LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







10 enero 2021

2021 UN AÑO INCIERTO

El año que pasó resultó terrible, con la aparición del covid-19 que enlutó a millares de familias en todo el mundo, además de la paralización en las economías de todos los países, incluido desde luego el nuestro.

La “nueva realidad” que implica el confinamiento en nuestras casas, y el teletrabajo y telestudio en las plataformas digitales, es acatada por muchos, pero hay gente que se ve en la necesidad de salir para poder subsistir, sin embargo, por irresponsabilidad, otros no acatan las disposiciones de prevención, y desafortunadamente son los que expanden la pandemia.

Ante esta grave situación de salud y económica, los especuladores son los que ven la oportunidad de salir ganando, esto lo vemos más dramáticamente en el aumento de precios de medicinas, en los equipos médicos y en cualquier producto que se necesita para prevenir o atacar los males que produce el coronavirus.

En el terreno político, las contradicciones del sistema capitalista, salen a relucir en estos momentos de crisis, un ejemplo de esto es el cambio de gobierno en los Estados Unidos, que crea más incertidumbre en el mundo, puesto que las controvertidas e impugnadas elecciones en el país del norte, culminaron con la violenta ocupación del Capitolio, por parte de supremacistas blancos. 

El reajuste y reacomodo de los grupos de poder financiero y militar al interior del imperialismo norteamericano, puede tener todavía repercusiones negativas para el mundo y en especial para América Latina. Por todo lo anterior es que este año que inicia, se ve incierto el futuro.

En México, en particular, tenemos dos enemigos a vencer este año, uno es el covid-19 y el otro el Tumor (PRI-PAN-PRD), afortunadamente en el primer caso con las vacunas que ya se están aplicando, se ve una luz al final del túnel, y en el segundo caso, solo con la unidad de las fuerzas democráticas, podrán impedir que, en las elecciones legislativas de este año, puedan regresar los corruptos y volver a infectar el tejido social de nuestro país.  

En el FCR tenemos claro que a pesar de todo, tenemos que seguir luchando por la Transformación de México. Y que no debemos titubear, somos o no somos…

fcr.alternativa@yahoo.com

¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS!

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LA TOMA DEL CAPITOLIO*


*Ilán Semo

Estados Unidos recordará 2020. No tanto por las desgracias causadas por la epidemia del Covid-19 –agigantadas por un Estado incapaz de garantizar las condiciones mínimas de vida a su población (a la fecha las defunciones suman más de 370 mil)– y las inclemencias de un paro económico para el cual la lógica de los mercados simplemente no halla solución, sino por el gradual y sistemático hundimiento de un orden político e institucional cuyos orígenes se remontan a las últimas décadas del siglo XVIII. Un orden que posibilitó el surgimiento de un imperio económico, político y cultural, el desarrollo fulgurante del capitalismo en el siglo XIX y el baluarte simbólico y sistémico de su sobrevivencia en el siglo XX.

La toma del Capitolio por los iracundos seguidores de esa figura, Donald Trump, quien como el Rey Ubu en la obra de Jarry, emblematiza en su propia incontinencia política y mental, el delirio –y el peligro– de un orden que ha perdido el control sobre sí mismo. A su manera, ver a un presidente estadunidense jactándose (casi un Nerón, pero en Park Street) de cómo sus seguidores convierten en un teatro del absurdo a las instituciones que le dieron la presidencia (vikingos en la silla de la presidencia del Congreso, Batman trepando por las paredes del Capitolio, los superhéroes acudiendo al llamado para acabar con la inmundicia de los políticos, corrobora una historia cuyos inicios más recientes pueden datarse con la llegada de otro actor a la Casa Blanca, sólo que consumado: Ronald Reagan.

El triunfo de la revolución conservadora–tal y como Reagan y Thatcher llamaron a su movimiento de contrarreforma económica y social– (no sé en qué momento a alguien se le ocurrió llamar neoliberalismo a este fenómeno), tuvo como propósito desmantelar cada una de las bases sociales que habían comprometido, desde la década de los 30 de Roosevelt, a la política estadunidense con la idea de una sociedad de bienestar.

La caída de la Unión Soviética llenó de euforia a este gigantesco empeño por desmantelar las conquistas sociales del siglo XX. Por cierto, no es improbable que esa caída haya cifrado tan sólo la mitad del fin de la guerra fría. Y hoy en 2021, con vikingos tomando el Capitolio, estemos observando la caída de la otra mitad.

