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12 diciembre 2024

EL MITO GUADALUPANO


La primera mención de Juan Diego se encuentra en el Nican mopohua, un texto incluido en el libro Huei tlamahuicoltica, publicado por primera vez en 1649 ―101 años después de la supuesta fecha de la muerte de Juan Diego― por Luis Lasso de la Vega, capellán encargado del templo dedicado a la Virgen de Guadalupe en Tepeyac. Él lo atribuyó a Antonio Valeriano de Azcapotzalco, quien habría sido un indígena letrado por conventos jesuitas y que presuntamente habría escrito el primer manuscrito en 1556.

En sus numerosos escritos y cartas, Zumárraga omitió dejar alguna constancia del milagro de las rosas,  de la construcción de la ermita, o de la existencia del indio Juan Diego. Pero a pesar de ser un Mito para dominar a los indios, la virgen que forjo una patria se ha convertido en una forma de identidad de los mexicanos, la cual se recuerda el 12 de diciembre de cada año, por lo cual se ha convertido en una cuestión además de religiosa también cultural, por lo cual el FCR lo recuerda como un homenaje a para nuestro pueblo.

¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLITICA DE NUESTROS PUEBLOS!

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Antonio Valeriano (Azcapotzalco, 1520 - 1605), noble y letrado nahua y gobernante de la parcialidad indígena de México-Tenochtitlan. También se le atribuye la autoría del Nican mopohua. Estudió y fue posteriormente profesor y rector en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, dirigido por los franciscanos. Fue uno de los más notables discípulos y asimismo informante de fray Bernardino de Sahagún y de Fray Andrés de Olmos. Podía escribir fluidamente y con elegancia tanto en su idioma natal como en español y latín. Sahagún se refiere a él como "el principal y más sabio" de sus estudiantes. Con Sahagún participó en la creación del Códice florentino y también enseñó el idioma náhuatl a Juan de Torquemada, autor de la Monarquía indiana.

El sermón de fray Servando Teresa de Mier sobre la Virgen de Guadalupe

“Arderá en el infierno”, seguramente pensó más de un miembro del clero mexicano, luego de escuchar el sermón que, con motivo del día de la Virgen de Guadalupe, presentó fray Servando Teresa de Mier el 12 de diciembre de 1794 en la Colegiata de Guadalupe. 

“La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe no está pintada en la tilma de Juan Diego, sino en la capa de Santo Tomás apóstol de este reino. Mil setecientos cincuenta años antes del presente, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe ya era muy célebre y adorada por los indios ya cristianos, en la cima de Tenayuca, donde le erigió templo y colocó Santo Tomás. Apóstatas los indios de nuestra religión maltrataron la imagen que seguramente no pudieron borrar, y Santo Tomás la escondió, hasta que diez años después de la conquista apareció la Reina de los Cielos a Juan Diego pidiendo un templo y le entregó la última vez su imagen para que la llevara a la presencia del señor Zumárraga. La imagen de Nuestra Señora es pintura de los principios del siglo primero de la Iglesia, pero, así como su conservación su pincel es superior a toda humana industria, como que la misma Virgen María se estampó naturalmente en el lienzo viviendo de carne mortal”.

Las palabras de Fray Servando taladraron la conciencia religiosa novohispana de finales del siglo XVIII. Mucha gente se sintió agraviada y lo menos que dijeron del dominico fue que adolecía de locura. Pero a los ojos del clero merecía un castigo ejemplar y la respuesta de las autoridades eclesiásticas fue fulminante. No habían transcurrido ni veinticuatro horas del famoso sermón y fray Servando ya cargaba con un proceso y la suspensión de la licencia para predicar y confesar. En marzo de 1795 fue condenado a diez años de reclusión en el Convento de Santo Domingo en Cádiz. Su audaz sermón le había costado un destierro de más de veinte años que concluyó en 1817, cuando en plena Guerra de Independencia regresó acompañando al español Xavier Mina. 

En su sermón, fray Servando había escrito que todas las argumentaciones, “lo confieso son extrañas e inauditas; pero a mí me parecen muy probables; y a lo menos, si me engaño, habré excitado la desidia de mis paisanos para que probándomelo aclaren mejor la verdad de esta historia”. Doscientos años después la polémica seguía viva. 

