LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







07 agosto 2022

LUCHEMOS POR EL DESARME


“Por la radio se anunció que un avión extraño escudriñaba nuestro pueblo, mi madre escuchaba mientras preparaba la comida de mediodía; fuimos al refugio de nuestra casa, pero tras unos minutos los vidrios de las ventanas eran balas, y vino una luz como si fueran mil relámpagos al mismo tiempo, estruendo, explosión y después el silencio.” 

Yasuaki Yamashita sobreviviente de la bomba atómica en Nagasaki 

En este mes de agosto en el que se recuerdan con tristeza los bombardeos atómicos contra las ciudades mártir de Hiroshima y Nagasaki en 1945, el mundo nuevamente se enfrenta al espectro de una conflagración de proporciones catastróficas; Por un lado el conflicto Rusia-Ucrania ocasionado por el expansionismo bélico de la  Organización para el Atlántico Norte (OTAN) creada en el marco de la guerra fría y que debió disolverse al desaparecer la vieja URSS y el pacto de Varsovia, sin embargo en lugar de esto el imperialismo americano y europeo la han utilizado para agredir a países que no están bajo su control. Aunado a las provocaciones a China por parte del gobierno estadounidense, tienen en ascuas al Mundo por una probable incremento de las acciones bélicas. 

Ante esta situación las voces del mundo deben dejarse oír para exigir el cese al armamentismo y el desmantelamiento de bases militares extranjeras, la abolición del armamento nuclear, así como las agresiones (por poner un ejemplo) de Israel sobre Palestina, que ponen en riesgo la Paz del Mundo. El FCR  integrante del Movimiento Mexicano por la Paz y el Desarrollo (MOMPADE) se suma a este clamor.

El FCR y el MOMPADE felicitan al hermano pueblo de Colombia
 y a sus nuevos gobernantes

No estamos con la guerra. Estamos con la Vida

  ¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS!

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LUCHEMOS POR ABOLIR LAS ARMAS NUCLEARES

Como cada año, debemos aprovechar la ocasión del 6 y 9 de agosto para honrar a las víctimas de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki por parte de Estados Unidos en 1945, y para reforzar nuestra lucha decidida contra las armas nucleares, armas de destrucción masiva cuya El uso fue entonces inaugurado por el poder imperialista.

En esos días de agosto en Japón, más de 200.000 personas fueron asesinadas e innumerables más fallecieron como consecuencia de la decisión de Estados Unidos de lanzar sus bombas atómicas sobre el pueblo japonés. Los valientes supervivientes, hibakusha¸, relatan escenas de desesperación y horror a las que ningún pueblo debería ser sometido, y resiste hasta el día de hoy las consecuencias de la radiación y el trauma provocado por los bombardeos.

Más de siete décadas después, EE. UU. aún no ha sido responsabilizado por semejante atrocidad. Peor aún, los perpetradores se arrogaron el derecho de seguir desarrollando nuevas armas, más modernas y “eficientes” en el negocio de la muerte y el terror, reprendiendo a quienes buscan garantías de seguridad frente al poder de guerra imperialista, desarrollando sus propias defensas.

Estados Unidos ha realizado ensayos nucleares y de otras armas de destrucción masiva, incluso en territorios que ocupa, como Puerto Rico, que fue escenario de ensayos durante más de seis décadas y cuyo pueblo, en su lucha por la independencia, continúa y seguirá sufriendo las consecuencias durante muchos años. Se estima que más de 900 kilogramos de bombas con uranio empobrecido y napalm, entre otras armas químicas y metales pesados, fueron lanzadas sobre la isla en ejercicios militares, incluso cerca de lugares habitados por civiles.

El doble rasero de los Estados Unidos es indignante. Otro ejemplo es el hecho de que la potencia imperialista sostiene, con casi USD 4 mil millones anuales, el sector bélico del Estado de Israel, opresor del pueblo palestino y ofensor de prácticamente todos sus vecinos, que posee unas 90 ojivas nucleares sin inspeccionar, mientras que los dos aliados mantienen una constante ofensiva política y económica, además de amenazas beligerantes, contra Irán, al que acusan de desarrollar armas nucleares. Si bien Israel nunca se ha comprometido a abstenerse de desarrollar armas nucleares o permitir visitas de inspección, Irán ha irmado un acuerdo con EE. UU. y la Unión Europea (UE) que EE. UU. ha violado.

