LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







10 junio 2016

45 ANIVERSARIO DEL CRIMEN DE ESTADO DEL 10 DE JUNIO DE 1971




Este acontecimiento está grabado en la memoria de los mexicanos como una de esas fechas que no se pueden pasar por alto: la masacre de estudiantes, profesores y trabajadores de varias universidades de la zona metropolitana, perpetrada por la acción combinada de las fuerzas policiacas y el grupo paramilitar denominado “Los Halcones”, es un modo de represión que el estado mexicano continúa repitiendo en contra del Pueblo. 

Aquél jueves de corpus, “Los Halcones” reprimieron y masacraron la marcha estudiantil bajo la coordinación del Coronel Manuel Díaz Escobar, que tenía línea directa con Luis Echeverría, entonces Presidente de la República. Este crimen es de la mayor relevancia para el país, porque ahora, a 45 años de distancia, vemos que la represión continúa y se agrava. Vivimos hoy una total indignación debido a la represión sangrienta aplicada en Iguala, Guerrero, en contra de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero. 

Si en 68, el gobierno utilizó al Batallón Olimpia, el 10 de junio de 1971 usó a los halcones; en Acteal, Chis., a los paramilitares, y la lista sigue larga. En el caso de los Normalistas Rurales de Ayotzinapa, se han usado a sicarios, pero al igual que el 10 de junio, protegidos por las policías municipales y ante la indiferencia y pasividad del Ejército, que al final de cuentas es una forma de proteger y de complicidad. El asunto es grave, extremadamente grave, porque se trata de una política continua de exterminio, de ataque al pueblo en general, y contra los disidentes políticos, con especial rudeza. En todos estos casos, se configura un crimen de estado. Los criminales gozan de una total impunidad. 

Esta impunidad es lo que permite que esa política represiva, de exterminio, sea continua, planeada. Ello, constituye el elemento básico de los delitos de genocidio y de lesa humanidad. 

Demandamos la presentación con vida de los 43 normalistas de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos, desaparecidos el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero. Demandamos el alto a la criminalización de la protesta social y la aplicación de los protocolos de contención de multitudes, Con la recientemente promulgada Ley Eruviel en el Estado de México (también conocida como Ley Anti-Atenco). 

Demandamos igualmente, el cese de la represión y persecución en contra de los periodistas y el respeto irrestricto a la libertad de prensa y de expresión. 

Alto a la violencia contra los jóvenes y acceso irrestricto para todas y todos a la educación superior pública y gratuita. Exigimos que la mal llamada reforma educativa se derogue, ya que solo tiene como fin la privatización de la educación y la inestabilidad laboral de los maestros. Que se detenga la represión contra el magisterio y el linchamiento mediático contra la CNTE, ¡Abajo la reforma educativa!

Denunciamos que, con las modificaciones a la Ley Reglamentaria del Art. 29 de la Constitución Política del país, las reformas al código de justicia militar y a la ley de Navegación y Comercio Marítimos, el gobierno mexicano pretende restablecer y legalizar condiciones represivas que habían sido eliminadas de la legislación mexicana, como consecuencia de las luchas del Pueblo. Exigimos la disolución del cuerpo de granaderos y pedimos que estas movilizaciones no sean custodiadas por ningún tipo de cuerpo policiaco. 

Exigimos que se haga una investigación clara, eficaz y a fondo sobre las fosas clandestinas de Tetelcingo, Morelos, en las cuales el gobierno de Graco Ramírez enterró más de 150 cuerpos sin los protocolos necesarios para salvaguardar la identidad de los cuerpos. Este es un hecho aberrante e inhumano, cuando en el país hay más de 27 mil desaparecidos. Esta es una situación que llama a sospecha y representa una grave violación a los derechos del pueblo para acceder a la justicia.

¡ALTO A LA GUERRA
 CONTRA EL PUEBLO DE MÉXICO!
¡LIBERTAD PARA TODOS LOS PRESOS POLÍTICOS!
¡ALTO A LA MILITARIZACIÓN DEL PAÍS!

COMITÉ 68

¡POR LA LIBERACIÓN, ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS!

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PARA ENTENDER EL HALCONAZO



El jueves 10 de junio de 1971 el grupo paramilitar llamado Halcones reprimió una manifestación de estudiantes en la que murieron y desaparecieron decenas de jóvenes que exigían un México más democrático, la respuesta fue la llamada Masacre de Corpus Christi, porque ese día fue el Día de las mulas.