Sea como sea, cuatro décadas del indisputado Consenso de Washington acabaron convirtiendo a Washington en la patria prácticamente mundial del disenso. Esta visibilidad, cabe decirlo, es un privilegio que pertenece estrictamente a las grandes potencias –como lo fue sin duda Estados Unidos–. 

Algún inocente dirá que la culpa la tuvo Milton Friedman. Cuatro décadas de estricta aplicación de sus teorías y consejos llevaron al empobrecimiento de la mitad de la población estadunidense, a la pérdida ya angustiosa de productividad industrial, al desamparo de su vena más ferviente –los inmigrantes– y al rezago tecnológico, al menos frente a China.

Convencer a una gran potencia de que ya no lo es representa probablemente una tarea imposible. Y, sobre todo, cuando las fuerzas que deberían realizar esta prudente tarea están convencidas de que el imperio tiene remedio. Trump cifró este espectáculo. Un narcista fuera de control, un farsante en los negocios, un chivo en cristalería hasta lo impensable, aunque un eficaz demagogo que al final todavía reunía el apoyo el fervor de más de 70 millones de ciudadanos. Un circo sublime del fin de un orden.

Se trata evidentemente de los límites de la democracia liberal, que hoy, a diferencia de la década de los 30, es sinónimo de una democracia conservadora. Para Estados Unidos, 2020 fue el escenario de una doble escisión: de un lado Black Lives Matter, que inundó a sus ciudades con los reclamos de una población que exigía al menos alguna versión renovada del New Deal y, por el otro, el incendio de Trump, lo más cercano que ha situado a Estados Unidos al borde del neofascismo.

Y éstas serán las opciones que definirán la política de los meses que siguen, y no el establishment ridiculizado por la necesidad de erigir muros feudales para celebrar a su nuevo presidente.

En la esfera internacional, los problemas para la Casa Blanca son más graves aún. Obama intentó bloquear el ascenso de China y Europa con tratados multilaterales, Trump con una política de impuestos y tarifas en aduanas. Ambas estrategias fallaron. ¿Qué sigue? Rehacer la relación con los países que Trump convirtió en un galimatías, tal y como se lo propone Biden, es una declaración de buenas intenciones. Detrás de esas intenciones se encuentra un déficit fuera de control. Y las otras potencias se disponen a aprovecharlo. En esa esfera nadie duerme un solo segundo.

Es también el momento donde la política mexicana podría cobrar independencia y crear condiciones para que las relaciones entre ambas sociedades sean menos devastadoras para México de lo que lo han sido desde la firma del TLC.

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La Oficina de Derechos Humanos de la ONU está preocupada por el despliegue de símbolos supremacistas durante el asalto al Capitolio de los Estados Unidos que se produjo el miércoles.

Ravina Shamdasanim, portavoz de esa Oficina, aseguró: “Estamos preocupados porque algunos de los manifestantes estaban mostrando de manera clara símbolos de racismo y odio étnico y de supremacía blanca, incluida la bandera Confederada, también llevaban vestimentas desplegando logos antisemitas. Condenamos esta exhibición de símbolos racistas y hacemos un llamado a todos los líderes políticos para que también los condenen”.

Previamente, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos emitió un comunicado en el que señala que el asalto al Congreso y el Senado de los Estados Unidos es consecuencia directa de lo que sucede cuando se distorsionan los hechos de forma deliberada y continuada y se incita a la violencia.

¡SI AISLAMOS AL VIRUS Y AL TUMOR, LOS VENCEREMOS!

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ESTADOS UNIDOS, LA DEMOCRACIA QUE NUNCA FUE*

*Marcos Roitman Rosenmann

Vaya por delante la condena. Pero de allí a lanzar loas a la democracia estadunidense es una falta de respeto. Menos aún señalar su ejemplaridad. Azuzados por el presidente Donald Trump, sus seguidores no dudaron en asaltar el Capitolio bajo la consigna de haber sido víctimas de fraude y robo en las elecciones presidenciales. Son muchos quienes le siguen, dentro y fuera de las instituciones. Cien representantes en la Cámara y siete senadores han negado validez al triunfo de Biden. Para ellos, América se encuentra secuestrada por vendepatrias. Por consiguiente, la sociedad estadunidense es víctima de una conspiración de negros, latinos, minorías sexuales, comunistas y socialistas, cuya finalidad es destruir el país.

