujeres mexicanas ya tienen voto y ciudadanía, se le recuerda con admiración y se le rinde tributo. Sin embargo, tal fue la nobleza de su espíritu que no habrá nunca un homenaje suficiente.

Nació el 10 de septiembre de 1904 en San Jerónimo  de Juárez Guerrero, una localidad conservadora y tradicional gobernada por los cacicazgos locales heredados del siglo XIX. Los hombres se entregaban a la agricultura y la pesca, y las mujeres a las labores del hogar, ni en sueños se le habría ocurrido a ninguna de ellas cambiar el orden de las cosas; a ninguna, salvo a Benita.

Quizá la fe libertaria le vino de un famoso tío bisabuelo: Hermenegildo Galeana, quien inflamó Guerrero durante la lucha por la independencia de México, al parecer, traía la revolución en la sangre. Benita nació rebelde, a los 16 años huyó de la mano de un mezcalero y, tras una breve estadía en Acapulco, con la ayuda de una amiga logró treparse a un tren para llegar finalmente a la Ciudad de México con la esperanza de aprender a leer y escribir, fue aquí donde conoció a su primer marido, Manuel Rodríguez, él la inició en la militancia política, ambos ingresaron en 1927 al Partido Comunista Mexicano, que por entonces era todavía ilegal.

Ni bien ingresada al Partido Comunista, Benita se sumó a los mítines relámpago para denunciar la miseria imperante entre trabajadoras y trabajadores, de tanto escuchar las palabras de sus compañeros, muy pronto se convirtió en una oradora apasionada capaz de encender los ánimos más desgastados, sus camaradas admiraban su belleza y entrega, pero lejos estaban de concederle la igualdad, el machismo de la época era todavía feroz.

Cuando Lázaro Cárdenas llegó al poder, Benita era ya una comunista consumada, y fue amiga de algunos de los más ilustres mexicanos: José Revueltas, Juan de la Cabada, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Valentín Campa, Demetrio Vallejo y Othon Salazar.

Para 1935, en luchas  ya era una experta, no en balde se le considera una precursora del feminismo socialista: ese año participó en la creación del Frente Unico pro Derechos de la Mujer (FUPDM) al lado de Adelina Zendejas. 

Su mayor preocupación no era sólo proteger a las trabajadoras, sino enseñarlas a defenderse, junto a ellas abogó por el descanso de las mujeres tras el parto, y con ellas conquistó ese derecho. Fue una mujer pequeña quien quiso que otras como ella, probaran la libertad. Benita fue humillada, golpeada, encarcelada, pero nadie pudo quitarle la grandeza.



                                        EFEMERIDES

EN 1977 LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU PROCLAMÓ EL 8 DE MARZO COMO DÍA POR LOS DERECHOS DE LA MUJER Y LA PAZ INTERNACIONAL.

EL 18 DE MARZO DE 1938 LAZARO CARDENAS DEL RÍO, PRESIDENTE DE MÉXICO,  DECRETA LA EXPROPIACIÓN DE LA INDUSTRIA PETROLERA.

EL 21 DE MARZO DE 1906 NACE EN GUELATAO OAXACA EL BENEMERITO DE LAS AMERICAS, DON BENITO JUÁREZ GARCÍA.