Antecedentes: El coronel Manuel Díaz Escobar fue enviado en 1966 por el entonces secretario de gobernación Luis Echeverría, al Departamento del Distrito Federal en donde creó el grupo paramilitar Los Halcones que era pagado por el gobierno y encabezado por el regente capitalino, Alfonso Martínez Domínguez. Su labor era reprimir cualquier manifestación de todo movimiento que criticara al gobierno,
entrenaban en los llanos de las colonias San Juan de Aragón y Cuchilla del Tesoro, en la delegación Gustavo A. Madero.

Ataque a la autonomía: A finales de 1970 se modificó la ley orgánica de la Universidad Autónoma de Nuevo León en la que se propuso una mayor participación de los estudiantes y maestros para elegir al rector. En 1971 llegó Héctor Ulises, pero el gobierno estatal en desacuerdo redujo el presupuesto a la institución y obligó a que se aprobara una nueva ley en la que se eliminaba la autonomía, es decir, el poder de decisión de la comunidad universitaria sobre la institución. Los universitarios comenzaron una huelga.

Apoyo estudiantil: La Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional respondieron y convocaron a una manifestación masiva en apoyo a la Autónoma de Nuevo León el jueves 10 de junio de 1971.

Logros de la movilización: El 30 de mayo renunció el gobernador Eduardo Elizondo Lozano, en aquella época era potestad del presidente, entonces Luis Echeverría, de poner o quitar gobernantes.
Más que un solo problema: El Comité coordinador de comités de lucha (CoCo) estaba dividido por lo que la gran mayoría decidió seguir con la manifestación convocada pues el país padecía más de un solo problema: la falta de libertad de expresión, la farsa democrática y la represión a movimientos populares.

La marcha: comenzó en el Casco de Santo Tomás, seguiría por la calzada México-Tacuba para llegar al Zócalo capitalino, pero el cuerpo de granaderos de la policía impidieron el paso, mientras desplegaron al grupo de Los Halcones.

Masacre: La manifestación inició alrededor de las cinco de la tarde en las inmediaciones de la estación Normal del metro. Sin embargo, a unos cuantos minutos estalló una granada y después aparecieron grupos armados, tanques antimotines, camiones de bomberos y patrullas, además de francotiradores, produciéndose un enfrentamiento, el cual duró aproximadamente dos horas. Al anochecer, 70 cuerpos de estudiantes fueron encontrados, además de algunos lesionados.

Los paramilitares venían armados con varas de bambú, palos de kendo y pistolas, con lo que desataron un tiroteo contra los estudiantes, algunas versiones aseguran que incluso llegaron hasta el hospital Rubén Leñero para dar el tiro de gracia contra algunos universitarios y politécnicos heridos.

La versión oficial: Esa misma noche, elementos del ejército resguardaron el Palacio Nacional y el entonces presidente Luis Echeverría anunció una investigación sobre la matanza y afirmó que castigarían a los culpables. Alfonso Martínez Domínguez, regente de la ciudad, y Julio Sánchez Vargas, procurador general, negaron que hubiera Halcones y los jefes policíacos culparon a los estudiantes de haber creado grupos extremistas dentro de su propio movimiento, quienes finalmente habrían atacado a sus compañeros.

Sin culpables: La policía detuvo a más de 150 personas, la mayoría de ellas supuestos agresores de los estudiantes, pero ninguno fue consignado "debido a que no hubo quien presentara la denuncia correspondiente", indican los documentos que ha obtenido la historiadora María de los Ángeles Magdaleno Cárdenas.

Impunidad: El regente Alfonso Martínez Domínguez, renunció; el jefe de la policía, el general Daniel Gutiérrez Santos, fue sustituido por el coronel Rogelio Flores Curiel; el coronel Manuel Díaz Escobar, desintegró a los Halcones y semanas más tarde fue enviado como agregado militar a Chile, nación en la cual en el mes de septiembre, su amigo el general Augusto Pinochet encabezaría el golpe militar contra el presidente Salvador Allende, describe Gustavo Castillo en el diario La Jornada.

La justicia nunca llegó: La ahora inexistente, Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femossp), abrió una investigación contra Echeverría por el delito de genocidio. Sin embargo, la justicia desestimó el cargo y eximió al expresidente, funcionarios y jefes militares implicados en la causa.
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UN MAESTRO EN CADA HIJO TE DIO



Aurelio Nuño caracteriza su cruzada en contra de la cultura y la educación pública como una lucha en contra de los supuestos privilegios del magisterio nacional. Para el señor secretario de Educación Pública, un maestro que, a cambio de ocho o 10 mil pesos al mes, entrega su vida laborando horas extras en condiciones ínfimas, enseñando a leer y a escribir a los niños y las niñas del país, es un sujeto deleznable. Desde el punto de vista del gobierno actual, habría que desechar, como si fueran fusibles viejos, a los maestros con experiencia y pasión por la educación y el pensamiento crítico. En su lugar, se busca colocar a nuevos interruptores chatarra traídos del extranjero a precios de remate.

