LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







25 marzo 2014

“ENTRE LOS INDIVIDUOS COMO ENTRE LAS NACIONES, EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA PAZ”


18 DE MARZO DE 1938, EN  UN ACTO DE SOBERANÍA NACIONAL,
EL PRESIDENTE LAZARO CARDENAS DECRETA LA EXPROPIACIÓN PETROLERA.

21 DE MARZO DE 1806 NATALICIO DE BENITO JUÁREZ

¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLITICA DE NUESTROS PUEBLOS!

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MÉXICO EN EL TIEMPO



Una de las preocupaciones del Congreso Constituyente de 1917 fue que las leyes tuvieran un efecto benéfico en la sociedad y sirvieran para apoyar y proteger la parte más vulnerable de ésta. Así, el Constituyente de 1917, al legislar los artículos 27 y 123, creó la primera declaración de los derechos sociales con el fin de establecer las condiciones mínimas de justicia en las relaciones de los trabajadores del campo y de los trabajadores industriales, partiendo de que el trabajo es un valor básico en las relaciones económicas y sociales.

Al llegar Lázaro Cárdenas a la Presidencia de la República, retomó la preocupación de sentar las bases de equidad y justicia en las relaciones entre los factores de la producción, tanto en el campo como en la industria. Puesto que los campesinos y los obreros eran la parte más débil de esa relación, el Estado debía actuar en su favor y asegurar que sus derechos fueran en todo momento respetados.

Por otro lado, desde muchos años atrás, el Estado mexicano había concesionado a individuos y a empresas extranjeras la explotación de la riqueza natural del país, como la plata, el cobre, diversos productos agrícolas y pesqueros, y el petróleo.

En el caso de este último recurso natural, las empresas extranjeras que contaban con el permiso del gobierno mexicano para explotarlo, se negaron a aceptar las disposiciones legales para que fueran reconocidas las organizaciones de los trabajadores nacionales, con quienes debían negociar las condiciones de trabajo, entre las cuales ocupaban un lugar muy importante: el salario y las prestaciones.

Las empresas petroleras no sólo se negaron a acatar la ley laboral, sino incluso su responsabilidad de pagar los impuestos a los que estaban acostumbrados por un mínimo de equidad, ya que hasta entonces habían gozado de una serie de consideraciones de todo tipo: prácticamente explotaban en su provecho, de manera gratuita, un recurso natural que le pertenecía a todos los mexicanos.

En 1935, las empresas petroleras, en manos de capital extranjero, trataron de impedir la formación de sindicatos y usaron para ello todos los medios que tuvieron a su alcance, tanto lícitos como ilícitos. Aun así se crearon sindicatos en cada compañía petrolera, pero las condiciones de trabajo entre una y otra eran muy diferentes.

Pasado un tiempo, el 27 de diciembre de 1935 nació el Sindicato Único de Trabajadores Petroleros, el cual, por obvias razones, tuvo que vencer una serie de trabas legales, particularmente en Tamaulipas y Veracruz.

El 29 de enero de 1936, este sindicato se incorporó al Comité de Defensa Petrolera, del cual surgió al mes siguiente como la Confederación de Trabajadores de México (CTM).

El 20 de julio de ese año, el Sindicato Único de Trabajadores Petroleros llevó a cabo su primera convención, el cual formuló un proyecto de contrato general con todas las compañías y se fue a huelga para exigir su cumplimiento.

Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación se pronunció porque las compañías petroleras acataran el laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje a favor de sus trabajadores. Aun así, esas empresas se mantuvieron en desobediencia, confiadas en que sus reservas del combustible en otras partes del mundo les permitieran cumplir sus compromisos; además de que sin el pago de los salarios a sus trabajadores y la falta de petróleo para atender las necesidades internas del país, terminarían por doblegar al gobierno y a sus trabajadores.

El presidente Lázaro Cárdenas intervino para mediar ante las compañías y así intentar lograr la firma de este contrato. Tras un acuerdo, se aplazó la huelga por cuatro meses, que se prolongaron aún dos más. Todo fue inútil, pues no se llegó a ningún acuerdo con las compañías petroleras y el 28 de mayo de 1937 estalló la huelga, lo que paralizó al país entero al no despacharse gasolina por doce días.

Las compañías declararon que se encontraban con problemas financieros y no podían cumplir con las demandas de los trabajadores. Hubo investigaciones al respecto, y el 3 de agosto, una comisión de peritos dio a conocer su conclusión: La industria petrolera mexicana produce rendimientos muy superiores a la de Estados Unidos.
Tal decisión molestó a los empresarios petroleros, quienes amenazaron con retirarse de México y llevarse todo su capital, por lo que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje no emitió su fallo y los meses seguían corriendo, trayendo como consecuencia un paro general de 24 horas, el 8 de diciembre, en protesta por el retraso.