Según el instituto sueco SIPRI, actualmente hay alrededor de 13.000 ojivas nucleares en el mundo, 3.732 de ellas desplegadas, es decir, ya instaladas en misiles o ubicadas en bases de operaciones. Del total, más de 5.000 pertenecen a Estados Unidos, unos 1.700 desplegados, y más de 6.000 pertenecen a Rusia, unos 1.500 desplegados. Les siguen el Reino Unido y Francia, con 225 y 290 ojivas en total, respectivamente. China, en quinto lugar, tiene 350 ojivas en total, seguida de India con 156, Pakistán con 165, Israel con 90 y la República Popular Democrática de Corea con alrededor de 50.

Además, EE. UU. y la UE, con sus 27 estados miembros, también forman con Turquía la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a través de la cual distribuyen decenas de ojivas nucleares por toda Europa, en su programa nuclear compartido. La OTAN, el brazo armado del imperialismo, admite que las armas nucleares son parte clave de su política militar, como una “alianza nuclear” que ha ido en constante expansión desde que fue fundada en 1949. Es decir, apenas cuatro años después de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. y mientras el mundo aún buscaba recuperarse de la devastación de la Segunda Guerra Mundial sentando las bases para una Organización de las Naciones Unidas, los fundadores de la OTAN optaron por unirse en una alianza beligerante contra la Unión Soviética que no solo sobrevivió, sino que se expandió y se volvió más brutal en la década de 1990, tras la caída de la URSS.

Hoy, su provocativa e intrascendente expansión nos sitúa ante otra guerra que es necesario detener de inmediato. Por tanto, es necesario enfatizar la urgencia de las negociaciones para el fin del conflicto con Rusia en Ucrania, en aras de la paz en la región y también para mitigar el riesgo de expansión y escalada de la confrontación, que pone a la humanidad en grave riesgo de una hecatombe nuclear.

Hace unos días, en la apertura de la Conferencia de Revisión del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) António Guterres volvió a advertir de lo antiimperialista y Las fuerzas amantes de la paz han advertido repetidamente: un simple error de cálculo puede causar la aniquilación nuclear mundial. El TNP, firmado hoy por 191 países, cumple ya cinco décadas y, además de ser insuficiente por naturaleza, ya que es un acuerdo para el control, no el fin, de estas armas, es fundamentalmente obsoleto. No solo debe actualizarse, como argumenta Gutiérrez, sino también profundizarse: ¡los compromisos para la abolición total de las armas nucleares no se pueden posponer!

Es necesario mantener y reforzar la denuncia de la devastación, el sufrimiento, la muerte y el horror que estas armas imponen a sus víctimas ya toda la humanidad, amenazada por su uso. Que las armas nucleares se hayan convertido en un instrumento de política exterior, una amenaza de destrucción y matanza indiscriminada por parte de un puñado de potencias que las detentan sigue siendo un hecho anacrónico en la historia de la humanidad, que a su vez pretende avanzar hacia un futuro de paz y respeto. por la vida y la igualdad entre todas las naciones, más allá de una dinámica global basada en el terror garantizado por la asimetría de poder.

El Consejo Mundial de la Paz (CMP) se fundó precisamente sobre la lucha antiimperialista contra la guerra en general y contra las armas nucleares en particular. Uno de sus documentos fundacionales es precisamente el Llamamiento de Estocolmo de 1950, que exige la abolición total de estos instrumentos de terror y muerte. Este es el deseo de toda la humanidad, como lo demuestran las firmas rápidamente recogidas de cientos de millones de personas a este documento en defensa de la paz y la vida.

Por ello, si bien la lucha por la abolición de las armas nucleares se desarrolla todos los días, aprovechamos estas fechas para rendir homenaje a sus primeras víctimas, el pueblo japonés habitantes de Hiroshima y Nagasaki. Es también en su honor que luchemos, para que se rindan cuentas por la catástrofe que Estados Unidos ha impuesto a miles de personas, con consecuencias duraderas, y para que estos instrumentos nunca más sean utilizados, ni siquiera como herramientas de terror para ¡la expectativa de una inminente aniquilación total!

