LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







07 mayo 2017

CON LA OEA Y SIN LA OEA...

La Canciller venezolana Delcy Rodríguez, declaró el pasado 26 de abril; “Venezuela se retira de la OEA por dignidad, por su independencia, por su soberanía, por La Paz y el futuro de nuestra Patria”. El Presidente Nicolás Maduro, pidió la Comprensión y Solidaridad de los Pueblos de Nuestra América y el Mundo para derrotar el plan intervencionista contra Venezuela.  Y el Presidente de Bolivia Evo Morales señaló; Luis Almagro está destrozando la OEA, por sumiso al imperio norteamericano con sus políticas intervencionistas.


Al respecto, reproducimos la Editorial del día 28 del periódico La JORNADA, donde se expresa lo que millones de Latinoamericanos pensamos al respecto de este organismo: 

“La salida de Venezuela de la Organización de los Estados Americanos (OEA) deja a ese foro internacional sin dos países que, por diversas razones, han tenido un gran peso en la historia del continente. Hace 55 años el organismo expulsó a Cuba de sus filas con el argumento revelador de que la adhesión de cualquier miembro de la OEA al marxismo leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano. Se evidenciaba así, desde entonces, que ese sistema interamericano era –y sigue siendo– un aparato de control político e ideológico al servicio de Washington en su confrontación con el bloque del Este y un instrumento para alinear a los gobiernos del hemisferio en el bando occidental de la guerra fría.

Es inevitable recordar que la OEA, que actúa en nombre de la democracia sólo cuando así conviene a los intereses estadounidenses y de las oligarquías locales latinoamericanas, no hizo nada significativo para, al menos, atenuar las atrocidades de dictadores como Rafael Leónidas Trujillo (República Dominicana) o Anastasio Somoza (Nicaragua), calló cuando un gobierno legítimo y electo fue derribado en Guatemala mediante una maquinación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, 1954), no movió un dedo cuando diversas democracias sudamericanas fueron demolidas en los años 70 del siglo pasado por el surgimiento de sangrientas dictaduras militares (Uruguay, Bolivia, Chile y Argentina) que, en no pocos casos, fueron impulsadas desde la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono. En épocas más recientes, el organismo panamericano fue incapaz de hacer algo para impedir un golpe de Estado en Honduras o para denunciar las conspiraciones parlamentarias que depusieron a los mandatarios Fernando Lugo, de Paraguay (2012) y Dilma Rousseff, de Brasil (2016).

A este historial deplorable se suma ahora la inopinada beligerancia del actual secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, quien lejos de contribuir a una solución pacífica a la crisis que vive Venezuela, ha atizado el conflicto, se ha colocado sin pudor alguno como activo promotor de uno de los bandos en la disputa política e institucional y ha convertido a la organización que encabeza en un ariete diplomático en contra del gobierno de Nicolás Maduro.

Con esos antecedentes y en tales circunstancias no es extraño que Caracas haya decidido abandonar la organización y recurrir, en cambio, a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), un foro más equilibrado del que están excluidos Estados Unidos y Canadá, y del que, por consiguiente, puede esperarse una acción más constructiva y propicia en el espíritu de superar la fractura venezolana por medio del diálogo y la coadyuvancia diplomática.

Con la expulsión de Cuba en 1962, perdió la OEA. Eso quedó demostrado cuando años más tarde (2009), el organismo invitó al país caribeño a reincorporarse y La Habana rechazó el llamado. Ahora, la salida voluntaria de Venezuela acentúa el deterioro y el descrédito de una instancia internacional que nunca supo estar a la altura de lo que sus integrantes latinoamericanos habrían podido esperar de ella y que, desde su fundación (1948) hasta la fecha, ha dado sobrado fundamento a su descripción popular: el ministerio de colonias de Estados Unidos”. 

El FCR como miembro del Movimiento Mexicano por la Paz y el Desarrollo, junto con el Consejo Mundial por la Paz, se solidariza con el Pueblo y el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, en su decisión libre y soberana. 

 ¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS!
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VIVA VENEZUELA SOBERANA Y LIBRE DE LA OEA*



La decisión venezolana de retirarse de la Organización de Estados Americanos (OEA) confirmó un designio experimentado ya por varios gobiernos de América Latina y el Caribe: Ningún Estado de la región que aspire al ejercicio de su independencia y soberanía puede ejercerlas plenamente mientras exista este tribunal de inquisición instaurado para garantizar el sometimiento y obediencia a la metrópoli que Washington exige.

Las naciones latinoamericanas y del Caribe cuentan ya con una Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños(CELAC) en la que pueden actuar como iguales sin imposiciones de Estados Unidos que no forma parte de la organización por decisión expresa de sus miembros, al ser constituida.

Aunque nadie puede asegurar que por ello la superpotencia cese sus empeños por reconstruir su imperio, hace tiempo que la experiencia cubana demostró que es posible a cualquier nación del hemisferio sobrevivir sin la venia de Estados Unidos, siempre que cuente con el apoyo de sus ciudadanos y la solidaridad de otros pueblos y naciones que, en aras de su propia seguridad, estén dispuestos a compartir riesgos y defensa en calidad de iguales.

A partir del triunfo de la revolución cubana, América Latina ha sido más libre y esa libertad se ha extendido a otras naciones en las que se han dado condiciones para que sus pueblos hayan podido imponer democráticamente, en las urnas, su voluntad de justicia y progreso. Pero, comoquiera que el sistema capitalista ha mantenido su vigencia, incluso en estos países que han logrado tener gobiernos progresistas y populares, se han configurado escenarios en los que la posesión de dinero, y no de virtudes, es lo que prima en las relaciones cotidianas de poder. Los nuevos gobiernos impuestos por la voluntad popular han carecido muchas veces de los recursos para regir a sus naciones de la manera más justa y los remanentes de las oligarquías nacionales, directamente conectadas con el capital internacional –por subordinación o por comunidad de intereses- disponen de más recursos que los gobiernos.

De ahí que los gobiernos de orientación progresista y anti-capitalista, como el venezolano, se hayan visto en situaciones de inferioridad respecto al control de sus economías y el favor de los medios de comunicación, factores de los que se han valido las fuerzas contrarrevolucionarias en su hostilidad contra el pueblo.
Como regla, de ellos se ha valido Estados Unidos, para fijar la orientación principal de los medios de prensa, desestabilizar las haciendas nacionales de estas naciones y mantener siempre en jaque la estabilidad de sus economías y sociedades.

Los pueblos latinoamericanos y caribeños -cada uno y en su conjunto- han tenido como principal obstáculo para sus esfuerzos unitarios desde hace 65 años a la Organización de Estados Americanos, que ha fungido siempre como administrador del sistema semicolonial de Estados Unidos que Washington creó como alternativa para el sistema colonial que tanto había combatido retóricamente en su puja contra Europa por la hegemonía global.
Las evidencias son tan claras que no es lícito caer en la trampa de analizar en sus detalles el desarrollo del conflicto que ha llevado a Venezuela a separarse de la OEA.

La OEA ha sido siempre el instrumento colectivo principal de Estados Unidos para legitimar sus acciones contra las naciones y los pueblos de América. En su seno jamás prosperaría reclamación alguna, colectiva o individual, que lesione siquiera mínimamente un interés oligárquico o imperialista. Jamás ha estado de parte de los pueblos en casos de violaciones de la democracia y los derechos humanos… siempre han respaldado al imperio y sus oligarquías.

Cuando la región ha sido víctima de intervención o agresión política, económica y militar en la que el ejecutor ha sido una potencia extra continental distinta a Estados Unidos, como fue el caso de Gran Bretaña respecto a la posesión de las islas Malvinas, la OEA, manipulada por Washington, respaldó a la corona británica.

Ahora se ha hecho aparente que, por incapacidad manifiesta, por bochornoso soborno u otra forma de degradación moral, el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, ha asumido la agenda de la CIA en su guerra contra la revolución bolivariana.