La guerra declarada por la ignorancia del poder contra la voz de la conciencia encarnada en el magisterio nacional constituye una llamada a despertar para todos los ciudadanos de nuestra querida patria. Si dejamos solos a nuestros maestros, a nuestros sabios, a nuestros mentores, la historia nos juzgará. Si hoy damos la espalda a los trabajadores de la educación nos condenaríamos a un futuro de analfabetismo político controlado por gobernantes avariciosos y perezosos que solamente valoran al lucro y la ganancia.

La profesión del maestro es una de las más dignas y complejas que existen en el mundo entero. Quienes nos dedicamos a la enseñanza sabemos que ningún examen de elección múltiple puede medir el talento o la dedicación de un maestro. Existen, desde luego, grandes carencias en el sistema educativo nacional. Pero estos problemas no se deben a los mentores, sino a la corrupción enraizada tanto en el sindicato oficial, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), como en la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Otro gran problema es la falta de inversión pública en la infraestructura escolar y en los mismos docentes. México cuenta con más que suficientes recursos para contar con escuelas públicas en excelentes condiciones para todos los niños de la República. La SEP también debería garantizar salones con un máximo de 20 alumnos por clase, así como ofrecer una intensiva batería de cursos de capacitación y apoyo docente a los profesores del país.
En lugar de contratar a cada vez más soldados, helicópteros y armamento, el gobierno mexicano tendría que canalizar un porcentaje fijo, y en aumento cada año, del producto interno bruto al sistema educativo nacional. Para garantizar el flujo de recursos también se podría etiquetar por ley un porcentaje anual de los impuestos sobre la minería y de los ingresos petroleros específicamente para apoyar económicamente a los profesores, así como para mantener en perfecto estado las instalaciones educativas.

Los maestros no son los responsables de la crisis educativa nacional, sino sus víctimas. Los profesores no son los adversarios de quienes soñamos con un país más culto, consciente y participativo, sino nuestros mejores aliados.

Pero en lugar de apoyar y trabajar con los maestros, el gobierno despótico actual prefiere despedirlos o reprimirlos. Impedir la entrada, el desalojo, el secuestro y la deportación de a la Ciudad de México de los maestros en pie de lucha es un acto propio de los peores regímenes dictatoriales. Las fuerzas del orden no solamente encapsulan a los maestros sino que también los expulsan por la fuerza de la ciudad, en franca violación a sus derechos constitucionales a la libertad de tránsito, de reunión, de protesta y de expresión.

Con estas acciones, el jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, una vez más, evidencia su total y absoluta traición a cualquier principio progresista o de izquierda. La Ciudad de México tendría que ser un espacio de refugio y protección para los maestros, los periodistas y los luchadores sociales perseguidos en todo el país. En lugar de enviar a los profesores literalmente al matadero en sus lugares de origen, en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán, la capital tendría que abrazar y apoyar su lucha por una patria nueva, más democrática y justa.

Ya basta de faltarle el respeto al magisterio nacional. Frente a la total cerrazón de las fuerzas armadas a la transparencia y la rendición de cuentas, evidenciada recientemente en los casos de Ayotzinapa y Tlatlaya, así como el vergonzoso entreguismo de los altos mandos militares a los órdenes de Washington, habría que reconsiderar la lección y la esperanza contenida en la tercera estrofa de nuestro Himno Nacional.

Hoy quien nos defiende con particular valentía del extraño enemigo que busca profanar con su planta el territorio nacional no son los soldados, sino los maestros. En un contexto de progresiva militarización de la vida pública y de represión cada vez más retrógrada desde la ignorancia del poder, la fuerza de la cultura y de la educación constituye nuestra salvación. Agradezcamos al unísono a nuestra ¡Patria querida! porque un maestro en cada hijo te dio.

*John M. Ackerman Investigador, escritor y articulista.

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‘IMPOSIBLE NO DENUNCIAR A DESAPARECIDOS’


En la Universidad Autónoma de Nuevo León, la misma que fue defendida por los estudiantes de la Ciudad de México, en aquel 10 de junio de 1971, la periodista y escritora Elena Poniatowska ofreció la primera parte de la Cátedra de Periodismo, que lleva su nombre en la víspera del Día de la Libertad de Expresión.

