LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







06 noviembre 2017

100 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE

 ¡Paz, Pan y Tierra!  ¡Todo el Poder a los Soviets!  

Al abordar el estudio de la sublevación bolchevique, es importante tener en cuenta que no fue el 25 de octubre (7 de noviembre) de 1917, sino muchos meses antes, cuando se produjo la desorganización de la vida económica y del ejército rusos, término lógico de un proceso que se remontaba al año de 1915. Los reaccionarios sin escrúpulos que dominaban la corte del zar habían decidido, deliberadamente, el hundimiento de Rusia, a fin de poder concentrar una paz separada con Alemania. La falta de armas en el frente, que tuvo como consecuencia la gran retirada del verano de 1915; la escasez de víveres en los ejércitos y en las grandes ciudades, el cese de la producción y de los transportes en 1916, todo ello formaba parte de un gigantesco plan de sabotaje, que la revolución de febrero vino a contener a tiempo.

Durante los primeros meses del nuevo régimen, en efecto, a pesar de la confusión consiguiente a un gran movimiento revolucionario como el que acababa de liberar a un pueblo de 160 millones de hombres, el más oprimido del mundo entero, la situación interior, así como la potencia combativa de los ejércitos, mejoraron sensiblemente. Pero esta "luna de miel" duró poco. Las clases poseedoras querían una revolución solamente política que, arrancando el poder al zar, se lo entregara a ellas. Querían hacer de Rusia una república constitucional a la manera de Francia o de los Estados Unidos, o incluso una monarquía constitucional como la de Inglaterra. Ahora bien, las masas populares querían una verdadera democracia obrera y campesina.

Ahora bien, fueron precisamente esos elementos, las clases poseedoras, quienes, viendo crecer el poderío de las organizaciones revolucionarías de la masa, decidieron destruirlas, costase lo que costase, y poner una barrera a la revolución. Dispuestos a alcanzar sus objetivos, recurrieron a maniobras desesperadas. Para derribar el ministerio Kerenski y aniquilar a los Soviets, desorganizaron los transportes y provocaron perturbaciones interiores; para reducir a los Comités de fábrica, cerraron las fábricas e hicieron desaparecer el combustible y las materias primas; para acabar con los Comités del ejército restablecieron la pena de muerte y trataron de provocar la derrota militar.

Esto era, evidentemente, arrojar aceite, y del mejor, al fuego bolchevique. Los bolcheviques respondieron predicando la guerra de clases y proclamando la supremacía de los Soviets.

Los Bolcheviques constituyeron un gabinete con Lenin como presidente del Consejo y Trotski como ministro de Asuntos Extranjeros. Poco después de la revolución de febrero, su llegada al poder aparecía como inevitable. La historia de los bolcheviques, después de la revolución, es la historia de su ascensión constante.

Lejos de ser una fuerza destructiva, me parece que los bolcheviques eran en Rusia el único partido con un programa constructivo y capaz de imponer ese programa al país. Si no hubiesen triunfado en el momento que lo hicieron, no hay apenas duda para mí de los que los ejércitos de la Alemania imperial habrían entrado en Petrogrado y Moscú en diciembre, y de que un zar cabalgaría hoy de nuevo sobre Rusia.

Independientemente de lo que se piense sobre el bolchevismo, es innegable que la revolución rusa es uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, y la llegada de los bolcheviques al poder, un hecho de importancia mundial.

Prologo; 10 DÍAS QUE CAMBIARON EL MUNDO
 *John Reed. R. Nueva York, 1 de enero de 1919. 

¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS!

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DE MARZO A OCTUBRE


¡A los ciudadanos de Rusia!

El Gobierno Provisional ha sido depuesto. El Poder del Estado ha pasado a manos del Comité Militar Revolucionario, que es un órgano del Sóviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado y se encuentra al frente del proletariado y de la guarnición de la capital.

Los objetivos por los que ha luchado el pueblo —la propuesta inmediata de una paz democrática, la supresión de la propiedad agraria de los terratenientes, el control obrero de la producción y la constitución de un Gobierno Soviético— están asegurados.