Sectores Historiográficos han cuestionado la existencia de Juan Diego como un personaje real, considerándolo más bien un constructo mitológico que fue inventado por la Iglesia católica en México (basándose en que no fue transmitido la anécdota por el obispo Juan de Zumárraga u otros Cronistas españoles que documentasen los hechos más importantes de la conquista y de la evangelización). Otros creen que, de haber existido un Juan Diego histórico, jamás habría vivido los eventos de la aparición mariana de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, considerado como un relato mágico que se insertó por religiosos o por una Alucinación debido soñar o imaginar mucho.

El escritor español Juan Bautista Muñoz (protegido de Carlos III de España como «cosmógrafo mayor de Indias»), quien el 18 de abril de 1794 declaró, durante un discurso frente a la Real Academia de la Historia, que la aparición de la Virgen carecía de fundamento histórico, basándose en que no habría obtenido ni una alusión acerca del hecho guadalupano.

El filólogo e historiador Joaquín García Icazbalceta, hizo negaciones del hecho guadalupano en su Carta antiaparicionista de 1883 (dirigida al Arzobispo de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos), con explicaciones más elaboradas, pero bajo los mismos argumentos de Servando y Muñoz, por el que, con respecto a Juan Diego, opinaría que “A quien no consideraba real, pero sí tonto y semi idólatra”. A pesar de ser católico y creer en los milagros, se volvería el fundador de la historiografía antiaparicionista moderna, de carácter serio y académico.

Richard Nebel, mexicanista de la Facultad de Teología de la Universidad de Wurzburgo, trataría de probar que hay una continuidad y amalgamación entre la diosa azteca Tonantzin con la Virgen de Guadalupe, producto de un proceso de transculturación y sincretismo religioso entre la tradición precolombina y la tradición católica, lo decisivo es la traslación injustificada de una hipótesis literaria al terreno de los acontecimientos. La hipótesis se refiere al esquema de la narración de la aparición. Tras ponerlo a partir de la historia de la Virgen de Guadalupe extremeña, y compararlo con la narración del Nican mopohua, considera que lo más probable es que fuera una creación literaria con fines de evangelización.

Sandro Corradini (relator de la Congregación para la Causa de los Santos), declaró en 1982 que «De Juan Diego no hay nada. La Virgen de Guadalupe es un mito con el que los franciscanos evangelizaron a México».

El historiador Edmundo O'Gorman, en 1986 publicó su obra Destierro de sombras: luz en el origen de la imagen y culto de Nuestra Señora de Guadalupe, por el que, en un esfuerzo por refutar a Ángel María Garibay, defendería la hipótesis de que Antonio Valeriano se inventó el relato basándose en que la imagen debería datar de 1555-1556 y afirmando que la devoción la creó Montúfar contra los franciscanos.

El historiador británico, David A. Brading, catedrático de la Universidad de Cambridge, dijo que de Juan Diego «no hay pruebas históricas» y cuestionando la defensa del presbítero criollo Miguel Sánchez en su libro Imagen de la Virgen María y concluyendo, al igual que Stafford Poole, que Juan Diego no entra en escena hasta 1648.

El sacerdote e historiador de Los Ángeles, Stafford Poole, quien declaró que «Hasta 1648, no se sabe nada de Juan Diego», además de con respecto a las conversiones masivas de indígenas tras el suceso «es una leyenda. 

Las investigaciones indican lo contrario, que el progreso de las misiones en aquellos años fue muy lento». Habiendo publicado un libro para la Universidad de Arizona en 1995 referido al tema y defendiendo la hipótesis de que los criollos crearon a la Virgen de Guadalupe como un mero símbolo de identidad social y religiosa americana, siendo su pintura creada por Alonso de Montúfar.

Stafford Poole se limita, en cambio, a afirmar que no hubo conversión masiva de los indígenas, sin probar su tesis. Asimismo, el P. Guerrero refuta que la idea de que la «ermita la fundó Montúfar», por medio de testimonios tan conocidos como la carta del Virrey Enríquez y el mapa de Upssala. Da también razón del porqué del «supuesto silencio documental» del acontecimiento guadalupano del siglo XVI, explicando que los españoles de la época no pudieron darle la importancia que hoy le damos los guadalupanos. Defiende también la importancia de las Informaciones de 1666, demostrando que valen más de lo que Poole les concede. 

