LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







09 noviembre 2016

JODER A MÉXICO


“…Nadie despierta, un Presidente no creo que se levante, ni creo que se haya levantado pensando, y perdón que lo diga, cómo joder a México. …” dijo Peña Nieto a manera de justificación no pedida de una verdad asentada con firmeza en la opinión de la mayoría de las personas en este país. 

Los últimos presidentes, no es que se despierten pensando en cómo joder a México, lo hacen conscientemente defendiendo intereses de la clase social dominante, con sus políticas neoliberales y sus llamadas reformas estructurales, que han provocado el debacle económico para las clases medias y populares.

Los resultados de estas políticas neoliberales, están a la vista, las empresas como Pemex y CFE, están prácticamente quebradas y en proceso de privatización, la deuda del país se ha incrementado, el valor adquisitivo del peso se ha venido devaluando paulatinamente, las transnacionales son las dominantes en el mercado, la violencia y el crimen organizado aumenta en forma alarmante, afectando a todos los mexicanos.

La corrupción que es un cáncer que corroe al País, está en todos los niveles del gobierno, en complicidad con empresarios sin escrúpulos, como muestra están los gobernadores que han llevado a la quiebra a sus estados (algunos están prófugos).

La promesa de inicio de sexenio de “Mover a México” se ha cumplido, porque el país se mueve hacia el precipicio, la corrupción de los gobernantes ha destruido la armonía y el tejido social.

En la campaña por la presidencia de Estados Unidos, el “invitar” a Trump, y haber actuado en abierto proselitismo en favor de Hillary Clinton, fue una clara intromisión en la política interna del país del norte, lo cual implica que recíprocamente los “vecinos” intervengan cuando quieran, de manera abierta en nuestros asuntos. 

También legisladores del mal llamado “Pacto por México” PRI-PAN-PRD y demás paleros, asumieron una triste sumisión ante una potencia extranjera, olvidando su condición de representantes del pueblo mexicano. No entienden que con cualquiera de los dos candidatos, al País le irá igual o peor, sino reorienta su política económica.

Los gringos han declarado que no tienen amigos sino intereses, por lo que creer que al congraciarse con ellos nos van a considerar, al igual que lo pensó Moctezuma con respecto a Hernán Cortés, es un error histórico.

El triunfo de Donald Trump, quien pretende “Joder más a México” plantea un escenario complicado y difícil. Sin embargo como señala López Obrador; "México no es una colonia ni depende de un gobierno extranjero", "Vamos a hacer valer nuestro derecho a la soberanía esté quién esté en el Gobierno de Estados Unidos"

La única opción que tenemos, es cambiar a estos gobiernos entreguistas, por uno que realmente defienda los intereses nacionales, el pueblo tiene la palabra; vivir de rodillas, o luchar de pie como lo hicieron nuestros ancestros. Se hace necesario ahora recordar el apotegma de Don Benito Juárez; “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la Paz”


¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS!

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¿QUIÉN “JODE” A MÉXICO?*

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- “La enorme empatía entre nuestro futuro presidente de la república y el gobernador del estado augura tiempos promisorios para Veracruz”. Son las palabras del entonces presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, pronunciadas unos días después de la elección presidencial de 2012 en una visita a Veracruz. Después de regalarle un efusivo abrazo a Javier Duarte, el futuro secretario de Energía de Enrique Peña Nieto continuó señalando sobre el veracruzano: “es un joven gobernador priista que… ha mostrado excelentes destrezas para gobernar, convicciones sociales inquebrantables y una actitud de puntual responsabilidad que el PRI nacional hoy viene a su propia casa a reconocer”.

No era para menos. Unos seis meses antes, el viernes 27 de enero, la Procuraduría General de la República había detenido a dos colaboradores del gobernador de Veracruz transportando en un avión oficial dos maletas con un total de 25 millones de pesos en amplios fajos de billetes sin poder acreditar ni su origen ni su destino. El gobierno de Duarte luego “aclararía” que el dinero supuestamente era para “la contratación de artistas y materiales de promoción” para la Cumbre Tajín y que no hicieron el depósito por transferencia bancaria porque “les habían agarrado las prisas”. Solamente el entonces Instituto Federal Electoral (IFE), en su eterna complicidad y compromiso con la impunidad, les compró el cuento. Todos los demás tuvimos perfectamente claro que el destino de este dinero muy probablemente era para financiar la campaña presidencial de Peña Nieto.