¡Viva la revolución de los obreros, soldados y campesinos!

El Comité Militar revolucionario del Sóviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado

25 de octubre [7 de noviembre] de 1917, [escrito por Lenin]

El siglo XX llegó a Rusia marcado por la crisis económica. La quiebra de la Bolsa de San Petersburgo, la caída del precio del petróleo y de la producción industrial destruyeron un gran número de puestos de trabajo. Las huelgas se multiplicaron exponencialmente desde 1903, cuando, además, el desastre de la guerra con Japón mostró con toda su crudeza la debilidad del Ejército zarista. En aquel ambiente de profundo deterioro y desconcierto, el 9 de enero de 1905 una gran marcha pacífica, que pretendía entregar al zar un manifiesto de reivindicaciones, fue brutalmente reprimida: el Domingo Sangriento provocó durante los meses siguientes el levantamiento de decenas de miles de obreros y soldados hasta que, a finales de octubre, lograron que el propio Nicolás II aceptara, al menos en teoría, un programa de reformas.

Pronto rectificó la autocracia zarista con el objeto de mantener intactas sus prerrogativas. De hecho, las cuatro sucesivas Dumas reunidas entre la segunda mitad de 1906 y febrero de 1917 resultaron inoperantes ante la reacción del poder, contraria a las transformaciones político-institucionales que, impulsadas por los liberales -sobre todo en las dos primeras ocasiones-, proponían un modelo de Estado con una constitución homologable a las occidentales. Ni la demanda de reforma agraria, ni la de separación Iglesia-Estado o de autonomía para la Asamblea Legislativa, entre otras aspiraciones de los sectores reformistas, obtuvieron respuesta positiva del zar.

En un clima de tensión permanente, las propuestas liberales se vieron sobrepasadas por las de mencheviques, social-revolucionarios y bolcheviques. Estos grupos de oposición, se fortalecían ahora que las expectativas de cambio eran refutadas por la creciente represión contra los críticos del régimen. Los bolcheviques contaban con un líder en el exilio, Vladimir Ilich Lenin, cuya incisiva capacidad teórica para el análisis de la realidad rusa se conjugaba con unas dotes especiales de estratega en el terreno práctico.

Para agravar el estado de cosas, la entrada de Rusia en la Gran Guerra fue desastrosa. Las enormes pérdidas humanas, cifradas en millones de personas, obligaron a la movilización de reservistas mientras el hambre y el descontento crecían exponencialmente. La propaganda antibelicista, hábilmente conducida por los opositores, se convertía en una crítica a la autocracia, en una exaltada llamada no ya a la reforma, sino a la revolución: el régimen  masacraba a su pueblo enviándolo al frente para preservar el prestigio del zar.

Provocados por la conflagración, los destrozos en la agricultura, la paralización industrial, el colapso de la mayor parte de las rutas comerciales -con la consiguiente escasez de suministros y recambios para la maquinaria- repercutían en el territorio ruso y se agravaban por la falta de mano de obra especializada y por la huida masiva de capitales. Todo ello afectaba no sólo a la mayoría de la sociedad, ya de por sí empobrecida, sino también a la élite que había mantenido casi incólume su apoyo a Nicolás II. Las fisuras en el grupo de poder quedaron de manifiesto con el asesinato, en diciembre de 1916, del monje Rasputín, un oscuro personaje de gran predicamento con el zar y la zarina.

Los pilares del sistema comenzaban a resquebrajarse y continuaron haciéndolo aquel invierno, que trajo consigo el encarecimiento de los artículos de primera necesidad (cuyo precio se multiplicó por cinco y seis), el cierre constante de fábricas y el fatídico aumento del paro. En enero de 1917 el movimiento obrero, controlado por los revolucionarios, se lanzó a la huelga general en las grandes capitales, sobre todo Moscú y Petrogrado -una denominación menos germánica para San Petersburgo-. Su fuerza crecía a la par que perdía apoyos la autocracia. A finales de febrero miles de soldados, desobedeciendo a sus oficiales, se negaron a reprimir las manifestaciones, uniéndose a aquellos a quienes debían perseguir. Los sóviets o consejos obreros,  demostraron su talento organizativo a la hora de ocupar sedes oficiales, controlar el sistema de transporte y de abastecimiento e, incluso, retener a los ministros zaristas. 

