LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







07 marzo 2012

¿QUÉ REPRESENTA EL DIA DE LA MUJER?


Desde que en México se celebra el 8 de marzo, como el Día de la Mujer, el gobierno y los medios masivos de información, desvirtúan su significado, reduciéndolo a una fecha más, del onomástico demagógico y mercantil.

Al revisar la Historia, nos damos cuenta que esta fecha tiene sus orígenes en la lucha de las mujeres trabajadoras, y también de las sufragistas, se trata de una fecha que al igual que el 1º. de Mayo significa y debe convertirse en un día de lucha por alcanzar la equidad, y suprimir la explotación.

Tanto hombres como mujeres en este Sistema Capitalista, son objeto de condiciones injustas de trabajo y de salarios paupérrimos, que no sirven para la subsistencia de una familia.

El ejemplo más claro de esta situación lo tenemos en los trabajadores que son “contratados” bajo el llamado “outsourcing” y ya no se diga en los millones hombres y mujeres, que no cuentan con ningún empleo y son obligados a emigrar, a prostituirse o ser parte de la delincuencia.

La lucha de las mujeres es totalmente lógica en el contexto de la Lucha de Clases, y cobra dimensiones más allá del ámbito laboral, puesto que muchas mujeres tienen doble “chamba”; además de trabajar en la fábrica, la oficina, la escuela, la tienda, el tianguis, o el campo, trabajan sin remuneración en el hogar.

Otros aspectos de la lucha de las mujeres, son por decidir sobre su propio cuerpo (cuando y con quien se quieren embarazar) y en todo caso abortar en condiciones donde no pongan en riesgo su vida, y también el combate a la violencia y a los feminicidios que se dan en todo el País.

Hoy en la lucha electoral, se ha puesto de moda el lanzar a mujeres en pos de cargos de elección popular, y aunque esto es válido, dado que las mujeres representan el 51% del padrón, no el hecho de proponer a una representante del sexo femenino, es garantía de que va a luchar por su género o por los desposeídos.

En las últimas elecciones varios partidos han lanzado a mujeres como candidatas a la presidencia, pero salvo Rosario Ibarra, todas las demás han sido simples comparsas del sistema, para desviar y dividir a los sectores progresistas.

Las derechas del PAN y el PRI. lanzan a mujeres para la presidencia y para el gobierno del D.F., sin embargo ambas tienen una visión retrograda y reaccionaria, y por supuesto no representan los interese de las mujeres. No nos vayamos con estas falsas redentoras y votemos por una autentica alternativa de los trabajadores y las trabajadoras, que en estos momentos representa AMLO y el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).

¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS!

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DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

UNA FECHA CON HISTORIA

Este 8 de marzo asistimos a un aniversario más del Día Internacional de la Mujer y la Paz Internacional. La fecha fue establecida oficialmente en 1977 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y conmemora la lucha de la mujer en busca del reconocimiento de la equidad de género y de su participación en todos los ámbitos de la vida humana.

Los antecedentes de dicha celebración pueden rastrearse en la historia del siglo XIX. La Revolución industrial propició el crecimiento de las fábricas y mayores requerimientos de mano de obra no sólo de hombres, sino también de niños y mujeres.

La participación femenina en el mercado de trabajo fue cada vez en aumento, principalmente en Gran Bretaña, Alemania, Francia, Bélgica y Rusia, pero también en otras latitudes alrededor del mundo. Sin embargo, no se reconocía ningún derecho laboral a las mujeres: se les sometía a una extenuante jornada, recibían menor salario respecto al de los hombres y eran discriminadas, condiciones que no tardaron en ser motivo de reclamos y exigencias que dieron inicio a una lucha organizada en busca de dignificación de la mujer.

Los partidos socialistas de Europa y Estados Unidos habían establecido un Women´sday anual para promover el derecho al voto y las reivindaciones de las trabajadoras, que en 1908 celebraron en mayo. Pugnaban esencialmente por el sufragio femenino y rechazaban la esclavitud sexual.