Recordemos que quien antecedió a Coldwell como presidente del PRI, Humberto Moreira, recientemente fue detenido en España por acusaciones de lavado de dinero remitidas por el gobierno de los Estados Unidos. Moreira, cercano a Elba Esther Gordillo, presidía el PRI cuando este instituto político decidió que Peña Nieto sería su abanderado presidencial.

La renuncia anticipada y la fuga sorpresiva de Duarte evidentemente fueron pactadas en forma directa con su amigo Peña Nieto. El gobernador de Veracruz tenía miedo de que su otrora aliado y también cercano colaborador de Gordillo, Miguel Ángel Yunes, lo apresara al término de su mandato. Coreografiaron muy cuidadosamente la fuga del mandatario estatal para que la orden de aprehensión llegara justo unas horas después de que él y su familia se hubieran desaparecido del mapa.

Fue un operativo muy similar a lo ocurrió en el caso del exgobernador de Guerrero Ángel Aguirre después de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Aguirre también pidió licencia con el fin de negociar la impunidad a raíz de las acusaciones en su contra por desvíos millonarios del erario estatal, así como por su evidente protección del presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda. Jesús Murillo Karam también hoy camina libre por las calles, aun después de su papel tan lamentable y encubridor desde la PGR en el mismo caso.

Hace un año, a Joaquín El Chapo Guzmán también lo dejaron escapar de Almoloya por medio de un túnel construido con la evidente complicidad de las autoridades gubernamentales. Y desde hace años los exgobernadores de Tamaulipas Tomás Yarrington y Eugenio Hernández se encuentran prófugos de la justicia acusados de tener fuertes vínculos con el crimen organizado.

A veces el sistema político ve la necesidad de reaparecer y detener temporalmente a los delincuentes para dar la impresión de su supuesta voluntad de combatir al crimen. Por ejemplo, la semana pasada, el jefe de la policía de Iguala, Felipe Flores, apareció como por arte de magia después de dos años de estar siendo “buscado” por la justicia. No lo encontraron en la India, en Hawái o siquiera en Madrid, sino en Iguala, en su propia casa, después de haber visitado a su esposa. Al Chapo Guzmán también le llamaron de regreso a la cárcel a principios del año después de dejarlo divertirse un rato con Sean Penn y Kate del Castillo en las montañas del “Triángulo Dorado”. Con el actual gobierno, el encubrimiento de la delincuencia organizada se ha convertido en una política de Estado.

Ahora, en agradecimiento por su servicio al narco gobierno, la ahora ex procuradora Arely Gómez ha sido enviada a la Secretaría de la Función Pública para desde ahí consolidar la simulación autoritaria. Y en su lugar Peña Nieto colocó en la PGR a uno de los abogados más leales al PRI en todo el país, Raúl Cervantes, quien no tendrá otro encargo que esconder todas las fechorías del sexenio antes de que termine el gobierno, para asegurar una plena impunidad transexenal. Estos movimientos burocráticos serían risibles si no fueran tan indignantes y deleznables.

Peña Nieto nos ha pedido el beneficio de la duda. Señala que el Presidente de la República no se levanta todas mañanas planeando cómo “joder a México”, sino que estaría haciendo su mejor esfuerzo por sacar adelante el país en condiciones difíciles.

Miente el ocupante de Los Pinos. Cada día más mexicanos nos damos cuenta de que Peña Nieto no busca ayudar o defender a México sino que tiene la clara intención de destruir nuestra historia, cultura y recursos naturales con el fin de convertir el país en una colonia más de los Estados Unidos, sin dignidad ni orgullo. Peña Nieto no es un hombre inocente de buenas intenciones, sino el capitán de un barco totalmente podrido y a la deriva decidido a hundirnos a todos en un enorme pantano de sangre, impunidad y corrupción.