Para algunos especialistas, Washington se ha lanzado a fondo a tratar de recuperar su valiosísima semicolonia de Venezuela. A ese fin ha sacrificado a uno de sus más servibles emisarios encubiertos, el uruguayo Luis Almagro, cuya ubicación al frente de la cancillería de Montevideo, en estudiada ruta para llegar a situarse al frente de su ministerio de colonias (la OEA) debe haber sido fruto de complejas jugadas de alta política que algún día se conocerán.

* Manuel E. Yepe: Miembro del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos. Mayo 2 de 2017.
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VENEZUELA: EL MUNDO INVERTIDO*


Es inocultable que en Venezuela se enfrentan dos proyectos de nación. Por una parte, el defendido por las fuerzas bolivarianas, inspiradas en el legado popular y posneoliberal de Hugo Chávez; y por la otra, el defendido por una oposición empeñada en cancelar las conquistas sociales alcanzadas y restaurar el neoliberalismo. En ese marco se despliegan los conflictos políticos de los últimos años.

Incapaz de ganarle el poder al chavismo en buena lid, en el transcurso de veinticinco procesos electorales, a partir de 2014 la derecha venezolana ha decidido patear el tablero, procurar la desestabilización y crear una situación de caos, en la esperanza de que una fuerza externa intervenga en su favor, so pretexto de poner el “orden” en el país. El plan cuenta con dos brazos, actuando en coordinación: internamente, los grupos de oposición sabotean la economía, atacan el sistema institucional y promueven acciones violentas, con el fin de proyectar una imagen de trastorno generalizado; y desde el exterior, una coalición de países, siguiendo el guión trazado por Washington, atiza las llamas, realiza una implacable campaña de desprestigio contra el gobierno bolivariano y escala los gestos intervencionistas contra Venezuela.   
    
Todos los movimientos políticos y diplomáticos de los últimos años en torno a Venezuela apuntan hacia las maquinaciones de Estados Unidos, quien ha maniobrado principalmente desde la OEA para conformar una coalición de once países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, Perú y Uruguay) que trabajan sumisamente en la consecución del plan.

La posición sesgada de dicho grupo de países es descarada: critica los disturbios en Venezuela, dando por hecho que invariablemente la violencia viene del gobierno. Esto es contrario a la evidencia que cualquier observador juicioso puede apreciar. Casi sin excepción, en las manifestaciones de la oposición se advierten los actos agresivos y destructivos, especialmente los realizados por los comandos encapuchados que acompañan las marchas: quema de instalaciones y vehículos públicos, saqueos, bloqueos de las vías de comunicación, e incluso atentados contra la vida de ciudadanos que se han consumado en decenas de muertos. 

Pero la imagen que se proyecta es que en Venezuela impera la “ingobernabilidad” y la anarquía, como fruto de las acciones autoritarias del gobierno, mientras la oposición de derecha es la víctima de los abusos. La propaganda invierte la realidad: incluso la intervención de las fuerzas del orden para contener el vandalismo, es convertida por la manipulación de los medios en “represión” gubernamental. En verdad, los grupos enfrentados entre sí que componen la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD) buscan apoderarse del poder mediante procedimientos violentos y antidemocráticos, mientras claman por la democracia.

Venezuela es el país de las paradojas. Unos ejemplos. Mientras el sector privado controla dos terceras partes de los medios electrónicos (radio y televisión) contra el cinco por ciento en manos del Estado, y el 97 por ciento de los diarios son privados, en ambos casos casi todos abiertamente inclinados en favor de la oposición (desde donde se llama incluso al derrocamiento del gobierno), la derecha dice ante el mundo —y las transnacionales de la propaganda le hacen eco— que en el país no hay libertad de prensa ni de expresión.

Mientras la derecha organiza largos ciclos de manifestaciones, con lujo de agresividad y orgiásticos actos de desórdenes y vandalismo (lo ilustran las “guarimbas” de 2014, las marchas de 2015-2016 y las que van durante este año), se asegura que en Venezuela están conculcadas las libertades de manifestación y protesta.