Ante la imposibilidad de preservar la autoridad, el 2 de marzo Nicolás II renunció a sus derechos y a los de su hijo en favor de su hermano, el gran duque Miguel, que los rehusó. Lo que más tarde se conocería como la Revolución de Febrero había triunfado y suponía el fin de la dinastía Romanov. La inestabilidad agudizada por la victoria revolucionaria produjo una dualidad de poderes. Por un lado, el sóviet de Petrogrado parecía controlar la situación de hecho y, por otro, la Duma había designado un Gobierno provisional para cubrir el vacío generado por la abdicación del zar: al cual, inmediatamente las potencias occidentales lo reconocieron.

La nueva etapa abierta por el Gobierno Provisional duró hasta octubre y fue un completo fracaso. Entre marzo y mayo el Gobierno dirigido por los liberales no contentó a nadie y ofreció una imagen de escasa solvencia. No había sacado a Rusia de la guerra, posponiendo la decisión ante las presiones de los aliados, principalmente de Francia y el Reino Unido. Aunque prometió la convocatoria de una Asamblea Constituyente para que todas las fuerzas implicadas decidieran el futuro político-institucional de Rusia, su debilidad alentó la presión de los soviets, cuyos principales líderes retornaron entonces del exilio. Así, el 4 de abril, de vuelta en Petrogrado, Lenin expuso sus ideas en la Conferencia de sóviets de obreros y soldados de toda Rusia, auténtico fundamento ideológico de la Revolución de Octubre, reiterando su rechazo frontal a la colaboración con el Gobierno por la voluntad de éste de permanecer en los frentes de guerra.

En mayo comenzaba su andadura un nuevo ejecutivo. Presidido, como el anterior, por el liberal Gueorgui Lvov, tenía la virtualidad de contar entre sus miembros con socialistas moderados, mecheniques e, incluso, social-revolucionarios. Se trataba de que, al verse representados los partidos revolucionarios, los sóviets pudieran controlar la marcha del Gobierno e iniciar reformas reclamadas por ellos como ineludibles. Sin embargo, esta colaboración provocó un duro golpe a la imagen de dichas organizaciones entre el pueblo: el empeoramiento objetivo de la situación jugó en beneficio de los bolcheviques, que no habían aceptado formar parte del gabinete. En efecto, al hecho de que Rusia permaneciera en el conflicto se unieron el deterioro aún mayor del tejido industrial, el aumento del paro y los levantamientos campesinos en Bielorrusia y Rusia central con el fin de organizar el trabajo colectivo de la tierra para compensar el desmesurado aumento de los precios de los productos agrarios.

Después de otro desastre militar en la región de Galitzia, la dimisión del príncipe Lvov condujo a Aleksander Kerenski a la presidencia del Gobierno Provisional. Miembro del Partido Social Revolucionario, acababa de desempeñar las carteras de Justicia y de Guerra, y para muchos reunía las características necesarias para recomponer la deteriorada realidad rusa. Kerenski centró sus esfuerzos en preparar una gran conferencia de Estado donde estuvieran representados los partidos, los sindicatos, los poderes locales, el Ejército, los intelectuales, etc. -en definitiva, el más amplio espectro social- con el fin de elaborar una convocatoria electoral de la que saliera una Asamblea Constituyente comprometida a establecer una República parlamentaria. Reunida en agosto, la conferencia demostró la práctica imposibilidad de enderezar la deriva del país. Los bolcheviques, que habían rechazado participar, convocaron una huelga general mientras hacían correr el rumor de que las fuerzas conservadoras preparaban un golpe de Estado de la mano del general Kornilov, comandante en jefe del Ejército.