Años después, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que tuvo lugar en Copenhague los días 26 y 27 de agosto de 1910, la alemana Clara Zetkin (1857-1933) —combatiente por los derechos femeninos— propuso que se estableciera el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La propuesta recordaba los sucesos trágicos ocurridos durante la huelga realizada por mujeres empleadas en la fábrica estadunidense TriangleShirtwaistCompany, que habían reclamado mejoras laborales.

En esa reunión, alrededor de cien mujeres representantes de 17 países decidieron hacer eco de sus demandas laborales y de las injusticias que sufría la clase obrera.

El Día de la Mujer se celebró por primera ocasión en Europa el 19 de marzo de 1911. Hubo manifestaciones en las que se exigió el sufragio femenino y otros derechos políticos, como el de ocupar cargos públicos, el derecho a trabajar y a una jornada laboral digna. En los primeros años se festejó en fechas diferentes según cada país, y a partir de 1914, por primera vez en Alemania, Suecia y Rusia, el 8 de marzo.

Los países de Latinoamérica se unieron a la celebración hasta la década de 1980, como consecuencia de la I Conferencia Mundial sobre la Mujer, efectuada en México en 1975.

Empero, esa tardía incorporación no anula los constantes esfuerzos que sus mujeres habían realizado a lo largo de la historia de cada nación. En México, por ejemplo, existieron constantes y enormes esfuerzos de mujeres que fundaron a fines del siglo XIX las primeras sociedades feministas del país. Asimismo, la presencia de la mujer durante los años de la Revolución mexicana fue significativa, ya que, además de ser madres, esposas e hijas, participaron en la lucha armada como enfermeras, mensajeras o soldaderas.

Aunque no llegó a ser una práctica generalizada en el periodo de integración y consolidación del Estado posrevolucionario, entre los años 1916 y 1924 diversos gobiernos estatales, encabezados por Salvador Alvarado, Felipe Carrillo Puerto y Rafael Nieto, expidieron leyes a favor de las mujeres.

La Constitución Política de 1917 concedió al hombre y a la mujer los mismos derechos en materia de garantías individuales. En 1928, con la modificación a la Ley de Relaciones Familiares, fue posible que se reconocieran como legítimos los hijos nacidos de las relaciones fuera del matrimonio. Hermila Galindo, en 1918, Elvia Carrillo Puerto, en 1926, y Refugio García, en 1931, fueron mujeres que lucharon electoralmente para obtener candidaturas y puestos de elección popular.

Durante la siguiente década se siguieron formando organizaciones encabezadas por mujeres, como es el caso del Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM), fundado en 1935.

Aunque el presidente Lázaro Cárdenas presentó al Congreso de la Unión una iniciativa para reformar los artículos 34 y 35 constitucionales a fin de dar reconocimiento a los derechos ciudadanos de las mujeres, no fue sino en 1947, durante la administración de Miguel Alemán, cuando se otorgó el voto femenino para los comicios municipales.

Finalmente, en 1953, Adolfo Ruiz Cortines concedió el sufragio femenino y así, por primera vez, la mujer mexicana ejerció su derecho al voto en elecciones federales.

El movimiento de 1968 inauguró una nueva etapa de participación ciudadana. La década de los setenta fue testigo de manifestaciones y organizaciones obrero-campesinas en donde la presencia de la mujer no dio marcha atrás y siempre estuvo al frente de la lucha.

En 1975, Eleanor Roosevelt, por iniciativa de la ONU, organizó en México el Año Internacional de la Mujer. Para ello, Luis Echeverría creó el Consejo Nacional de Población con el fin de coordinar, entre otras cosas, tareas de reivindicación de la mujer.

Ese año fue trascendental para México, no sólo por ser sede de un evento de gran magnitud, sino porque, gracias a una modificación constitucional, los logros de la lucha de la mujer mexicana se hacían palpables. Con satisfacción se podía leer el siguiente texto de la Carta Magna: “el varón y la mujer son iguales ante la ley, ésta protegerá la organización y el desarrollo de la familia. Toda persona tiene derecho de decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número de hijos que desea tener”.