Ante jóvenes estudiantes de las carreras de Ciencias de la Comunicación y Filosofía y Letras, además de catedráticos y admiradores de su amplia trayectoria, Elenita -como le llaman de cariño- habló sobre sus inicios, reconoció a otras mujeres periodistas, pero dejó en claro que el periodismo debe ser comprometido, debe sumarse a las causas de los más desprotegidos.

“Quienes estamos aquí amamos a México y nos resulta imposible desligar esta cátedra de las desapariciones de 43 estudiantes normalistas de Ayotizinapa y de la gran fosa en la que se ha convertido el estado de Guerrero.

“Imposible no denunciar a los miles de muertos y desaparecidos en Nuevo León y a las recientes acciones en contra de la juventud mexicana, así como la extraordinaria regiomontana doña Rosario Ibarra de Piedra, quien buscó a su hijo Jesús Piedra Ibarra desde 1973 y ahora lo hace Leticia Hidalgo, madre de Roy Rivera Hidalgo, alumno de esta misma Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL)”.

La Cátedra “Elena Poniatowska” es coordinada por la periodista regiomontana Sanjuana Martínez, quien celebró que la “princesa roja” haya accedido a este tributo que le realiza la UANL a través de la Secretaria de Extensión y Cultura. 

El rector Rogelio Garza agradeció a Poniatowska esta aportación a la UANL y anunció que propondrá a la homenajeada para que reciba el Doctorado Honoris Causa de esta institución. “Su obra es formadora y transformadora; su vida es ejemplo, motivación e inspiración, de esta manera por lo inspirador de su vida y obra y en justo tributo a su trayectoria, enviaré al honorable Consejo Universitario -si usted me lo permite- una propuesta para otorgarle el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Nuevo León”.

Elena fue ovacionada cuando llegó a tomar su lugar en el pódium del Centro Cultural Universitario, agradeció que le hubieran llenado de flores y de juventud, porque aunque recién cumplir 84 años, dijo sentirse como de 48 y al concluir su conferencia concluyó que nunca dejará de ser periodista, porque el periodismo no tiene remedio.

EL HOMBRE QUE TRASCENDIÓ EL RING


El argumento de Alí para no alistarse en el ejército en 1967, fue: “No tengo ninguna disputa con el Vietcong. Mi conciencia no me permite ir y disparar a mi hermano, o a alguien más oscuro que yo, o a pobre gente hambrienta en nombre de la poderosa América. Y dispararles, ¿por qué? Ellos nunca me han llamado negro (nigger), nunca me han linchado, no me han echado a los perros ni me han robado mi nacionalidad, violado o matado a mi madre y mi padre… ¿Cómo puedo disparar a esa pobre gente? Sólo llévenme a la cárcel”.

El mundo extrañará a Muhammad Ali, la voz más grande dentro y fuera del cuadrilátero. Su muerte trascendió lo cotidiano, como sucede cuando fallece una leyenda. Desde presidentes, políticos, empresarios, figuras del deporte y del espectáculo hasta los más humildes, todos le rinden homenaje.

Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas: Fue más que un boxeador legendario; fue un campeón mundial por la igualdad y la paz. Luchó por un mundo mejor y utilizó su plataforma para elevar a la humanidad.

Barack Obama, presidente de Estados Unidos: Era El Más Grande. Punto final. Si le preguntaban, él lo decía claramente, que él era doblemente el más grande. Que él iba a esposar al relámpago y a meter al rayo a la cárcel. Su lucha fuera del cuadrilátero le costó el título y su estatus público, pero se mantuvo firme y su victoria nos ayudó a acostumbrarnos a la nación que reconocemos hoy.

Diego Armando Maradona: “El mejor de todos los tiempos, con mucha diferencia. Seguro se fue porque ya no podía darnos más felicidad”.

Pelé: Era mi amigo, mi ídolo, mi héroe. Pasamos muchos momentos juntos y siempre mantuvimos contacto todos estos años.

Manny Pacquiao: Por favor, tengan a Ali en sus pensamientos y oraciones. Con Dios, todo es posible.

Mike Tyson: Dios vino a buscar a su campeón. Adiós al más grande.

Michael J. Fox, actor que padece Parkinson: Un gigante, una inspiración, un hombre de paz, un guerrero por la cura. Gracias.

Michael Jordan: Fue más grande que el deporte y que la vida misma, el más grande de su era en el cuadrilátero y un ícono mundial del deporte.