LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







11 julio 2011

¿HAY DEMOCRACIA EN MÉXICO?



Desde el punto de vista formal, se afirmaría que sí existe la Democracia en México, porque hay elecciones para elegir a los gobernantes, hay partidos políticos y cualquiera puede aspirar a ser candidato a un puesto de elección popular.

Sin embargo analizando un poco más a fondo y partiendo de la definición clásica de lo que es la Democracia: “El Gobierno del Pueblo, para el Pueblo”, vemos en general que esto no se cumple en nuestro país, ya que los gobernantes velan y se preocupan más por sus intereses y los de unos cuantos, que a quienes dicen representar.

A pesar que se menciona que las elecciones son limpias, esto no es cierto, ya que el árbitro (los Institutos electorales)  permiten el juego sucio, con dispendio de  recursos y la saturación en  los medios de quienes tienen mayor poder económico, por lo que las campañas electorales se vuelven inequitativas.

Las recientes elecciones del 3 de julio son una muestra  de  esta triste realidad, puesto que prevaleció el clientelismo, el poder del dinero y de los medios para definir los resultados. En este escenario no fue una sorpresa que se haya impuesto el denominado nuevo PRI, pero con viejas prácticas y  mañas.
 
Un factor que no hay que perder de vista, es que  el voto de las mujeres, los jóvenes, los de menos ingresos y menor nivel educativo, favorecieron al menos en el Edo. de México al candidato mediático, lo que demuestra que hay muy poca memoria histórica y mucha influencia de la televisión, sin embargo hay que reconocer por el momento que esa es la mayoría del pueblo; el que prefiere ver un partido de futbol o una telenovela, que escuchar las realidades que nos aquejan.

Evidentemente  no sólo fueron las viejas prácticas clientelares, las que determinaron los resultados, sino también los errores de los otros partidos contendientes, por el lado del PAN el desprestigio y  la ineptitud de FECAL, fueron los factores para hundirlo hasta el último lugar, y por el lado de la izquierda, la división y los pleitos de las tribus, son la factura que el electorado le cobró.

El regreso del PRI con sus viejas prácticas, lejos de ser un triunfo para la democracia, significa un retroceso para el pueblo, pero en la lógica de la gente, se prefiere la corrupción ya conocida que la ineptitud de los ahora conocidos del PAN, o la confusión del PRD.

Los resultados de esta elección, deben llevar a la crítica y  la autocritica de la izquierda, dejar  los dogmatismos y las divisiones, no fue suficiente haber tenido al mejor candidato y con mayor experiencia, para quedar lejos del ganador en los resultados finales.

La democracia, no se ejerce solo en tiempos de elecciones, sino que es un proceso permanente en dónde el pueblo debe de participar organizadamente en la toma de decisiones, la gente debe aprender sin paternalismos a resolver sus problemas cotidianos, para que desde la base se construya la verdadera democracia y hacer efectivo  que el gobierno sea del pueblo y para el pueblo.

¡Animo, hay que seguir adelante, y ni un pasó atrás!

¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS!
............................................................................................................................................................................


 ADOLFO SÁNCHEZ VAZQUEZ*
( Cadiz, España 17/IX/1915 - Cd. de México 8/VII/2011)
                                                                            

POR QUÉ SER MARXISTA HOY
Discurso pronunciado al ser investido "doctor honoris causa" por la Universidad de La Habana, 16 de septiembre de 2004.

Distinguidos miembros del Consejo Universitario de la Universidad de La Habana.
Doctor Juan Vela Valdés, rector de esta universidad,
Profesores y estudiantes,
Compañeros y amigos:

La decisión del Consejo Universitario de la Universidad de La Habana de otorgarme el grado de doctor honoris causa, me ha conmovido tan profundamente que la expresión de mi agradecimiento resultaría pobre e insuficiente. Pero no puedo dejar de decir que tan alta y honrosa distinción la aprecio, sobre todo, por provenir de una institución universitaria que, junto a sus elevadas contribuciones académicas, tanto ha dado al realce y a la realización de los valores que más podemos estimar: la verdad, la justicia, la dignidad humana, así como la soberanía nacional, la solidaridad, la convivencia pacífica y el respeto mutuo entre los pueblos. 

A continuación voy a dedicar mi discurso de investidura a la obra que tan generosamente se reconoce con el grado de doctor honoris causa. Y, por supuesto, no para juzgarla, pues yo sería el menos indicado para ello, sino para reivindicar el eje filosófico, político y moral en torno al cual ha girado toda ella: o sea, el marxismo. Pero no sólo el marxismo como conjunto de ideas, sino como parte de la vida misma, o más exactamente: de ideas y valores que han alentado la lucha de millones de hombres que han sacrificado en ella su tranquilidad y, en muchos casos, su libertad e incluso la vida. 

