Queridos
compañeros: malos vientos vienen soplando.
En pocos días, los
latinoamericanos tuvimos que soportar tres golpes muy duros, tres desgracias al
hilo: la nueva ley que acuchilló la memoria de la dignidad, entrañable herencia
de Lázaro Cárdenas, y las muertes de dos de nuestros poetas más hondos: Juan
Gelman y José Emilio Pacheco.
Tres
tristezas, tres desafíos.
Vuelan
abrazos de muchos brazos, del sur al norte.
Eduardo
Galeano
¡POR
LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS!
JOSE EMILIO PACHECO
De padres campechanos, estudió en La Universidad Nacional
Autónoma de México, donde inició sus actividades literarias en la revista Medio
Siglo; tradujo del inglés y publicó libros de lírica y narrativa; también
trabajó dirigiendo y editando colecciones bibliográficas y diversas
publicaciones y suplementos culturales. Al lado de Carlos Monsiváis, compartió
la dirección del suplemento de la revista Estaciones; fue .secretario de
redacción de la Revista de la Universidad de México y de México en la Cultura,
suplemento de Novedades, y fue jefe de redacción de La Cultura en México,
suplemento de Siempre! Dirigió la colección Biblioteca del Estudiante
Universitario publicada por la UNAM, que reúne obras literarias desde el pasado
prehispánico al México contemporáneo. Fue especialista en Literatura mexicana
del siglo XIX, así como profundo conocedor de la obra de Jorge Luis Borges, en
cuyo honor dictó una serie de conferencias en 1999. Fue investigador del Centro
de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
desde hace décadas y ha sido profesor en la Universidad Nacional Autónoma de
México, en la Universidad de Maryland (College Park), en la Universidad de
Essex y en algunas otras de Estados Unidos, Canadá, y Reino Unido.
Entre otros galardones recibió el Premio Cervantes (2009);
el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009); el José Donoso (2001);
el Octavio Paz (2003); el Pablo Neruda (2004); el Ramón López Velarde (2003);
el Premio Internacional Alfonso Reyes (2004); el José Asunción Silva (1996); el
Xavier Villaurrutia (1973); el García Lorca (2005) y el Premio Alfonso Reyes
otorgado por El Colegio de México (2011).
José Emilio Pacheco fue una figura central de la literatura
mexicana, miembro de El Colegio Nacional desde 1986; ingresó en éste con la
lectura de su ensayo A ciento cincuenta años de la Academia de Letrán.4 Fue
creador emérito del Sistema Nacional de Creadores Artísticos (SNCA). Fue
nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua en mayo de
2006.5 Fue miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.
Su estilo es conversacional y coloquial, claro y
antirretórico; su gran tema es el tiempo; cada poema suyo analiza
imaginativamente un elemento que forma la corriente de lo cotidiano; asumiendo
valores humanos éticos y sociales, otras veces reflexiona sobre el propio papel
de la poesía. Como afirmó Carlos Monsiváis, en su obra domina:
La pasión por la metáfora, la concentración en unas cuantas
líneas de un relato casi siempre pesaroso, el gusto por los relatos
inesperados, el despliegue del poder de síntesis, el ejercicio múltiple de la
metáfora, el juego de analogías como espejos de la devastación, la alabanza
jubilosa del paisaje. En poesía, ajusta sus dones melancólicos, su pesimismo
que es resistencia al autoengaño, su fijación del sitio de la crueldad en el
mundo, su poderío aforístico.
La mayoría de sus títulos poéticos están recogidos en el
libro Tarde o temprano (Poemas 1958 – 2000, México, FCE), que reúne sus
primeros seis libros de poemas: Los elementos de la noche, El reposo del fuego,
No me preguntes cómo pasa el tiempo, Irás y no volverás, Islas a la deriva,
Desde entonces, a los que han seguido Los trabajos del mar, Miro la tierra,
Ciudad de la memoria y un volumen de versiones poéticas: Aproximaciones. Es
autor de dos novelas, Morirás lejos y Las batallas en el desierto, y de tres
libros de cuentos: La sangre de Medusa, El viento distante y El principio del
placer. Es notoria su labor literaria, periodística, historiográfica y
política. Junto a Octavio Paz, Alí Chumacero y Homero Aridjis, compiló la
antología Poesía en movimiento. Como traductor se le deben en especial
versiones de Cuatro cuartetos, de T. S. Eliot, de Cómo es (Samuel Beckett), Un
tranvía llamado deseo (Tennessee Williams), Vidas imaginarias (Marcel Schwob) y
De profundis (Óscar Wilde). Ha editado la Antología del Modernismo y obras de
autores como Federico Gamboa y Salvador Novo.
