LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







07 octubre 2018

2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA


“68 es un caso emblemático y nunca las cosas volvieron a ser iguales. Después de aquél 2 de octubre, comenzó un deterioro implacable de las instancias del poder. Y aunque el régimen refinó sus prácticas represivas, a contra pelo, el movimiento estudiantil se reprodujo en los sindicatos, en las organizaciones políticas, obreras, campesinas, populares y, poco a poco, fue construyendo una victoria política, moral y cultural. Por ello, quiero insistir que el Movimiento fue militarmente aplastado, pero jamás fue políticamente vencido”. (Félix Hernández Gamundi, en la ceremonia de inscripción en letras de oro “Al Movimiento Estudiantil de 1968”; en el muro de honor de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, este 2 de octubre del 2018.)

En la Plaza de las Tres Culturas, ­escenario de la masacre de jóvenes del movimiento estudiantil de 1968-, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, anunció  que integrará a las fuerzas armadas y a la Policía Federal en una guardia civil nacional, para que actúe como ejército de paz. Nunca jamás se utilizará al Ejército para reprimir al pueblo.

¡POR LOS CAÍDOS, NO UN MINUTO DE SILENCIO, SINO TODA UNA VIDA DE LUCHA!

¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTRO PUEBLO!

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TESTIMONIOS DEL 2 DE OCTUBRE DE I968


Estos testimonios son de miembros de los Comités de Huelga, que sobrevieron a la matanza de la Plaza de las Tres Culturas, desafortunadamente Guillermo Rivera Torres de 15 años  y estudiante de la Vocacional 1, ya no puede dar el suyo porque fue asesinado ese fatídico día y su nombre, junto con otros más, está escrito en la Estela que se encuentra instalada recordando a los caídos.

ARTURO DÍAZ BUSTOS

El miércoles dos de octubre de 1968, siendo estudiante del primer año, me encuentro en las instalaciones de la escuela vocacional 1 alrededor de las 16:30 horas, con compañeros brigadistas y dirigentes de la escuela preparándonos para asistir al mitin programado ese día en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco a las 17:30 horas.

Somos alrededor de 40 compañeros que nos organizamos para detener y ocupar un autobús de pasajeros para dirigimos a dicha plaza, llegamos a Tlatelolco por la avenida San Juan de Letrán, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas, y caminamos por el pasillo que existe entre las ruinas y la escuela vocacional 7 que en esos momentos se encontraba ocupada por policías y granaderos, hasta llegar a la plaza.  

Nuestro contingente de la vocacional 1 se colocó frente al edificio Chihuahua a la altura de donde se encontraban los oradores del movimiento y periodistas (tercer piso) y a unos 20 metros aproximadamente de los escalones para bajar al edificio Chihuahua desde la plaza, los escalones se encontraban totalmente llenos de estudiantes de la UNAM, a mi lado se encontraba Rolando Brito, inseparable amigo del movimiento estudiantil.

Después de varios minutos de iniciado el mitin, los dirigentes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) nos alertan de que se aproximan los soldados del ejército que vienen desde la avenida San Juan de Letrán y nos llaman a mantener la calma, al mismo tiempo vemos un helicóptero sobrevolar la plaza, instantes después vemos caer del cielo a un lado de la iglesia unas luces de bengala e inmediatamente observamos que personas con un guante blanco y pistola en mano van sobre todos los estudiantes que se encontraban en el piso 3 del edificio, por lo que todos los estudiantes que nos encontrábamos en la plaza enfrente de ellos gritamos hay que rescatarlos y avanzamos hacia el edificio pero en ese momento se empiezan a escuchar disparos desde el edificio Chihuahua hacia la plaza. Este momento es el parteaguas entre Rolando y yo, ya que mientras yo volteo a ver dónde venían los soldados, él corre hacia el lado norte del edificio, al volver a buscarlo, él ya no se encuentra y yo quedo solo en un claro; veo venir a unos pocos metros los soldados que avanzan hacia mí disparando con sus rifles, corro hacía el sur de la plaza cayendo a un lado de una ruina de forma circular y logro cubrirme. Ahí ya se encontraban bastantes personas haciendo lo mismo, Rolando logró escapar junto con todas las personas que salieron de la plaza por el lado norte.