Sin embargo, a pesar de todo, la sociedad mexicana mantiene su frente en alto e insiste con enorme valentía en la posibilidad de construir un nuevo régimen democrático y honesto. Así como David derrotó a Goliath, también lo podemos hacer armados con las hondas de la esperanza.

*John M. Ackerman  www.johnackerman.blogspot.com
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CÓMO JODER UN SEXENIO*


CIUDAD DE MEXICO (apro).- El acto del martes 25 de octubre titulado Impulsando a México quedará para la historia como el discurso de Jodiendo a México, gracias al principal orador de este encuentro: Enrique Peña Nieto.

Las reverberancias de las afirmaciones del presidente mexicano prosiguen en las redes sociales, en los medios de comunicación masivos y en los comentarios de la opinión pública por tres razones fundamentales:

El presidente mexicano hilvanó en su improvisada intervención –y quizá, por ello, más genuina– una serie de frases que corrieron el velo de quien transforma el cuidado rostro de un político sereno en el de un hombre de resentimientos e irascible ante su propio legado.

La más citada de sus afirmaciones ha sido la siguiente: “Mi único propósito es que a México le vaya bien. Estoy seguro de que los anteriores presidentes no han tenido otra misión que esa. Nadie despierta… Un presidente no despierta pensando en cómo joder a México. Siempre pensando en cómo hacer las cosas bien para México”.

Peña Nieto quiso ser “empático” con su auditorio y con quienes lo escucharan o leyeran. El resultado fue exactamente el inverso. Lo hizo en un tono irascible, utilizó un verbo de clara connotación sexual para defenderse frente a las críticas públicas y, quizá, frente a las privadas, y se quitó el telepromter para subirse al lenguaje del cabroñol.

En comunicación política y en psicoanálisis una negación encubre una afirmación y más cuando se trata de asuntos de percepción pública. Por más que niegue Peña Nieto que no gobierna para las encuestas, su obsesión al citarlas indica su preocupación y molestia por los bajos índices de aprobación. Por más que niegue sentirse solitario en su cruzada por un sexenio que fenece mucho antes de tiempo, las expresiones de Peña Nieto indican lo contrario: la soledad del que se siente “incomprendido”.

La percepción negativa de estas frases se reforzó por dos decisiones tomadas por el propio Peña Nieto el mismo martes 25 y avaladas sin discusión alguna por el Senado en los dos días posteriores: remover a la procuradora general Arely Gómez y nombrar en su lugar a Raúl Cervantes Andrade, un constitucionalista que se ha caracterizado por defender intereses corporativos y partidistas, y no por tener el prestigio de ser un abogado autónomo a poderes fácticos o partidistas.

Peña Nieto “jodió” en sus propios términos la delicada y frágil operación de simulación y de presunto interés en consultar a la sociedad civil o a los organismos que la representan nombrando a Arely Gómez como nueva titular de la Secretaría de la Función Pública (SFP) y, por tanto, cabeza del Sistema Nacional Anticorrupción, y a Raúl Cervantes como procurador y posible fiscal general por nueve años.

En otras palabras, Peña Nieto demostró que en sus decisiones no impera el criterio de “cómo hacer las cosas bien”, sino cómo salvarse de un relevo sexenal que no garantice impunidad, protección y salvaguarda a sus intereses.

En el mismo evento, Peña Nieto demostró su memoria selectiva. Dijo que no recordaba aquella declaración pública al programa Tercer Grado, de Televisa, presumiendo que “la nueva generación” de políticos priistas estaba representada por Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borge, justo los tres mandatarios que perdieron la elección en sus estados, están envueltos en acusaciones de corrupción y encubrimiento que llegan hasta la cúpula del poder priista y presidencial. “No recuerdo la alusión, pero seguramente en algún momento la hice”, afirmó Peña ante los empresarios y periodistas convocados por Grupo Interacciones.

Peña Nieto perdió otra oportunidad de oro para asumir una declaración fallida, deslindarse de los exgobernadores priistas y sencillamente decir: “En ese momento eran la nueva generación, pero degeneraron en corrupción”.