Las imágenes de ciudadanos trepando paredes, rompiendo ventanas, invadiendo despachos, son un jarro de agua fría para quienes han aupado a Estados Unidos como salvaguarda de la democracia mundial. Analistas políticos, especialistas en relaciones internacionales, corresponsales, hacen piña. Sólo hay un responsable de la violencia: Donald Trump, un desequilibrado que no asume su derrota. Las cadenas de radio y televisión informan en tiempo real y a la par dan a conocer tuits de jefes de Estado y gobierno occidentales mostrando su rechazo a la toma del Capitolio y su reconocimiento a Joe Biden. El momento era relevante, se estaba validando formalmente, en sesión plenaria, la designación de Joe Biden como presidente. Penúltimo acto para el traspaso de poderes en la Casa Blanca el 20 de enero. Pero el ícono del poder legislativo, el Capitolio, era víctima de un ataque, según diría Hillary Clinton, perpetrado por terroristas nacionales. El acto protocolario se veía empañado, suspendiéndose la votación que ratificaba a Joe Biden como presidente. La invasión se cobraba la primera víctima, una mujer era abatida mientras trataba de colarse en la sala de sesiones.

Definir el sistema político estadunidense como una democracia, salvo que el concepto quede restringido a la mínima expresión, resulta poco serio. De ser así, son hechos auténticamente democráticos morirse de hambre o no tener cobertura médica. Pero vayamos a deshacer el entuerto. Esos senadores y diputados, reunidos en sesión plenaria, salvo excepciones, son los que, independientemente de su partido, han avalado anexiones territoriales, guerras, invasiones, golpes de Estado, bloqueos a terceros países, consolidado tiranías y financiado gobiernos autocráticos, lo cual contradice su respeto y apego a los valores democráticos. En América Latina, Asia y África hay ejemplos que harían enrojecer a cualquier demócrata. Sin olvidar que Trump no ha sido el primer presidente en mentir. 

Desde el genocidio de los pueblos originarios, la anexión de los territorios pertenecientes a México, la guerra contra Cuba, Vietnam y más recientemente la guerra contra Irak se fundan en mentiras. ¿Acaso se encontraron las armas de destrucción masiva? Ésa es la historia de Estados Unidos. Howard Zinn, Charles W. Mills, Sheldon Wolin o Noam Chomsky, entre otros, han cuestionado el sistema político que prevalece en Estados Unidos, tras sus actuaciones en Vietnam, Centroamérica, Chile e Irak, además de las leyes emergentes con posterioridad al 11 de septiembre de 2001. Totalitarismo invertido es la definición de Wolin para referirse al orden político en Estados Unidos, nacido de los atentados a las Torres Gemelas.

Presidentes como Kennedy, Nixon, Carter, Ford, Clinton, Reagan o Bush, padre e hijo, con todos los matices, se han saltado preceptos democráticos como la no intervención, el derecho de autodeterminación o el respeto a los derechos humanos. Además, durante sus administraciones, han utilizado mecanismos poco ortodoxos, democráticamente hablando, como avalar la tortura, crear noticias falsas, contratar mercenarios o desvalijar países enteros de sus riquezas. Sin despreciar la persecución a periodistas y aplicar la censura en las informaciones sobre las actividades de espionaje en su propio país o a sus aliados. Julian Assange y Edward Snowden son un ejemplo de lo dicho.

Crímenes y criminales de guerra, cuya impunidad está garantizada al no reconocer el Tribunal Internacional Penal, campan por su territorio, dan conferencias y reciben premios Nobel. Henry Kissinger, sin ir más lejos. Ninguna administración estadunidense está libre de haber patrocinado guerras, vender armas, traficar con estupefacientes, derrocar gobiernos democráticos y torcer el brazo a quienes se enfrentan y rechazan sus políticas unilaterales de corte autoritario. Pero si no es suficiente, debemos recordar que en su política doméstica Trump no ha sido una anomalía, al margen de sus excentricidades. Obtuvo más de setenta millones de votos. Además, las organizaciones supremacistas, neonazis, llevan décadas existiendo. La Asociación Nacional del Rifle y lobby, que van desde las farmacéuticas, compañías de seguros, multinacionales de la alimentación y las empresas tecnológicas de Silicon Valley, cuentan con un apoyo bipartidista. El Ku Klux Klan, el Tea Party, White Power, Skin Heads o Metal Militia no han sido creados por Trump, otra cosa es que los condene. Por otro lado, fue Barack Obama, premio Nobel de la Paz, quien aceleró la construcción del muro fronterizo con México, y según José Manuel Valenzuela Arce en Caminos del éxodo humano, durante su presidencia las deportaciones sumaron 2 millones 800 mil personas. En resumen, definir el sistema político bipartidista que rige Estados Unidos como un orden democrático es un despropósito si se trata de caracterizar el régimen político. Otra cosa es defender el imperialismo estadunidense, sus estructuras de poder y dominación y adjudicarles el papel de guardián de los valores occidentales, dizque democráticos. Pero ya sabemos, democracia y capitalismo son incompatibles.