En ese momento pensaba en escapar de esa zona, corrí hacia una tienda que vendía artículos de vidrio que se encontraba en la planta baja del edificio Chihuahua, pero ahí los disparos eran más frecuentes y había personas heridas pidiendo auxilio, todos nos encontrábamos en posición “pecho tierra”, esperando que pararan de disparar. Hubo un momento que dejaron de disparar lo que aproveché para salir de la tienda y traté de llegar a las escaleras del edificio, pero ya estaban los sujetos del guante blanco apuntando con sus pistolas a estudiantes formados en la pared de los elevadores. Viendo esto, corrí a esconderme fuera del edificio entre unas columnas del propio edificio que podían cubrirme, esta zona se fue llenando rápidamente por más personas que huían de los disparos. Ahí permanecimos varias horas hasta que los soldados nos encontraron y nos pasaron al estacionamiento ubicado en la esquina sur poniente del edificio Chihuahua, detrás de una tanqueta, ese punto era la calle por donde salían las ambulancias, por lo que me tocó ver los muertos y heridos que sacaban de la plaza, durante el tiempo que estuve.

Alrededor de la media noche, se escucharon otra vez disparos en el edificio Chihuahua y la tanqueta que estaba a un lado de los que estábamos ahí, empezó a disparar a todas las ventanas del edificio, como si estuviera en guerra, dentro de mí pensé “este tipo está loco”.

Terminada las ráfagas de la metralleta de la tanqueta que duró varios minutos y una vez que ya no se escucharon más disparos, me trasladaron a la pared de la iglesia del lado sur, en ese lugar ya se encontraban cientos de personas formadas en hileras, ahí permanecí hasta que nos fueron subiendo en camiones de las rutas de pasajeros que había en la ciudad, al ir pasando formados en hileras los policías no dejaban de golpearnos con sus macanas o dando patadas los soldados. Esto sucedió en la madrugada del día 3 de octubre.

Dentro del camión nos dijeron que nos tiráramos en el piso y que no levantáramos la cabeza, aquel que lo intentaba hacer era golpeado en la cabeza con una macana, pues iban policías custodiándonos. Ya casi amaneciendo llegamos a la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, donde fuimos recibidos por el director del penal. Ahí nos recibió con un discurso (“rollo”) y nos dijo que estaríamos recluidos hasta saber cuál era nuestra situación legal. Ya estando en las celdas, alrededor de las dos de la tarde recibimos un bolillo y un café como alimento de todo ese día. En la madrugada del día 4 de octubre nos fueron sacando de las celdas, una a una y no todas a la vez, nos pusieron a media luz contra la pared y agentes pasaban con fotos y lámparas alumbrándote el rostro y haciéndote preguntas sobre el movimiento, de los que estaban en mi celda, sólo una persona fue identificada en alguna foto y sacada, ya no supimos que le haya pasado.

La madrugada del día 5 de octubre nos presentaron ante el ministerio público, ahí nos tomaron las huellas de los dedos y fotos, además de hacernos la prueba de la parafina para ver si habíamos disparado alguna arma y posteriormente realizamos nuestra declaración bajo interrogatorios. La madrugada del día 6 de octubre fui liberado del penal.

2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA, ES DE LUCHA COMBATIVA


DAVID GARCIA COLIN

El domingo 30 de Septiembre de este año nos reunimos los 4 hermanos a tomar café: Víctor Daniel, Jorge Eugenio, Nicolás y yo Y hablamos por primera vez sobre el 2 de Octubre de 1968. Víctor Daniel 20 años, llego  después que yo y se instaló cerca de la zona arqueológica de la plaza de las tres culturas antes de que empezara el mitin. Jorge Eugenio no pensaba ir pero cuando llego mi mamá le dijo vamos a Tlatelolco para estar con tus hermanos. Creemos que ese mismo día había ido a almorzar Alfonso Corona del Rosal al restaurante del Club de Industriales donde trabajaba y le dijeron: Lola tú tienes hijos estudiantes verdad, ella dijo sí, diles que no vayan a Tlatelolco porque va a haber represión.