Mientras la derecha ha intentado romper el orden constitucional al desconocer el poder electoral cada vez que se le presenta la ocasión (excepto cuando obtiene una victoria comicial), al hacer caso omiso de las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia (máxima corte constitucional) y, desde la asamblea legislativa bajo su control desde 2015, al pretender repetidas veces la destitución ilegal del presidente de la república, esa misma oposición grita a los cuatro vientos que en el país se ha roto el “estado de derecho”, que el gobierno ha dado un “golpe de Estado” y que el presidente Nicolás Maduro es un “dictador”.

Mientras la coalición de derecha, estrechamente aliada con las grandes empresas y el sector de comercial y de servicios, hace todo lo posible por torpedear la economía, trastrocar el abasto de productos y fomentar la escasez de bienes básicos, dificultando los planes gubernamentales para resolver los problemas (el ejemplo más reciente de ese esfuerzo es la organización de los Consejos Locales de Abastecimiento y Producción), la oposición atribuye todos las dificultades del país a la “ineficiencia” del gobierno y se apresura a presentar la situación como un escenario de “emergencia humanitaria”.

Mientras según los indicadores más confiables (el índice Gini y otras evaluaciones de organismos internacionales) Venezuela alcanza condiciones ventajosas en materia de alimentación, salud, educación, etc., y exhibe logros en el combate a la desigualdad y la pobreza, que la colocan incluso por encima de países que están en la primera línea de combate contra el gobierno Bolivariano (como México, Brasil o Colombia), la derecha venezolana propaga que el país se encuentra en la desolación, el hambre y prácticamente al borde del abismo. Todo ello es difundido por los medios masivos, amplificado por las agencias norteamericanas y respaldado por los gobiernos cómplices de Latinoamérica y Europa.

No es de extrañar que sea la OEA, justamente calificada como el ministerio de colonias de los Estados Unidos, la principal trinchera en que se han posicionado los agresores contra Venezuela. Aquélla ya tiene una larga trayectoria en el papel de convalidar los ataques contra las manifestaciones de independencia que surgen en Latinoamérica. Esa negra historia es extensa. A manera de ejemplo, basta recordar la invasión de la República Dominicana en 1965: la OEA dio la cobertura a Estados Unidos para agredir a ese país con 42 mil marines, atacar a los rebeldes sin piedad y frustrar la gesta popular. A ojos vistas, la derecha venezolana, la OEA (con Luis Almagro como el peón más visible) y el grupo de países que clama por la “vuelta a la democracia” en Venezuela, están preparando las condiciones para que se realice una agresión contra la patria de Bolívar.

Los países latinoamericanos que participan en el activo intervencionismo contra Venezuela están haciendo un encargo penoso, grotesco. No es difícil demostrar, punto por punto, que los hechos alegados para configurar una situación de “emergencia humanitaria” en aquel país o para suponer que se ha “cancelado” el sistema democrático, carecen de todo fundamento. Pero lo que causa pasmo es que sean los gobiernos de países en los que los parámetros básicos de la vida democrática son tan precarios y, en varios casos, francamente catastróficos, los que estén clamando contra Venezuela. Podría hacerse un cuadro comparativo en el que los países “críticos” no quedarían muy bien parados.

Qué pensar, por ejemplo, de la situación “democrática” del Brasil actual, cuyo gobierno es fruto de un bochornoso golpe de Estado parlamentario. El caso de México es aún más patético. El actual gobierno de Peña Nieto ha roto con una larga tradición diplomática que se sustentaba en el respecto a la autodeterminación de los pueblos y la no intervención en los asuntos de otros Estados. Y lastimosamente esto se hace en un momento en que México está fuertemente amenazado por el coloso del Norte. Por lo demás, exhibiendo tasas de pobreza que alcanzan más de la mitad de su población, según datos oficiales, y sumido desde hace tres lustros en una terrible situación que involucra cifras brutales de asesinatos, desapariciones, secuestros, etc., ¿puede México ser tomado por su gobierno como plataforma para rasgarse las vestiduras por la “penuria” e “inseguridad” venezolana?