La humanidad no puede permanecer rehén de esta estrategia que amenaza con la destrucción de la vida en el Planeta. 

HONREMOS A LAS VÍCTIMAS  DE LOS BOMBARDEOS ATÓMICOS ESTADOUNIDENSES EN HIROSHIMA Y NAGASAKI  

*Socorro Gomes
Presidenta del Consejo Mundial de la Paz
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IMPRUDENCIA CATASTRÓFICA

La visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, duró menos de 24 horas, pero sus consecuencias serán profundas y se harán sentir, al menos, en el mediano plazo. China ya anunció una serie de represalias comerciales contra Taipéi, entre las cuales se incluye el bloqueo a las exportaciones de arena natural, componente básico en la fabricación de semiconductores, sector en el que la isla es líder mundial. Asimismo, se puso en pausa la construcción de una planta de producción de baterías de litio que suministraría a empresas como Tesla o Ford, y ha trascendido que varios proveedores de Apple suspendieron sus envíos.

Pelosi es la más alta funcionaria estadunidense en pisar Taiwán en un cuarto de siglo, desde que hizo lo propio su antecesor Newt Gingrich, integrante del ala más derechista del Partido Republicano. Por lo que esto supone en materia de respaldo oficial de Washington al régimen de Taipéi, Pekín se tomó con toda seriedad las informaciones de que la legisladora haría una parada en la isla como parte de su gira asiática, y la semana pasada el presidente Xi Jinping advirtió a su homólogo Joe Biden no jugar con fuego en lo que respecta a Taiwán.

En este clima, la determinación de la dirigente parlamentaria de reunirse con autoridades taiwanesas, aunada a las incendiarias declaraciones que hizo durante su estancia, no pueden leerse sino como manifestación de ciega arrogancia imperial, que lleva a la clase gobernante estadunidense a emprender actos de provocación sin reparar en las consecuencias y sin respeto alguno por la soberanía y los intereses de otros estados. Más allá de Pelosi, la postura estadunidense hacia la isla es muestra de las contradicciones e incongruencias en la política exterior de la superpotencia: por ley, el gobierno de ese país debe asegurar medios de defensa a una entidad a la que ni siquiera reconoce diplomáticamente.

Si tales actitudes son condenables en cualquier contexto, resulta desconcertante que se desplieguen en momentos en que la comunidad internacional ya encara el desafío de encontrar una salida al conflicto bélico en el Este europeo, y en que la interrupción de las cadenas de suministro como efecto tardío de la pandemia, la guerra y las sanciones impuestas por Occidente contra Rusia han desatado una crisis inflacionaria que tiene a la economía global contra la pared. Al considerar, además, que la sociedad estadunidense es una de las más agitadas por el malestar económico y que un enfrentamiento con China no haría sino agravarlo, queda claro que el afán de Pelosi de desafiar a Pekín tiene más que ver con agendas propias que con las preocupaciones y necesidades de sus conciudadanos.

Los círculos de poder de Washington deben desistir de su trato insultante e incitador hacia Pekín, renunciar a la tentación de escalar la confrontación con China, reconocer que el futuro de Taiwán es un asunto interno chino en el que nada tienen que hacer las potencias occidentales y adoptar una política de distensión que evite un desenlace catastrófico cuyo peor escenario sería la guerra abierta entre potencias nucleares, pero que también tendría repercusiones comerciales, financieras, tecnológicas y políticas de alcances imprevisibles.

Editorial de la Jornada 


RELATOS*

La Búsqueda de Lucio Cabañas

Llegaron al Quemado, Sierra de Atoyac, en la madrugada, como  setenta militares, con sus botas que aplastaban los frutos de los huertos, pateando a los perros acusados de espías, aventando a las mujeres y  niños; golpeando con  sus fusiles todo lo que llevaba pantalones viejos, rotos, arrugados, con rastros de las milpas que lloraron su abandono.