Los dos primeros decretos del –“Consejo de Comisarios del Pueblo”– fueron, el de la paz, para traer de vuelta a los soldados, y el de la tierra, para reivindicar a los trabajadores del campo, y progresivamente, a tenor de la encendida lucha de clases en desarrollo, se produjo la supresión de la propiedad privada sobre los medios de producción

Cada vez más aislado, Kerenski no pudo frenar la creciente inflación ni la huida de capitales. El desorden y malestar por la falta de abastecimientos preludiaban un ambiente revolucionario. Kornilov decidió actuar por su cuenta y a finales de agosto marchó con sus tropas hacia Petrogrado. Su fracaso se debió mucho más a la actuación de los soviets que a la reacción del Gobierno. Los guardias rojos bolcheviques, eran la auténtica vanguardia victoriosa. El prestigio del partido se extendió por toda Rusia y se multiplicaron los consejos en donde eran mayoritarios los seguidores de Lenin. Sin duda, era la oportunidad que esperaba éste para deponer a un Gobierno desvalido y hacerse con el poder.

A principios de octubre, Lenin, preparó el golpe de mano. Encargó el levantamiento armado a León Trotski, que acababa de salir de prisión, y le puso al frente del Comité Militar Revolucionario de Petrogrado. La noche del 24 de octubre la Guardia Roja se apoderó, sin resistencia, de los puntos clave de la capital; el 25 asaltó el Palacio de Invierno y detuvo a los ministros. El Gobierno Provisional quedó disuelto. La revolución avanzó con rapidez por el norte de Rusia, conducida por los sóviets respectivos, mientras encallaba en regiones como Siberia occidental, el Cáucaso y la cuenca del Don, donde la defensa promovida por medianos propietarios, tropas del Ejército regular y cosacos logró resistir hasta marzo de 1918. Inmediatamente, con el apoyo de los soviets, Lenin formó un Consejo de Comisarios del Pueblo, compuesto por bolcheviques, que en principio actuaría como Gobierno hasta que pudiera formarse la Asamblea Constituyente, convocada en la etapa de Kerenski.

Rodeado de las figuras más prominentes de su partido (Stalin en Nacionalidades, Trotski en Asuntos Exteriores), Lenin aprobó la puesta en marcha de su programa revolucionario a través de una serie de políticas netamente partidistas. Empezó por anunciar el fin de la propiedad privada de la tierra, cuyo reparto dejaba en manos de los sóviets de campesinos; de igual forma procedió con la industria al anunciar la socialización de la inmensa mayoría de las empresas, ahora controladas por los consejos de obreros. Al mismo tiempo ordenó iniciar las conversaciones de paz con Alemania.

Los bolcheviques tuvieron que enfrentarse a una nueva guerra -esta vez civil, si bien con implicaciones internacionales - que se prolongaría hasta 1921. Dirigida con mano de hierro por Lenin, la Revolución de Octubre había triunfado. Aunque tardara en consolidarse, ni Rusia, ni Europa ni el mundo volverían a ser los mismo.    

          *Ricardo Martín de la Guardia
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QUÉ FUE LA REVOLUCIÓN RUSA*

Para evitar los anacronismos y comprender bien los conceptos, conviene recurrir al libro de David Mandel Los soviets de Petrograd, Ed. Syllepse 2017, París, 560 pp, estudio sociológico fundamental sobre la composición social de los partidos socialistas, los soviets y la clase obrera rusa durante la revolución de 1917. Veamos algunos datos:

Petrogrado tenía 2 millones 412 mil 800 habitantes, de los cuales 416 mil eran obreros, en 60 por ciento metalúrgicos, concentrados en 90 por ciento en 38 grandes fábricas. La población total del imperio zarista llegaba a 134 millones de personasy en ella los obreros eran 3.5 millones. El partido bolchevique contaba en la ciudad con cinco mil militantes en enero de 1917, y con 42 mil antes de octubre. Más de 80 por ciento de ellos eran obreros, sobre todo metalúrgicos, tenían un promedio de edad de 27 años y estaban alfabetizados en 92 por ciento (en la industria metalúrgica todavía no taylorizada los obreros debían saber interpretar un plano, preparar las tareas y las herramientas y conocer matemáticas y trigonometría. Igual cosa sucedía con los obreros de las imprentas pues debían leer manuscritos y componer los textos con tipos o con las recientemente creadas linotipias).