Las últimas dos décadas no han dejado de registrar una mayor coordinación entre sociedades, asociaciones y agrupaciones femeninas que cuentan con programas de trabajo y bases de acción bien definidos con miras al mejoramiento de la situación de la mujer.

Hoy día, tanto en México como en el mundo, el 8 de marzo se ha convertido en una ocasión para examinar las acciones emprendidas en beneficio de las mujeres, teniendo como eje central la equidad de género, la atención a la salud, la educación y el empleo para su integración a la sociedad.

Este 8 de marzo, a más de cien años de haberse proclamado en Copenhague la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, buen momento es para retroceder, reparar y pensar en qué tipo de sociedad se está construyendo, en un mundo en el que poco más de la mitad de la población pertenece al género femenino.

Emma Paula Ruiz Ham :   Investigadora del INEHRM
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CRISTINA PACHECO

Retratos

Quien vea esta foto dirá que se la tomaron a mi madre en un velorio y no el día en que celebramos aquí su cumpleaños. Mírala y verás que no exagero. Dime si no parece asustada y a punto de llorar. Me duele tanto este retrato que me gustaría romperlo, pero no me atrevo. Además no serviría de nada. Mientras viva jamás olvidaré la expresión amarga en su rostro, el abandono de su cuerpo, el cansancio con que recarga la cabeza en la mano cerrada. Ojalá cuando yo cumpla la edad que ella tiene ahora no vaya a causarles a mis hijos la pena de verme así en una fotografía.

Cada vez que miro ésta me pregunto en qué estaría pensando mi madre cuando se la tomamos. Tal vez en mi padre. Han transcurrido nueve años desde que él murió y ella aún no se resigna. Vive triste, aunque te juro que hemos hecho todo lo posible para que no le falte nada y sepa que no está sola.

Mi marido la respeta y la aprecia mucho. Fue idea suya que mi madre se viniera a vivir con nosotros. No te diré que estaba en las mejores condiciones, pero al menos tenía su cuarto. Imposible instalarla en el departamento porque es muy pequeño, así que le arreglamos muy bien el de servicio. El hecho de que estuviera en la azotea le daba a ella cierta independencia. Además podía bajarse acá a ver la tele, a sentarse junto a la ventana, divertirse mirando la calle o a platicar. Aunque, la verdad, durante el día nunca estamos aquí. Alfredo y yo salimos tempranísimo al trabajo y regresamos tarde. Mis hijos igual.

Comprendo que debió ser muy pesado para mi madre quedarse sola todo el día, pero nunca se quejó. Hizo mal. Debió decírnoslo, pero en vez de hacerlo buscó un asilo y se fue, por más que le rogamos que no lo hiciera. Cuando voy a visitarla le digo que su cuarto la está esperando. No acepta volver. Dice que en el asilo está feliz, porque al menos tiene con quién hablar. ¿No es una reclamación indirecta? Desde luego que sí, y me parece injusta.

Ella debería comprender que la vida ya no es como antes ni las familias tampoco. No lo entendió ni lo hará jamás.

Un domingo, a la hora de la comida, mi madre nos avisó que ya tenía arreglado el ingreso a un asilo. Para todos fue una sorpresa tremenda. Sentí horrible. Me solté llorando y le pregunté cómo lo había conseguido. Nos dijo que Emita, la enfermera que llegaba cada semana para inyectarla, la había puesto en contacto con la institución en donde trabaja una de sus hermanas. Mi madre le pidió mayores informes y luego ayuda para los trámites. Los hizo mientras nosotros salíamos a trabajar y por eso no nos dimos cuenta de nada.

Le rogué que nos dijera si se iba porque estaba molesta con nosotros o si alguno de mis hijos le había faltado al respeto. Dijo que no, que sus nietos son muy buenos muchachos, pero que le hubiera gustado que se acercaran un poco más a ella en vez de ponerse a jugar con la computadora el poco tiempo que están en la casa.