Ahora bien, ¿por qué volver, en estos momentos, sobre este eje, fuente o manantial teórico y vital? Porque hoy, más que en otros tiempos, se pone en cuestión la vinculación entre sus ideas y la realidad, entre su pensamiento y la acción. 

Cierto es que el marxismo siempre ha sido no sólo cuestionado, sino negado por quienes, dados su interés de clase o su privilegiada posición social, no pueden soportar una teoría crítica y una práctica encaminadas a transformar radicalmente el sistema económico-social en el que ejercen su dominio y sus privilegios. Pero no es éste el cuestionamiento que ahora tenemos en la mira, sino el que cala en individuos o grupos sociales, ciertamente perplejos o desorientados, aunque no están vinculados necesariamente con ese interés de clase o privilegiada posición social. 

Esta perplejidad y desorientación, que se intensifica y amplía bajo el martilleo ideológico de los medios masivos de comunicación, sobre todo desde el hundimiento del llamado "socialismo real", constituye el caldo de cultivo del cuestionamiento del marxismo, que puede condensarse en esta lacónica pregunta: ¿se puede ser marxista hoy? O con otras palabras: ¿tiene sentido en el alba del siglo XXI pensar y actuar remitiéndose a un pensamiento que surgió en la sociedad capitalista de mediados del siglo XIX? 

Ahora bien, para responder a esta pregunta habría que tener una idea, por mínima que sea, de lo que entendemos por marxismo, dada la pluralidad de sus interpretaciones. Pues bien, teniendo esto presente, y sin pretender extender certificados de "pureza", se puede entender por él -con base en el propio Marx- un proyecto de transformación del mundo realmente existente, a partir de su crítica y de su interpretación o conocimiento. 

En cuanto teoría de vocación científica, el marxismo pone al descubierto la estructura del capitalismo, así como las posibilidades de su transformación inscritas en ella, y, como tal, tiene que asumir el reto de toda teoría que aspire a la verdad: el de poner a prueba sus tesis fundamentales contrastándolas con la realidad y con la práctica. De este reto el marxismo tiene que salir manteniendo las tesis que resisten esa prueba, revisando las que han de ajustarse al movimiento de lo real o bien abandonando aquellas que han sido invalidadas por la realidad. Pues bien, veamos, aunque sea muy sucintamente, la situación de algunas de sus tesis básicas con respecto a esa triple exigencia. 

Por lo que toca a las primeras, encontramos tesis que no sólo se mantienen, sino que hoy son más sólidas que nunca, ya que la realidad no ha hecho más que acentuar, ahondar o extender lo que en ellas se ponía al descubierto. Tales son, para dar sólo unos cuantos ejemplos, las relativas a la naturaleza explotadora, depredadora, del capitalismo; a los conceptos de clase, división social clasista y lucha de clases; a la expansión creciente e ilimitada del capital que, en nuestros días, prueba fehacientemente la globalización del capital financiero; al carácter de clase del Estado; a la mercantilización avasallante de toda forma de producción material y espiritual; a la enajenación que alcanza hoy a todas las formas de relación humana: en la producción, en el consumo, en los medios masivos de comunicación, etcétera, etcétera. 

En cuanto a las tesis o concepciones que habría que revisar para ajustarlas al movimiento de lo real, está la relativa a las contradicciones de clase que, sin dejar de ser fundamentales, tienen que conjugarse con otras importantes contradicciones en la sociedad actual: nacionales, étnicas, religiosas, ambientales, de género, etcétera. Y por lo que toca a la concepción de la historia hay que superar el dualismo que se da en los textos de Marx, entre una interpretación determinista e incluso teleológica, de raíz hegeliana, y la concepción abierta según la cual "la historia la hacen los hombres en condiciones determinadas". Y que, por tanto, depende de ellos, de su conciencia, organización y acción, que la historia conduzca al socialismo o a una nueva barbarie. Y están también las tesis, que han de ser puestas al día acerca de las funciones del Estado, así como las del acceso al poder, cuestiones sobre las cuales ya Gramsci proporcionó importantes indicaciones. 

Finalmente entre las tesis o concepciones de Marx y del marxismo clásico que hay que abandonar, al ser desmentidas por el movimiento de la realidad, está la relativa al sujeto de la historia. Hoy no puede sostenerse que la clase obrera sea el sujeto central y exclusivo de la historia, cuando la realidad muestra y exige un sujeto plural, cuya composición no puede ser inalterable o establecerse a priori. Tampoco cabe sostener la tesis clásica de la positividad del desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas, ya que este desarrollo minaría la base natural de la existencia humana. 

Ahora bien, reafirmada esta salud teórica del marxismo, hay que subrayar que éste no es sólo, ni ante todo una teoría, sino fundamental y prioritariamente, una práctica, pues recordemos, una vez más, que "de lo que se trata es de transformar el mundo" (Tesis XI sobre Feuerbach de Marx). Pues bien, si de eso se trata, es ahí, en su práctica, donde la cuestión de si tiene sentido ser marxista hoy, ha de plantearse en toda su profundidad. 