El exabad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, quien, pese a ser aparicionista hasta los años 80s, declaró el 6 de mayo de 1990 que su canonización era un disparate, pues no estaría comprobada la existencia del personaje, afirmando que «Juan Diego es un símbolo, no una realidad».  Con el apoyo del arcipreste Carlos Warnholtz y el bibliotecario Esteban Martínez, mandaría cartas al Vaticano para evitar la canonización, citando las tesis de José Martín Rivera cuestionando la historicidad del Nican mopohua. 

Posteriormente se retirarían o serían dimitidos de sus funciones en el clero, además de ser acusados de racistas anti indios.

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NAVIDAD O NATIVIDAD.

La navidad es un fenómeno religioso, pero a su vez mediático-comercial que recorre, desde hace siglos, gran parte del mundo del tercer milenio humano.

Natividad es una palabra que tiene  origen en el latín, mientras que el término Christmas es una forma abreviada de decir la Christ’s Mass  o Misa de Cristo, que se equivale a la Navidad Cristiana y del francés antiguo: Noel derivado de noël o naël que igualmente significa nacimiento.

Más relacionado con las culturas occidentales, griega, romana, británica, alemana, la navidad está íntimamente ligada a la cruzada  del Papá Noel o Santa Claus (personaje especialmente ligado a los regalos de los infantes, en la temporada decembrina).

Para la cultura española y toda su influencia hispanoamericana, el viejecito sonriente y que se transporta en trineo, se transforma en la personalidad de los “Tres Reyes Magos” y  aunque en la España actual también existe el Santa Claus, persiste notablemente  la figura mítica  de los 3 reyes viajeros que acompañaron  el idílico Nacimiento de Jesús el hijo de dios en la tierra, quien fue parido para expiar los pecados de la humanidad.

No existen datos precisos, de cuando se comienza a hablar de la Natividad o Nacimiento de Cristo, cuya gestación debió haberse dado de marzo a diciembre para que él pudiera nacer el 25 de diciembre (ligado al solsticio de invierno). Las autoridades eclesiásticas fijaron dicha fecha festiva  en el siglo IV.

Las costumbres asociadas a la Navidad, tiene una mezcla de elementos precristianos, cristianos y laicos  y participan no solo los representantes  de religión católica, también lo hacen  protestantes y ortodoxos, entre otros.

En Iberoamérica, se acostumbra a instalar un Belén, Nacimiento o Pesebre, que es una maqueta que representa el supuesto escenario donde nació Jesús (la Sagrada Familia, los animales, el establo, la estrella que representa la luz que guio a los 3 magos de Oriente). Esta luz, también puede colocarse en el árbol de navidad que coexiste con el nacimiento en muchos países. 

El árbol de navidad se coloca, sobre un árbol perenne o sea vivo, que simboliza el amor de dios; éste se adorna y debajo de él se dejan regalos, especialmente para los niños, el 25 de diciembre. 

Cada país adopta una forma peculiar de celebrar la Natividad o Navidad y en México aún se celebran 9 jornadas previas del 16-24 de diciembre que se llaman posadas.

En las posadas, se hace una representación simbólica del viaje que hizo la virgen  antes de llegar a Belén; en la casa donde se celebra la posada se abre la puerta a todos  los peregrinos, que representan a  los padres de Jesús, y se les recibe festivamente dándoles comida y bebida a todos. 

Se quiebra una piñata – que originalmente  era una olla de barro adornada con 7 picos que representan los 7 pecados capitales- y es rota por una persona con los ojos vendados  lo que representa, la fe religiosa.

En otros países se entonan canciones especiales llamadas villancicos religiosos, se toma chocolate acompañados de panes especiales y se elaboran una serie de platillos especiales de cerdo, pescado, cordero, etcétera, lo cual  dependen del lugar, tradiciones y costumbres alimenticias de los pobladores.

Dada su característica de consumo de alimentos y regalos especiales, tanto a los niños como otros integrantes de la familia, su impacto en la economía social se ha convertido en un período clave de ventas en el año; este fenómeno tiene un efecto económico-social global, en muchas regiones del mundo. 

Guadalupe Ana María Vázquez Torre