Como fuere, en suma, es claro el propósito que anima las acciones internas y externas contra Venezuela. Se busca derribar el gobierno de Maduro, democráticamente electo; y dar continuidad a la contraofensiva neoliberal, con el fin cerrar el círculo de la vuelta a gobiernos sumisos ante Washington, con sociedades cada vez más desiguales y controladas por las pequeñas y mezquinas oligarquías locales. En el caso de Venezuela existe un plus que exacerba el ataque contra la Revolución Bolivariana: las inmensas ganas del imperio de apoderarse de las más grandes reservas petrolíferas del mundo.
* Héctor Díaz Polanco, Maestro e Investigador
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UN CANTO PARA BOLÍVAR*


Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire
de toda nuestra extensa latitud silenciosa,
todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada:
tu apellido la caña levanta a la dulzura,
el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar,
el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,
la patata, el salitre, las sombras especiales,
las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,
todo lo nuestro viene de tu vida apagada,
tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,
tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre.

Tu pequeño cadáver de capitán valiente
ha extendido en lo inmenso su metálica forma,
de pronto salen dedos tuyos entre la nieve
y el austral pescador saca a la luz de pronto
tu sonrisa, tu voz palpitando en las redes.

De qué color la rosa que junto a tu alma alcemos?
Roja será la rosa que recuerde tu paso.
Cómo serán las manos que toquen tu ceniza?
Rojas serán las manos que en tu ceniza nacen.
Y cómo es la semilla de tu corazón muerto?
Es roja la semilla de tu corazón vivo.

Por eso es hoy la ronda de manos junto a ti.
Junto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella,
y otra más, hasta el fondo del continente oscuro.
Y otra mano que tú no conociste entonces
viene también, Bolívar, a estrechar a la tuya:
de Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro,
de la cárcel, del aire, de los muertos de España
llega esta mano roja que es hija de la tuya.

Capitán, combatiente, donde una boca
grita libertad, donde un oído escucha,
donde un soldado rojo rompe una frente parda,
donde un laurel de libres brota, donde una nueva
bandera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora,
Bolívar, capitán, se divisa tu rostro.
Otra vez entre pólvora y humo tu espada está naciendo.
Otra vez tu bandera con sangre se ha bordado.
Los malvados atacan tu semilla de nuevo,
clavado en otra cruz está el hijo del hombre.

Pero hacia la esperanza nos conduce tu sombra,
el laurel y la luz de tu ejército rojo
a través de la noche de América con tu mirada mira.
Tus ojos que vigilan más allá de los mares,
más allá de los pueblos oprimidos y heridos,
más allá de las negras ciudades incendiadas,
tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace:
tu ejército defiende las banderas sagradas:
la Libertad sacude las campanas sangrientas,
y un sonido terrible de dolores precede
la aurora enrojecida por la sangre del hombre.
Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos.
La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron,
de nuestra joven sangre venida de tu sangre
saldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos.

Yo conocí a Bolívar una mañana larga,
en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,
Padre, le dije, eres o no eres o quién eres?
Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:
"Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo".

*Pablo Neruda. Chile 1904-1973
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Miopía o mala fe de quienes critican al gobierno de Venezuela, pero callan las violaciones a los Derechos Humanos y el terror que hay en México. Ven la paja en el ojo ajeno…

Por la libertad de expresión; exigimos se investigue y se castigue, a quienes con pistola en la nuca, amenazaron al actor Héctor Suárez, para callar sus críticas al gobierno. 

El FCR; Saluda al V Seminario Internacional de Paz y por la Abolición de las Bases Militares Extranjeras, del 4 al 6 de mayo en Guantanamo Cuba. Y felicita a los trabajadores y a los maestros en éste mes de mayo, ellos son los verdaderos forjadores de la PATRIA.