Alfredo le indicó que ese comportamiento de sus nietos no era razón para sentirse despreciada, ya que con nosotros actúan en la misma forma. Nos ven como si fuéramos transparentes, nos hablan poco y desde que les compramos su computadora rara vez nos preguntan algo, porque allí encuentran respuestas para todo lo humano y lo divino.

Mi madre le contestó algo en lo que yo jamás había pensado: “Cuando mis nietos crezcan y quieran saber acerca de sus orígenes, por ejemplo cómo eran sus bisabuelos, a qué se dedicaron, de qué edad murieron y en dónde están enterrados, ¿la computadora les va a responder? Claro que no, y es una lástima, porque son datos muy valiosos para que las familias se mantengan unidas”.

El sábado que fui a visitar a mi mamá le regalé una copia de esta foto. Desde hace meses se la había prometido y hasta ahora, cuando ya vamos a celebrarle otro cumpleaños, me acordé de llevársela. No pude menos que preguntarle en qué estaba pensando cuando se la tomamos. Me respondió que ya no se acordaba. No le creí. Si algo has tenido siempre –le dije– es buen oído y mejor memoria.

Se quedó muy seria, mirando la foto. Luego me confesó que cada día padece más olvidos. Ella ve esa pérdida como si empezara a desvanecerse y a entrar en su muerte. Más que sus palabras, me asustó el tono en que las dijo. Procuré animarla informándole que hay vitaminas para el cerebro y ejercicios que lo mantienen funcionando: leer, hacer operaciones matemáticas, memorizar, escribir. Se rió. “¿A quién le escribo? ¡Ni modo que a ustedes! Además, una carta tardaría más en llegarles que yo en volver a visitarlos”.

Le reclamé que lo haga tan de vez en cuando. Se justificó poniendo como pretexto la distancia, el temor de sufrir uno de sus olvidos y no saber cómo llegar a nuestra casa o reintegrarse al asilo. Me la imaginé caminando sin rumbo y a nosotros buscándola y dejando en los periódicos sus datos personales y su descripción. Pero, ¿cuál? No sé cuánto mide ni cuánto pesa, ni si aún tiene en el vientre la cicatriz que le dejó la operación de la vesícula. Lo más que podría decir es que usa el cabello entrecano muy corto, que de seguro iba vestida con la blusa de flores que tanto le gusta y el suéter gris que le regalamos en su último cumpleaños. Me avergonzó pensar que sabía más de la ropa de mi madre que de ella.

Me di cuenta de que tampoco sé de qué color tiene los ojos. Le pedí que me mirara y me emocioné –así como lo oyes, me emocioné– al notar que son entre verdes y amarillos. Se los elogié porque aún los tiene preciosos. Me dijo que los había heredado de su madre, mi abuela Josefina, de quien yo ignoro casi todo. Con el pretexto de que ejercitara su memoria le pedí que me describiera a mi abuela. Lo hizo como una niña aplicada que lee su primera composición.

Durante mis visitas voy a seguir haciéndole preguntas acerca de los otros abuelos, de los tíos, los primos. Espero que mi madre viva lo suficiente para que, con sus palabras, reconstruya un retrato de familia que no tuve jamás y que, desde luego, no aparece en ninguna computadora.

¿Por qué te estoy contando todo esto? Ah, sí, porque te enseñé este retrato. Aunque a veces lo piense, no voy a romperlo. Un día será todo lo que conserve de mi madre.


“La palabra es el arma decisiva para combatir la violencia y la opresión contra las mujeres”, expresó la periodista Cristina Pacheco al recibir el primer Reconocimiento Internacional Rosario Castellanos a la Trayectoria Cultural de la Mujer 2012 en el Palacio de Bellas Artes.

“un paso indispensable para cambiar todo aquello que nos duele y humilla es exponer esta realidad como la observamos día tras día y aceptar que se apoya en tres de nuestros mayores enemigos: la injusticia social, la falta de educación y la dependencia económica”.

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