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A lo largo de siete décadas de inspiración, virtudes como sensibilidad, creatividad, visión, constancia, oficio y disciplina dieron personalidad artística al maestro Armando Manzanero Canché, nacido un 7 de diciembre en la ciudad de Mérida, Yucatán, cuna de numerosos compositores y terreno fértil para trovadores, lamentando su partida el pasado 28 de diciembre.

Con su capacidad imaginativa y productividad narrativa musical, Armando Manzanero contribuyo a reforzar el ser romántico y sensible del mexicano contemporáneo; gracias a éxitos como No, Adoro, Esta tarde vi llover, Voy a apagar la luz, Contigo aprendí, Somos novios, Como yo te amé, Te extraño, Por debajo de la mesa, No sé tú, Nos hizo falta tiempo y Nada personal, y muchos otros.

En 1983 fue elegido vicepresidente del Consejo Directivo de la Sociedad de Autores y Compositores de México, en 2007 es nombrado presidente adjunto, y en 2011 suma a su apasionada vocación creativa la lucha en pro del Derecho de Autor y asume el cargo de presidente.

Con innumerables reconocimientos entre los que destacan dos Latin Grammy, el Lifetime Achievement Award Grammy a la Trayectoria Artística 2014, Armando Manzanero; nombrado por la Organización de los Estados Americanos (OEA) como Patrimonio Cultural de las Américas, en 2015, por su influencia en la música hispanoamericana a lo largo de su carrera; la Medalla Héctor Victoria Aguilar 2016, máximo reconocimiento del Congreso del Estado de Yucatán; la presea Gran Maestro otorgada por la SACM, y el Premio Trayectoria Artística de los Billboard de la Música Latina 2020.

En palabras del escritor Carlos Mosiváis, “Manzanero hace del trabajo constante su fuente de inspiración, de la inspiración uno más de sus recursos estilísticos, de los tres o cuatro minutos de cada canción el paisaje donde la melodía compleja y las frases sencillas hacen inevitable el enamoramiento del amor”.

Considerado uno de los compositores más reconocidos internacionalmente Armando Manzanero, incansable artista que gracias a su obra continuará vigente, ya que logró tocar el corazón y el alma de sus incontables seguidores.

Muestra de ese talento son sus más de 600 canciones, de las cuales más de 50 han trascendido a nivel mundial tanto en versiones originales como traducidas, interpretadas en más de 30 idiomas. Su legado está grabado en la historia de la música para gloria de México en el mundo. 

El FCR lamenta la partida del maestro Armando Manzanero, con él termina una etapa romántica de México.

ADORO

Adoro la calle en que nos vimos

La noche cuando nos conocimos

Adoro las cosas que me dices

Nuestros ratos felices, los adoro, vida mía


Adoro la forma en que sonríes

Y el modo en que a veces me riñes

Adoro la seda de tus manos

Los besos que nos damos, los adoro, vida mía


Y me muero por tenerte junto a mí

Cerca, muy cerca de mí, no separarme de ti

Y es que eres mi existencia, mi sentir

Eres mi Luna eres mi Sol, eres mi noche de amor


Adoro el brillo de tus ojos

Lo dulce que hay en tus labios rojos

Adoro la forma en que suspiras

Y hasta cuando caminas, yo te adoro, vida mía


Yo, yo te adoro

Vida, vida mía

Yo, yo, yo te adoro

Vida, vida mía


Yo, yo te adoro

Vida, vida mía

Yo, yo te adoro


ESTA TARDE VI LLOVER


Esta tarde vi llover

vi gente correr

y no estabas tu

La otra noche vi brillar

un lucero azul

y no estabas tu


La otra tarde vi

que un ave enamorada

daba besos a su amor ilusionada

y no estabas tu


Esta tarde vi llover

vi gente correr

y no estabas tu


El otoño vi llegar

al mar oí cantar

y no estabas tu


Ya no sé cuánto me quieres

sí me extrañas o me engañas

solo sé que vi llover

vi gente correr

y no estabas tu



“Voy a pedirle a Marcelo Ebrard que haga los trámites correspondientes para que se pida al gobierno de Reino Unido la posibilidad de que Julián Assange quede en libertad y que México le ofrezca asilo político”.

Nuestra familia les desea un feliz año 2021. en homenaje a los fallecidos por #COVID19, sembramos en el jardín de Palacio Nacional un ahuehuete.


Andrés López Obrador:
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