Así que como ya no estábamos en la casa de inmediato se imaginó que estábamos en Tlatelolco y pensó ingenuamente que si veían adultos acompañando a sus hijos se detendrían. Jorge Eugenio 18 años salió con mi mamá y se colocaron en la plaza cerca de las banderas adelante de la Vocacional 7 llegaron antes de que empezara el mitin. Nicolás y mi primo Luis Apón de 16 años llegaron a la casa y mi hermana Cuca les dijo como llegar, tomen el camión que diga Jesús Carranza y ese los deja muy cera, cundo llegaron visto las bengalas y el inicio de la represión, no pudieron pasar había un cerco de policías y soldados al frente una tanqueta con ametralladora disparando hacía en edificio chihuahua y a un helicóptero también disparando para donde estaban los manifestantes, De vez en cuando la tanqueta giraba hacia los ahí espectadores apuntándoles para disuadirlos de no intervenir, vio salir gente herida y a gente apoyando a heridos queriendo huir, los taxis no quisieron recogerlos dice, después esos heridos serían arrestados por el ejército.

Víctor cuando vio la luz de bengala vio a gente que se tiraba al suelo para ponerse guantes blancos y fueran respetados por los soldados, eran infiltrados en el mitin, corrió hacia la zona arqueológica librándose de los soldados hasta llegar al parque de la pera ubicado frente a la plaza de las 3 culturas cruzando lo que en ese tiempo era san Juan de Letrán hoy Lázaro Cárdenas, y de ahí se fue a la casa caminando.

Nicolás y Luis cuando vieron que no podían pasar, también se fueron a la casa, esperanzados en que tampoco hubiéramos pasado; yo, mi mamá Víctor y Eugenio.

 Yo estaba a dos o tres pasos de quien lanzó una bengala, después de la bengala de inmediato subieron hombres vestidos de civil a detener a los líderes apuntando con pistolas hacia abajo para evitar que intentáramos auxiliarlos, la gente empezó a correr para todas partes, solo camine unos cuantos pasos y baje al sótano del edificio, ahí solo oí el zumbido de las balas y decidí regresar ascendiendo nuevamente las escaleras, ahí estaban muchos tirados con sangre y cientos de zapatos esparcidos por el suelo, corrí junto con muchos más hasta la orilla del edificio hasta que llegamos al edificio 2 de Abril, ahí había una reja tubular rectangular que impedía seguir caminando.

Ahí estaban mi mamá y Jorge, no los vi Intente trepar na reja pero no pude, así que me puse a ayudar a los compañeros impulsándolos con mis manos en sus pies para que libraran la reja, éramos muchos ahí amontonados, la reja cayo y camine con cuidado para evitar tropezarme viendo hacia el piso, pero algo golpeo mi cabeza arriba de la ceja izquierda, creo una bala de goma que me hizo un chichoncito, levante la cara y ahí estaba un soldado con su rifle indicándonos por donde salir. Llegue a la avenida Manuel González y de ahí a Reforma dando vuelta por lo que hoy es la avenida Ricardo Flores Magón, ahí había soldados atrincherados en las bancas del jardín Santiago Tlatelolco, no podía creer lo que veía, estaban disparando a gente totalmente desarmada ahí atrincherados, de ahí me fui a mi casa.

 Mi hermano Jorge y mi mamá, cuando empezaron los disparos se tiraron al suelo y Jorge cubrió a mi mamá con su cuerpo, ahí estuvieron un rato, después a gatas se dirigieron hacia el edificio 2 de Abril en el camino le ayudaron a una muchacha a buscar unos zapatos que le quedaran porque los suyos los había perdido. Mi mamá y Jorge también estaban ahí arrinconados por la reja metálica hasta que cayó salieron caminando pasaron junto a un soldado y este le dio una patada en las nalgas para que no se le acercara más, llegaron a Manuel González también ahí estaba otra tanqueta y mi mamá les gritaba; ¡Malditos que no tienen hijos, porque les disparan, Malditos! De ahí se fueron a la casa   todos a salvo, por suerte. 

He de recordar que en ese tiempo no había teléfonos celulares, había teléfonos de cabina en algunas calles que costaban 20 centavos por 3 minutos, así que no era fácil la comunicación como ahora.