Ciertamente, puede afirmarse sin exagerar, que ningún pensamiento filosófico, político o social ha influido, a lo largo de la historia de la humanidad, tanto como el marxismo en la conciencia y conducta de los hombres y de los pueblos. 

Para encontrar algo semejante habría que buscarlo fuera de ese pensamiento, no en el campo de la razón, sino en el de la fe, propio de las religiones como budismo, cristianismo o islamismo, que ofrecen una salvación ilusoria de los sufrimientos terrenales en un mundo supraterreno. Para el marxismo, la liberación social, humana, hay que buscarla aquí y desde ahora con la razón y la práctica que han de conducir a ella. 

Aunque sólo fuera por esto, y el "esto" tiene aquí una enorme dimensión, el marxismo puede afrontar venturosamente su cuestionamiento en el plano de práctica encaminada a mejorar las condiciones de existencia de los trabajadores, así como en las luchas contra los regímenes autoritarios o nazifascistas o por la destrucción del poder económico y político burgués. Los múltiples testimonios que, con este motivo, podrían aportarse favorecen esta apreciación positiva de su papel histórico-práctico, sin que éste signifique, en modo alguno, ignorar sus debilidades, sombras o desvíos en este terreno, ni tampoco las aportaciones de otras corrientes políticas o sociales: demócratas radicales, socialistas de izquierda, diferentes movimientos sociales, o de liberación nacional, anarquistas, teología de la liberación, etcétera. 

Puesto que no es tan fácil negar el carácter liberador, emancipatorio, del pensamiento de Marx y del marxismo clásico, los ideólogos más reaccionarios, pero también más perspicaces del capitalismo, tratan de sostener la imposibilidad de la realización del socialismo. Y para ello recurren a diversas concepciones idealistas del hombre, la historia y la sociedad. Unas veces apelan a una supuesta naturaleza humana inmutable -egoísta, competitiva-, propia en verdad del homo economicus capitalista, incompatible con la fraternidad, solidaridad y cooperación indispensable en una sociedad socialista. Otras veces se valen de la concepción teleológica de la historia que decreta -muy hegelianamente- la inviabilidad del socialismo al llegar aquélla a su fin con el triunfo del capitalismo liberal, o más exactamente neoliberal.
Como es fácil advertir, en todos estos casos se persigue o alimenta el mismo fin: confundir las conciencias, desmovilizarlas y cerrar así el paso a la organización y la acción necesarias para construir una alternativa social al capitalismo y, por tanto, a todo pensamiento que -como el marxista- contribuya a ella. 

Ahora bien, aun reconociendo la falsedad de los supuestos ideológicos en que se apoyan estos intentos descalificadores, así como los intereses de clase que los promueven, es innegable que, a raíz del hundimiento del "socialismo real", se da un descrédito de la idea de socialismo y un declive de la recepción y adhesión al marxismo. Y ello cuando la alternativa al capitalismo, en su fase globalizadora, se ha vuelto más imperiosa no sólo porque sus males estructurales se han agravado, sino también porque al poner el desarrollo científico y tecnológico bajo el signo del lucro y la ganancia, amenaza a la humanidad con sumirla en la nueva barbarie de un holocausto nuclear, de un cataclismo geológico o de la supeditación de los logros genéticos al mercado. 

De tal manera que, en nuestros días, el agresivo capitalismo globalizador hegemonizado por Estados Unidos, al avasallar, con sus guerras preventivas, la soberanía y la independencia de los pueblos, al hacer añicos la legalidad internacional, al volver las conquistas de la ciencia y la técnica contra el hombre y al globalizar los sufrimientos, humillaciones y la enajenación de los seres humanos, atenta no sólo contra las clases más explotadas y oprimidas y contra los más amplios sectores sociales, sino también contra la humanidad misma, lo que explica el signo anticapitalista de las recientes movilizaciones contra la guerra y de los crecientes movimientos sociales altermundistas en los que participan los más diversos actores sociales. 

La emancipación social y humana que el marxismo se ha propuesto siempre pasa hoy necesariamente por la construcción del dique que detenga esta agresiva y antihumana política imperial estadunidense. Pues bien, en la construcción de ese dique al imperialismo que tantos sufrimientos ha infligido al pueblo cubano, está hoy sin desmayo, como siempre, y fiel a sus orígenes martianos, la Revolución Cubana.
Llegamos al final de nuestro discurso con el que pretendíamos responder a la cuestión de si se puede ser marxista hoy. Y nuestra firme respuesta al concluir, es ésta: puesto que una alternativa social al capitalismo -como el socialismo- es ahora más necesaria y deseable que nunca, también lo es, por consiguiente, el marxismo que contribuye -teórica y prácticamente- a su realización. Lo cual quiere decir, a su vez, que ser marxista hoy significa no sólo poner en juego la inteligencia para fundamentar la necesidad y posibilidad de esa alternativa, sino también tensar la voluntad para responder al imperativo político-moral de contribuir a realizarla. 