En lugar de eso, el político de Atlacomulco se volvió a enredar con sus propias excusas. “Yo lo único que sí he sido crítico (sic) es de aprovecharse o tomar oportunidad política en un señalamiento poco fundado”. ¿Alguien entendió esta advertencia?

Seguramente quería referirse a las críticas del PAN, del PRD y de Morena a los exgobernadores corruptos del PRI y volver a repetir que en todos los partidos existen cleptócratas. No lo dijo así. Mucho menos admitió que las acusaciones contra Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borge se ventilaron antes de que perdieran las elecciones estatales de este año y que el gobierno federal no hizo nada para frenar el desfalco, el carácter sanguinario y represor de sus administraciones (sobre todo, en el caso de Veracruz), y la exhibición de cinismo que es una condición natural de quienes se sienten cómplices “del jefe”.

Para rematar su alusión a los gobernadores acusados, Peña Nieto retornó a la retórica de abogado de barandilla: “Las autoridades competentes serán las responsables de definir si en ellos y en otros más señalados hay o no responsabilidades. Es una tarea de las áreas de procuración de justicia”. ¿Acaso el titular del Ejecutivo federal no es también “autoridad competente” para frenar la escalada de corrupción que se observa en los distintos niveles de la administración pública?

Peña Nieto también abordó el tema de la visita de Donald Trump a Los Pinos, aquel fatídico 31 de agosto. El primer mandatario volvió a transformar la negación en una afirmación sin tiempo verbal definido: “No volvería a suceder. O, por lo menos, no en los mismos términos”. Admitió que traer al enemigo número uno de los migrantes mexicanos y de los intereses nacionales en Estados Unidos fue “una decisión apresurada”.

“El hubiera no existe y asumo la responsabilidad de la decisión y su costo. Creo que tomé una decisión muy acelerada. Fue muy polémica: quizá hoy sería distinta (¿Por qué “hoy” y no hace dos meses?, no lo explicó). He dado muchas veces la explicación de por qué busqué un encuentro con ambos candidatos y no era más que cuidar a los mexicanos y los intereses de México”, justificó Peña Nieto.

Los errores en el caso de Trump no fueron sólo de forma sino de fondo. Y eso no lo admitió Peña Nieto. No fue una decisión “apresurada”. Fue una decisión absurda en franca violación a décadas de política exterior de no intervención en asuntos electorales de otros países. No fue polémica. El 80 o 90% de las opiniones, incluso de analistas que han defendido su gestión, fueron claramente negativas. La polémica hubiera significado una confrontación de puntos de vista.

Peña Nieto no ha dado explicación alguna de por qué era tan urgente y necesario recibir a Donald Trump en esa fecha y sin tener la confirmación de Hillary Clinton ni haber informado a la embajada de Estados Unidos. Ha dado excusas que es distinto. No cuidó los intereses de México ni de los mexicanos. Cuidó la escenografía y el montaje que tenía preparado Donald Trump. Trabajó para los intereses, la agenda y las condiciones impuestas por el candidato republicano.

Lo peor es que en esa decisión tan “apresurada” el propio Peña Nieto jodió su sexenio. Si la prensa internacional no había sido lo suficientemente atenta a su mala gestión, el encuentro con Trump lo catapultó como una burla mundial.

Y eso, efectivamente, debe doler mucho al ego de cualquiera. El problema es que ya no hay discurso que borre esta decisión.


*Jenaro Villamil. www.homozapping.com.mx
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¿QUEDA ALGO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA?*

Políticamente la Revolución Mexicana ha muerto. Su agonía comenzó al concluir el periodo de Lázaro Cárdenas, momento estelar de un movimiento que dio extraordinarias figuras, conmovió a todo el continente americano y atrajo figuras del orbe entero, incluida la naciente Unión Soviética. Entra, pues, en un hospital, cuando en 1940 el sucesor de Cárdenas, Manuel Ávila Camacho, se declara católico públicamente, sin importarle las largas luchas entre la reacción y los liberales, los conservadores y las fuerzas progresistas.