ROLANDO BRITO RODRÍGUEZ

Precisamente el 2 de Octubre, por la mañana habíamos brigadeado, y en la tarde nos fuimos al mitin, que se había citado para hacer una marcha hacia el Casco para exigir la salida del ejército que lo había ocupado desde el 23 de septiembre, sin embargo en el mitin se anunció que la marcha se cancelaba, para evitar una provocación, y así estábamos todos sentados, cuándo salen las dos luces de bengala, que en principio (al menos yo creí, que iban a disolvernos con gases lacrimógenos). 

Todos nos paramos, y empezamos a tratar de calmarnos, a gritar ¡calma, no se asusten!, empezamos a echar un Huelum!! Pero que empiezan a escucharse disparos que venían del edificio Chihuahua, y en principio hacia ahí corrimos, porque alguien dijo que estaban deteniendo a los del CNH, pero al correr hacia allá, empezaron a dispararnos desde el edificio, y entonces tuvimos que retroceder. 

El contingente de la Vocacional 1, estaba cerca de la pirámide redonda, y ahí se fueron a cubrir unos, yo corrí hacia el otro lado, hacia dónde están las astas banderas, y cuando voltee, vi a la plaza cubierta de gente tirada (unos cubriéndose de los balazos, otros tal vez ya heridos, y seguramente ya algunos muertos). Y vi que él ejército venia por el lado de las ruinas, y un destacamento por el corredor que viene  por dónde estaba la Voca 7. Yo traía unas manzanas que en la mañana me habían dado en un camión y una bombita molotov, que les aventé, (con toda la rabia y la impotencia del momento).

De ese lado de las astas, pude salir corriendo, hasta fuera de la unidad, por la calle de Manuel González, y seguí corriendo hasta río Consulado, dónde tome un camión y llegue a la Vocacional, que en ese entonces estaba en Peluqueros y Orfebrería, en la colonia Michoacana, y todos los que llegábamos del mitin, estábamos como ceras, pálidos, unos llegaban llorando, y aun así nos fuimos a subir a los camiones para denunciar al pueblo, la masacre que en esos momentos se estaba dando en Tlatelolco.

Fue una acción cobarde, preparada y planeada seguramente con anterioridad, hasta ese entonces, había un cierto código, cuándo llegaba el ejército, anunciaban previamente que iban a desalojar y daban dos o tres minutos para ello, así fue el día que tomaron la Prepa de San Idelfonso, cuándo desalojaron el Zócalo a medianoche del 27 de agosto, etc. Pero sin embargo el 2 de octubre, el ataque fue imprevisto, y la señal fueron las luces de bengala el ejército ataco desde el edificio Chihuahua (el batallón Olimpia), y desde el lado de las ruinas. Fue una masacre contra una multitud pacifica, inerme, ¡¡¡un crimen de lesa humanidad!!!


IVAN JAIME URANGA

Yo era de la comisión de prensa de la  Vocacional 7, había sobrevivido a la toma de nuestra escuela el día 18 de septiembre. No pude llegar al mitin, porque nos bajaron del camión, a la altura de Lucas Alamán, en San Juan de Letrán compañeros que se habían escapado de la Plaza, venían corriendo despavoridos y con lágrimas en los ojos, nos juntamos y empezamos a organizar mítines relámpago, informando al pueblo de lo que estaba ocurriendo en Tlatelolco.

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Tlatelolco 68 – Jaime Sabines

Nadie sabe el número exacto de los muertos,
ni siquiera los asesinos,
ni siquiera el criminal.
(Ciertamente, ya llegó a la historia este hombre pequeño por todas partes, incapaz de todo menos del rencor.)

Tlatelolco será mencionado en los años que vienen
como hoy hablamos de Río Blanco y Cananea,
pero esto fue peor,
aquí han matado al pueblo;
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados
por la metralla del Orden y Justicia Social.

A los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados,
y el pueblo se aprestaba jubiloso
a celebrar las Olimpiadas, que darían gloria a México.

El crimen está allí,
cubierto de hojas de periódicos,
con televisores, con radios, con banderas olímpicas.

El aire denso, inmóvil,
el terror, la ignominia.
alrededor las voces, el tránsito, la vida.
Y el crimen está allí.

Habría que lavar no sólo el piso; la memoria.
Habría que quitarles los ojos a los que vimos,
asesinar también a los deudos,
que nadie llore, que no haya más testigos.
Pero la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera: nos salpica,
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.

La bocas de los muertos nos escupen
una perpetua sangre quieta. .