Su poema Alta traición es quizá el más célebre entre la
juventud mexicana. En su obra narrativa transfigura el mundo infantil y
adolescente en el escenario cada vez más ruinoso de la ciudad de México (El
viento distante y otros relatos (1963), El principio del placer (1972), Las
batallas en el desierto (1981)... En Morirás lejos (1967) trata sobre distintas
épocas de persecución (nazismo, guerra romana contra los judíos).
El 21 de abril de 2010 deja una serie de objetos en la Caja
de las Letras del Instituto Cervantes para que se abran 100 años después, en
2110. En el momento de depositarlo dijo: Lo dejo para que quien abra esto en
cien años sepa quién fui, porque no creo que nadie recuerde mi obra.
Falleció el 26 de enero de 2014 a las 18:25 hrs a causa de
un paro cardiorrespiratorio, posterior a una caída.
“Él se fue quedando dormido y se fue a
su sueño, el sueño de su poesía”. Cristina Pacheco
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LA TRAVESÍA DE JUAN GELMAN
El viernes 24 por la noche, José Emilio Pacheco terminó de
escribir su Inventario y lo envió a la redacción de Proceso. Más tarde tendría
un accidente casero que al día siguiente obligó a su hospitalización. A
continuación, íntegro, su último texto.
A Gabriel Zaid en sus 80, con 50 años de afecto…
MÉXICO, D.F. (Proceso).- ¿Existirá una palabra para la
nostalgia de lo que no fue y estuvo a punto de ser? Por ejemplo, que el Colegio
de Tlatelolco hubiera durado lo suficiente para consumar una verdadera
literatura mestiza, una fusión de lo indígena y lo español prefigurada por las
Liras de Netzahualcoyotl en la versión de su sobrino-nieto Fernando de Alva
Ixtlilxóchitl. O que Cervantes hubiese venido a la Nueva España para escribir
aquí un Quijote con texturas mexicanas. O que Francisco Javier Clavijero
hubiera concluido su Enciclopedia novohispana de la que sólo quedó
gloriosamente su Historia antigua de México…
Extremos de América
Otra posibilidad perdida es el encuentro literario de México
y Argentina. Ignacio Rodríguez Galván, nuestro mejor poeta del primer
romanticismo murió, como Juventino Rosas, en Cuba, cuando se dirigía a Buenos
Aires para ocupar un puesto diplomático. Nunca sabremos qué hubiera resultado
del encuentro entre la Asociación de Mayo y la Academia de Letrán. Manuel Payno
iba a representar a México en las repúblicas del Plata pero la misión se
canceló.
Federico Gamboa fue el primero en establecer relaciones con
los escritores argentinos. En las páginas de su Diario Rubén Darío dejó su
poema “A México”. Por razones políticas Darío no pudo llegar a la capital. El
mayor vínculo entre los que Daniel Cosío Villegas llamó los Extremos de América
fue Alfonso Reyes en un momento en que otros dos miembros del Ateneo de la
Juventud, José Vasconcelos y Pedro Henríquez Ureña, vivían también en ese país.
A la presencia de Reyes en Buenos Aires se debe el que
Arnaldo Orfila Reynal haya venido para dirigir el Fondo de Cultura Económica
primero y después Siglo XXI y el mundo académico se haya beneficiado con
maestros como Raymundo Lida. También gracias a Reyes y su amistad con Victoria
Ocampo y José Bianco, Xavier Villaurrutia publicó en las ediciones de Sur
Nostalgia de la muerte y que el muy joven Octavio Paz lo reseñara en las
páginas de esta revista y escribiera también un comentario sobre José
Revueltas.