-¿Dónde está Lucio? ¿Dónde está su gente? ¿Dónde están las armas? Desbarataron las viviendas de un soplo como Los cochinitos, ¡Sabemos  que  andan con él! ¡Todos están con ese calzonudo muerto de hambre, como ustedes!

-¡Conque no saben nada! ¡Ni de los hombres que participaron en las emboscadas! ¡Seguro fueron muchos de ustedes! ¡Desgraciados —golpes a los más viejos— ¡Llévenselos!

Maniatados y vendados los ojos, los arrastraron a un viejo caserón. Cuenta Rayito, el hijo del más viejo del pueblo, que el Principal del Quemado, fue a quien más torturaron. Las mujeres se resistieron a separarse de los niños, también fueron pateadas. Pero sólo a los hombres se los llevaron en helicóptero  a la Comisaría de la ciudad más cercana.

-Lucio aquí no vino, estuvo en otras rancherías de aquí cerca —declara el Principal. Los encerraron en un calabozo, donde apenas cabían, y, por turnos, los torturaban: Les daban choques eléctricos, les negaban el agua y alimento.  Muchos murieron, ensangrentados; y casi desfalleciendo… 

El juez los condenó a 30 años de prisión, no quiso verles la cara, se veía que a los que temía era a los militares, no le  interesaba la verdad. Rayito, uno de los pocos que regresó  para morir, dejó a su hijo la historia que siguió  cuando asesinaron a Lucio: Los niños y los jóvenes fueron su botín, disque llevaban la semilla de la guerrilla dentro de ellos, cercaron a las comunidades más pobres. Nos obligaban a alimentarlos, nos mataban de hambre, querían que desapareciéramos. Pero nosotros somos fuertes; Minsa, frijoles, aunque sea un taquito, y algo de azúcar nos mantiene vivos.

Guerra Sucia, llaman los periodistas que vienen a lo que pasa en Guerrero, después sucedió lo de Ayotzinapa, una  terrible masacre. Seguimos pidiendo justicia y continúan las acciones criminales del ejército, policías y Marina: todos coludidos con el crimen organizado, no se diferencian, las autoridades son iguales. Esperamos justicia, pero tampoco —y lo saben, llevamos la semilla adentro— no nos rendiremos jamás. Tanta sangre, tanto sufrimiento, y tantos muertos, son  tierra fértil para las semillas… ¡Usté dirá!

Regresando a casa

Es lo que más deseaba, regresar a casa, ver a sus padres que le habían pedido permiso a la muerte para estar ahí, frente a él cuando llegara. Había desertado, ya no quería seguir matando en Ucrania, y menos obedecer a los neonazis que los insultaban por su color, les negaban los alimentos, les escondían las armas. Mejor así, pronto se dio cuenta del engaño. Les pagaron el pasaje y los primeros días de hospedaje en Londres, donde los tuvieron encerrados para después trasladarlos a un campo militar de Polonia donde los entrenaron y luego los enviaron a Ucrania bajo las órdenes de los neonazis.

Fue una ilusión, y su enajenación en la que cayó cuando le informaron que los rusos asesinaban al pueblo de Ucrania, que  requerían hombres valientes, les pagarían bien, los compensarían. Y estarían sólo un periodo. Después podría ingresar a las filas oficiales   del ejército  gringo, con la  ventaja  de poder llevarse a sus padres.  Le manejaron, que a la gente mayor la trataban bien: asistencia médica de calidad, no como en México que  eran consideradas como personas de tercera para el ISSSTE, sin pensión, engañados para arrebatarles  lo que les correspondía a ambos por los largos años de trabajo; ella como enfermera y él como gerente de una comercial.

Sí, se ilusionó, joven como era con estudios no terminados de preparatoria, y con el sentido crítico adormecido por la necesidad, la pobreza y la situación de sus padres, aceptó y creyó todo lo que le dijeron; dejó de dudar cuando le adelantaron  unos dineros que rápidamente entregó a sus padres, pagó algunos meses de renta y compró los medicamentos más urgentes.

No supo cómo desertó, mató a dos, con lo último que le quedaba sobornó a unos ucranianos que lo ayudaron igual o más necesitados que él. Regresar a casa… ver a los tatas, como les llamaba desde niño, regresar a casa…

 *Gloria Alicia Rubio