Diez días después, la Junta emitió su fallo a favor de los trabajadores, lo cual significaba que las empresas petroleras deberían pagar 26 millones de pesos de salarios caídos de la huelga de mayo; hecho que no acataron, y se ampararon ante la Suprema Corte de Justicia.

Pero la Suprema Corte de Justicia les negó el amparo el 3 de marzo de 1938, lo que los obligaba a elevar los salarios y mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores. Para disminuir la molestia de los dueños de las compañías, el presidente Lázaro Cárdenas ofreció mediar ante el sindicato para que aceptaran el pago de los 26 millones de pesos y no de 40 millones, como lo exigían. A cambio de este pago, el presidente les prometió levantar la huelga, pero los empresarios no confiaban en él.

Su desconfianza ocasionó que el presidente Lázaro Cárdenas decidiera poner fin a tan largo conflicto y anunciar la expropiación petrolera. Fue así como el 18 de marzo de 1938, a las ocho de la noche, el presidente Lázaro Cárdenas estaba reunido a puerta cerrada con su gabinete para anunciarles su decisión de expropiar la industria petrolera. Dos horas después, en todas las estaciones de radio de la República, la hizo pública al pueblo de México, rápidamente se fue advirtiendo el apoyo de la opinión pública. El 23 de marzo hubo en la ciudad de México una enorme manifestación de respaldo que, según citan las crónicas periodísticas, superaba las cien mil personas.

Poco tiempo después, el 12 de abril hubo una manifestación frente al Palacio de las Bellas Artes. Millares de mujeres de todas las clases sociales llevaron su cooperación para pagar la deuda petrolera. Las aportaciones iban desde gallinas hasta joyas valiosas.

La expropiación era resultado de una cadena de hechos que habían puesto en entredicho la soberanía del país y por ello esta decisión llenó de júbilo al pueblo de México.

El mensaje con que el presidente Cárdenas hizo pública su decisión, fue el siguiente:

"Es evidente que el problema que las compañías petroleras plantean al Poder Ejecutivo de la nación con su negativa a cumplir la sentencia que les impuso el más alto tribunal judicial, no es un simple caso de ejecución de sentencia, sino una situación definitiva que debe resolverse con urgencia. Es el interés social de la clase laborante en todas las industrias del país el que lo exige. Es el interés público de los mexicanos y aún de los extranjeros que viven en la República y que necesitan de la paz y de la dinámica de los combustibles para el trabajo. Es la misma soberanía de la Nación que quedaría expuesta a simples maniobras del capital extranjero, que olvidando que previamente se ha constituido en empresas mexicanas, bajo leyes mexicanas, pretende eludir los mandatos y las obligaciones que le imponen las autoridades del propio país."

"Se trata de un caso evidente y claro que obliga al gobierno a aplicar la Ley de Expropiación en vigor, no sólo para someter a las empresas petroleras a la obediencia, sino porque habiendo quedado rotos los contratos de trabajo entre las compañías y sus trabajadores, por haberlo así resuelto las autoridades del trabajo, de no ocupar el gobierno las instalaciones de las compañías, vendría la paralización inmediata de la industria petrolera, ocasionando estos males incalculables al resto de la industria y a la economía general del país.\"

"Las compañías petroleras han gozado durante muchos años, los más de su existencia, de grandes privilegios para su desarrollo y expansión; de franquicias aduanales; de exenciones fiscales y de prerrogativas innumerables, y cuyos factores de privilegio unidos a la prodigiosa potencialidad de los mantos petrolíferos que la nación les concesionó, muchas veces contra su voluntad y contra el derecho público, significan casi la totalidad del verdadero capital del que se habla."

*Autor, Iván Neria, publicado en www.arts-history.mx

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CARTA DE BENITO JUÁREZ
A MAXIMILIANO DE HABSBURGO
30 de Agosto de 1864
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"Respetable Señor:

Me habéis dirigido privadamente una carta fechada el 2 del corriente a bordo de la fragata Novara, y mi carácter de persona cortés y respetable me impone la obligación de contestarla aunque muy de prisa y sin meditación, pues, como debéis suponer, el importante y delicado cargo de Presidente de la República absorbe todo mi tiempo, y no me deja solaz ni aun de noche.