¿Qué fue la Revolución Rusa? La conjunción entre una inmensa revolución campesina precapitalista, la revolución de las minorías nacionales contra el despotismo asiático de los zares y una revolución anticapitalista de una minoría obrera muy concentrada y una parte era avanzada, culta e inteligente. Esas tres gigantescas olas simultáneas barrieron un régimen hacía tiempo condenado.

En efecto, desde la gran hambruna de fines del siglo XIX y la revolución de 1905, la autocracia zarista vivía de prestado y se enfrentaba a la mayoría de la nobleza y a la burguesía que, aliada al gran capital extranjero, buscaba democracia, la inteligencia y la clase obrera que era socialista cuya aristocracia (los impresores) seguía a los mencheviques y su parte más activa (metalúrgicos y químicos), a los bolcheviques y anarquistas. La guerra (que concentró a millones de campesinos-soldados en el frente junto a obreros y estudiantes socialistas) hizo explotar esa mezcla.

En la revolución de febrero participaron todas las clases, las cuales empezaron a diferenciarse desde marzo hasta octubre porque los gobiernos burgueses y los ministros socialistas moderados prosiguieron la guerra odiada que desangraba y hambreaba al país y no dieron tierra a los campesinos.

La revolución de octubre se hizo por eso sin disparar ni un tiro porque las consignas bolcheviques de ¡Pan, paz y tierra! les permitieron ganar la mayoría de la guarnición de Petrogrado, de los soviets y la gran mayoría de las fábricas y sindicatos y recoger el poder convertido ya en un fantasma.

Las revoluciones son el resultado de la insubordinación de las amplias masas. Los bolcheviques reorientados por Lenin y Trotsky no hicieron la revolución: simplemente la encauzaron y organizaron la toma del poder estatal.

Incluso en la izquierda muchos criticaron la Revolución Rusa diciendo que era prematura. Pero si los bolcheviques no hubiesen tomado el poder lo habría hecho una terrible dictadura de la derecha apoyándose en un sector de los oficiales zaristas y la República democrática nacida en febrero se habría convertido en una semicolonia franco inglesa con un poder dictatorial.

¿Fue la Revolución Rusa una revolución obrera? Sí, desde la de febrero mismo, preparada por grandes huelgas desde 1914-1916, la cual fue sobre todo obrera por el papel de los obreros en las manifestaciones, fundamentales para convencer a los soldados campesinos. El partido bolchevique, por su parte, era la organización militante del sector más decidido, joven y audaz de los obreros altamente calificados que la industria de guerra había concentrado en la ciudad.

Los soviets (consejos obreros cuyos diputados eran elegidos y revocados por asambleas) fueron la escuela que permitió la rápida evolución de la mayoría de los obreros hacia los minoritarios pero firmes y esclarecidos bolcheviques, abandonando a los otros partidos socialistas, mayoritarios en febrero pero que seguían aliados a los capitalistas y eran agentes de Francia y de Inglaterra.

La de octubre 1917 fue una revolución obrera dirigida por un partido obrero revolucionario que se apoyó sobre la lucha de las minorías nacionales por su autodeterminación y en el hambre de paz y de tierra de los 14 millones de campesinos enviados a morir en la guerra. En febrero imitó a la Revolución Francesa pero los bolcheviques aprendieron de ésta y de la Comuna de París, hicieron una revolución obrera y la defendieron esperando extenderla a otros países más avanzados para construir el socialismo.

*-Guillermo Almeyra
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El FCR celebra el 100 Aniversario de la Primera Revolución Socialista, uno de los acontecimientos más importantes de la historia,  que tuvo como propósito, construir una Nueva Sociedad, más justa y equitativa para hombres y mujeres.


Vladímir Ilich Uliánov (Lenin) 1870-1924

En la Rusia Zarista en 1917 se llevaba el calendario Juliano, hasta que en 1918, se cambió al Calendario Gregoriano, por lo que el 25 de octubre del viejo calendario, pasó  en el nuevo, al 7 de noviembre, fecha que se conmemora  La Revolución Rusa