Lentamente la Revolución desaparece, sus hazañas quedan en las páginas de los libros, en los acartonados discursos de la clase gobernante y en bares ilustrados con fotos épicas de Casasola. Después del general Cárdenas, cada presidente de la República se inclina más a la derecha: cesan las políticas sociales, los logros políticos y económicos. En 1968, con exactitud, el 2 de octubre de 1968, la Revolución muere violentamente cuando fuerzas militares y policiacas, en una maniobra conjunta, asesinan de golpe a más de quinientos estudiantes. Me tocó estar en medio de aquella muchedumbre que corría desesperada de un lado a otro huyendo de las balas, viendo a mis compañeros morir. En esos momentos, México abiertamente se había colocado al lado de Estados Unidos y sólo mantenía relaciones con Cuba a causa de las tradiciones diplomáticas nacionales de no intervención y autodeterminación de los pueblos.

Sin embargo, la palabrería “revolucionaria” no acabaría sino hasta el periodo de Miguel de la Madrid, en 1984. Con él, escuchar hablar de revolución y mirar alrededor resultaba irónico y ofensivo para aquellos que por miles murieron en la gran gesta, mucho más para la memoria de intelectuales y artistas que, como David Alfaro Siqueiros y José Revueltas, sufrieron cárceles y persecuciones. Ya con Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo no existía ni siquiera el recuerdo de la Revolución. Con el PAN, concluyó una larga etapa política y económica del país.

México entra de lleno en el mundo del conservadurismo, en lo que los marxistas llamaron el reflujo; triunfa la globalización, el modelo neoliberal impulsado por Margaret Thatcher y Ronald Reagan se extiende sin importar si coincide o no con las historias patrias y los valores de tantas naciones pobres. Sin el mundo del socialismo real, derrumbado de forma estrepitosa, permite y estimula la era de las privatizaciones a ultranza, de la entrega de los recursos nacionales a empresarios extranjeros. En suma, las viejas políticas sociales y el papel del Estado rector se vienen abajo. De nueva cuenta padecemos una enferma relación entre un puñado de familias multimillonarias y millones de miserables, de mexicanos en condiciones de extrema pobreza. Contradicciones de toda índole provocadas por un capitalismo salvaje.

Sorprende que el PRI siga sintiéndose “revolucionario” o el PRD suponga, nostálgico por el cardenismo, algo semejante con su revolución democrática. Mucho más que los más inquietos jóvenes recurran a figuras simbólicas por décadas, que hoy nada o poco dicen. Tenemos “zapatistas” y “villistas”, parodias de parodias. Hay que buscar no una nueva terminología ni recurrir a figuras irrecuperables, sino pensar una propuesta ideológica lo más seria, responsable y meditada a la luz de la nueva realidad que nos rodea. No podemos seguir dependiendo de las ocurrencias de los partidos y los gobiernos. Tampoco es posible emular a lo que queda del socialismo real: quedó en fracaso completo. Las luchas siguen y muchas son graves y dramáticas, aquí y en Oriente Medio, donde entre norteamericanos e israelitas, aplastan pueblos enteros.

Ignoro si se trata de pensar en una nueva revolución, de lo que estoy seguro es que el actual edificio mexicano es por completo obsoleto. No es tolerable escuchar los llamados de líderes que piensan que su mensaje es divino (y anacrónico) o de partidos anquilosados como los existentes, que suponen tener alguna novedad o acaso, sí, su cinismo y desfachatez. Nada nuevo proponen. Ninguno de ellos. Si la sociedad está harta de los restos de la revolución que surgió esperanzadora hace poco más de un siglo, debe comenzar por concluir que no existe más, quedó atrapada en las páginas de una historia épica, y que debemos poner el reloj a la hora exacta, para romper con los propósitos siniestros del capitalismo en los tiempos de la globalización.

* René Avilés Fabila, escritor y periodista mexicano, 
murió el pasado 9 de octubre a consecuencia de un infarto.

El sábado 5 de este mes, falleció también Rodolfo Stavenhagen una de las mentes más lúcidas de nuestro tiempo. Congruencia de pensamiento y vida, defendió los derechos humanos de los pueblos indígenas y su labor fue reconocida en 1997 con el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Maestro en todas sus letras.