* Tras estudiar Filosofía en la Universidad de Madrid, emigró a México en 1939 junto a otros miles de intelectuales, científicos y artistas, tras la caída de la Segunda República Española, durante la Guerra Civil. Obtuvo el doctorado en Filosofía por la UNAM, donde impartió clases como profesor emérito. Fue presidente de la Asociación Filosófica de México Adoptó una versión abierta, renovadora, crítica y no dogmática del marxismo.

 ....................................................................................................................................................................................................................................................

FACUNDO CABRAL VIVIÓ ENTRE LA PROTESTA, EL COMPROMISO SOCIAL Y LA ESPIRITUALIDAD

 "Hay una sola religión: el AMOR... Un sólo lenguaje: el del CORAZÓN... Una sola raza: la HUMANIDAD....".

El cantautor argentino Facundo Cabral, quien fue asesinado el viernes 8 de julio en Guatemala, forjó una carrera musical que navegó entre la canción protesta, el compromiso social y la reflexión espiritual, con decenas de éxitos que le llevaron a recorrer los escenarios del mundo.

Cabral nació el 22 de mayo de 1937 en la ciudad bonaerense de La Plata y su primera infancia estuvo marcada por el abandono del hogar de su padre, Rodolfo, por lo que su madre, Sara, quedó a cargo de varios hijos y resolvió mudarse a Tierra del Fuego, en el extremo sur de Argentina. A los 8 años, su familia se muda a la ciudad bonaerense de Tandil, donde trabajó en tareas rurales y tomó contacto con la música folclórica.
De comportamiento rebelde, fue internado en un reformatorio, del que escapó. Conoció luego a Simón, un vagabundo que, según relató Cabral alguna vez, le hizo descubrir a Dios al recitarle el Sermón de la Montaña y, además, dar el empujón inicial a su carrera musical pues aquella experiencia le movió a componer su primera canción “Vuele bajo”.

Con su guitarra al hombro, pocos años después, se mudó a la turística ciudad bonaerense de Mar del Plata, donde el dueño de un hotel le dio la oportunidad de cantar en público por primera vez, el Indio Gasparino fue el nombre artístico que eligió para grabar sus primeros discos.

En 1970 grabó “No soy de aquí, ni soy de allá”, que le dio fama internacional, al punto de compartir escenarios y estudios de grabación con artistas como Alberto Cortez, Julio Iglesias, Pedro Vargas y Neil Diamond, entre otros.
 
Su obra se caracterizó por su mensaje espiritual y su tono de crítica social y protesta, rasgo éste último por el que se vio obligado a exiliarse en 1976, con el advenimiento de la dictadura militar que asoló Argentina hasta 1983.

Desde México, su nuevo hogar, prosigue con su carrera musical y sus presentaciones en todo el mundo. Ya consagrado, regresa en 1984 a Argentina, donde cosecha gran éxito con la venta de discos y llenos totales en sus conciertos. A mediados de la década de los noventa se une a Alberto Cortez para el espectáculo “Lo Cortez no quita lo Cabral”, donde combinaron humor y poesía con los temas que dieron fama a ambos artistas.

En 1996, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a Cabral “Mensajero Mundial de la Paz” por su constante llamado a la paz y al amor. En 2008 fue nominado al premio nobel.

Grabo decenas de discos, como “No estás deprimido, estás distraído”, “Cantar sólo cantar” y “Cortecías y Cabralidades”, éste último uno de los tanto junto a Cortez. También  escribió varios libros, una de decena de ellos editados, entre ellos “Borges y yo”, donde repasa sus diálogos con el célebre escritor argentino.

No soy de aquí, ni soy de allá, no tengo edad, ni porvenir, y ser feliz es mi color de identidad...

Pensé que Facundo Cabral era argentino, al escucharlo comprobé que era patrimonio de la Humanidad…..

EL FCR LAMENTA Y CONDENA EL COBARDE ASESINATO DE FACUNDO CABRAL.
PARA LA JUVENTUD LATINOAMÉRICANA DE LOS AÑOS 70s Y 80s, FUE SIMBOLO DE LA LUCHA ANTIFASCISTA Y  POR  LA LIBERTAD Y LA JUSTICIA DE NUESTROS PUEBLOS
 
 El FCR CONVOCA A LA MARCHA DE SOLIDARIDAD CON CUBA EL 26 DE JULIO, DEL HEMICICLO A JUAREZ A LA EMBAJADA NORTEAMERICANA A LAS 5 P.M