El filibusterismo francés está buscando minar y destruir nuestra nacionalidad, y yo que por mis principios y mi juramento soy el llamado a sostener la integridad nacional, su soberanía y su independencia, tengo que trabajar con mucha actividad, multiplicando mis esfuerzos, a fin de corresponder al sagrado depósito que la nación, ejerciendo sus facultades soberanas, me ha confiado. Esto no obstante, me propongo contestar, aunque muy brevemente, los puntos más importantes de vuestra carta.

Me decís que, "abandonando la sucesión de un trono en Europa, abandonando vuestra familia, vuestros amigos, vuestras propiedades y lo más caro del hombre, vuestro país, habéis venido con vuestra esposa Doña Carlota a tierras distantes y no conocidas, solo por obedecer un llamamiento espontáneo de una nación que fija en vos la felicidad de su porvenir". Admiro hasta cierto punto toda vuestra generosidad, pero me sorprende mucho encontrar en vuestra carta la frase "llamamiento espontáneo", pues yo había visto antes que cuando los traidores de mi país se presentaron bajo su propia autoridad, en Miramar, a ofreceros la corona de México con algunas actas de nueve o diez ciudades de la nación, no percibisteis en eso sino una farsa ridícula, indigna de la seria consideración de un hombre honrado y decente. En contestación a tal absurdo exigisteis la expresión libre de la voluntad nacional, como resultado del sufragio universal. Esto era pedir una imposibilidad; pero era el justo deber de un hombre honorable hacerlo: ¡Cuán grande, pues debe ser mi sorpresa, al veros venir al territorio mexicano, sin que se hayan cumplido alguna de las condiciones!

Cómo no he de maravillarme al veros aceptar la misma farsa de los traidores, adoptar su lenguaje, condecorar y tomar en vuestro servicio bandidos como Márquez y Herrán, y rodear vuestra persona con esta clase peligrosa de la sociedad mexicana? Hablando francamente, me he engañado mucho: porque creía y esperaba que erais una de esas organizaciones puras que la ambición no puede corromper.

Me invitáis cordialmente a que vaya a México; a donde os dirigís a fin de que celebremos una conferencia en unión de otros jefes mexicanos armados hoy, prometiéndonos las fuerzas necesarias para nuestra escolta durante el viaje y empeñando como fianza y garantía, vuestra fe pública, vuestra palabra y vuestro honor. Es imposible, señor, que acceda a esta instancia, porque mis ocupaciones oficiales no me lo permiten. Pero si ejerciendo mis funciones públicas, pudiera aceptar tal invitación, no sería suficiente la fe pública, la palabra de honor de un agente de Napoleón el perjuro, de un hombre cuya seguridad está confiada a los mexicanos traidores, y que en este momento representa la causa de uno de los que firmaron el tratado de la Soledad. Conocemos demasiado bien en América el valor de esa fe pública, de esa palabra y de ese honor, justamente como sabe el pueblo francés lo que valen los juramentos y promesas de un Napoleón.

También decís que de la conferencia (si yo acepto), no dudáis que resulte la paz, y en ella la felicidad de la nación mexicana; que colocándose al imperio en un lugar de honor distinguido, contaría en lo futuro con mi talento y mi patriotismo para el bien general. Es indisputable, señor, que la historia de nuestros tiempos registre los nombres de grandes traidores, que han hecho traición a sus juramentos, a sus palabras y a sus promesas, que han sido falsos a su propio partido y principios, aun a sus antecedentes y a lo más sagrado para el hombre de honor: cierto también que en todos estos casos de traición el traidor ha sido guiado por la vil ambición de mando, y el deseo miserable de satisfacer sus pasiones y sus vicios; pero un hombre, a quien está confiado el cargo de Presidente de la República, saliendo como ha salido de las oscuras masas del pueblo, sucumbirá, si así lo decreta la sabiduría de la Providencia, desempeñando su deber hasta lo último, correspondiendo a las esperanzas de la nación que preside, y satisfaciendo las aspiraciones de su propia conciencia.


La falta de tiempo me obliga a concluir, y sólo añadiré una observación. Al hombre le es dado a veces atacar los derechos de otro, apoderarse de sus propiedades, amenazar las vidas de los que se atreven a defender su nacionalidad, hacer aparecer las más esclarecidas virtudes como crímenes y hacer resplandecer sus vicios como virtudes. Pero hay una cosa que está fuera del alcance de los falsos y perversos, y esta es la sentencia tremenda de la historia. Ella nos juzgará.

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ANTE LA EMBESTIDA DEL IMPERIALISMO  CONTRA 
LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
EL FCR SE SOLIDARIZA CON LA MAYORÍA DEL PUEBLO DE VENEZUELA 
Y SU PRESIDENTE MADURO


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