Los años mexicanos
Un acontecimiento trágico para Argentina y muy benéfico para
nuestro país fue el exilio argentino de los setentas. Pero la consumación,
hasta el momento, de estas relaciones fue la presencia durante veinte años de
Juan Gelman. Sobre todo aquí concluyó su admirable Obra poética con libros de
primera línea que no ceden, ni por un instante, a la decadencia ni al agotamiento:
Incompletamente, Valer la pena, País que fue será, Mundar, Deatrásalante en su
porfía, El emperrado corazón amora.
Estos libros, unidos a Violín y otras cuestiones, El juego
en que andamos, Velorio del solo, Gotán, Los poemas de Sidney West, Cólera
buey, Fábulas, Relaciones, Hechos, Notas, Carta Abierta, Comentarios, Citas,
Hacia el sur y Bajo la lluvia ajena forman los dos tomos de su Poesía reunida,
publicada por el Fondo de Cultura Económica en 2011. Las mil 372 páginas
constituyen por su extensión y calidad una auténtica hazaña de la poesía en
lengua española. Gelman escribió hasta el último día. Hay dos libros a punto de
aparecer. Uno de ellos, Amaramara, es un gran homenaje a su esposa.
Su apartamento en la colonia Condesa fue quizás el último
refugio en que escritores de todas partes pudieron reunirse para hablar de
letras y política, en un ambiente tan propicio como el que hallaron los
republicanos en los viejos cafés de la Ciudad de México.
El exilio y el reino
Si uno hace un leve repaso de lo que se ha escrito en este
continente verá que gran parte de nuestras literaturas se ha hecho fuera del
suelo natal. Desterrar significa quitar la tierra bajo los pies, dejar a la
intemperie, derruir la casa, demoler la ciudad de cada uno con todas sus
memorias y sus costumbres. “El que se va no vuelve aunque regrese.” Contra la
separación del país y de su lengua sólo quedan la defensa y la venganza de
escribir. Gelman es el gran poeta del exilio. Su dimensión continental y
panhispánica no niega sino acendra su argentinidad esencial, su pertenencia
imbatible a Buenos Aires.
Civilización y barbarie
Lo sorprendente es la alegría y el humor que hay en tantos
poemas de Gelman, una manera de enfrentarse a los desastres históricos de
nuestros países y del mundo entero. Cómo duele pensar en los que escaparon de
los pogroms, el genocidio nazi y el gulag y se establecieron en Argentina
pensando que hallarían para sus hijos una tierra de paz y prosperidad y al
final del camino encontraron los golpes de madrugada a la puerta en el estilo
de la Gestapo, los campos de tortura con el añadido local de la picana
(contribución monstruosa que debemos al hijo de Leopoldo Lugones) y el
exterminio genocida.
El gran Domingo Faustino Sarmiento creyó que el progreso de
la Argentina significaba el triunfo de la civilización sobre la barbarie. La
llamada “Campaña del Desierto” que representó la eliminación masiva de los
pueblos indígenas hizo suponer a la oligarquía que la Argentina quedaba
blindada para siempre contra la barbarie. No obstante, los bárbaros
reaparecieron bajo el manto de la civilización y como sus defensores. Estaban
armados con todas las aportaciones del progreso, por ejemplo los helicópteros
desde los cuales arrojaban al Río de la Plata los cadáveres producto de la
tortura y a los agonizantes que se hundieron para siempre en el barro acumulado
durante siglos en el río que es mar y el mar que es río.
Gelman nunca creyó que la poesía fuera capaz de frenar los
tanques, silenciar las ametralladoras o de romper la picana. No le bastó con
exponer en verso la materia sangrienta y trágica de sus textos. Si son tan
eficaces se debe a la maestría absoluta sobre todas las formas: del epigrama
clásico al versículo, del poema en prosa a la experimentación léxica y rítmica.
Fue el adelantado de su generación en hacer obras intertextuales en que ya no
se sabe quién es el autor: el que escribió el original o quien lo deja intacto
y abierto a otras interpretaciones para hacer su lectura irremplazable y
apropiarse de él a fin de convertir un texto árabe o judío en un poema de
Gelman y anexarlo a la poesía argentina en particular y española en general.
Fue más aventurado que todos los que lo han seguido por este
camino. Sin ponerse de acuerdo, prolongó las reivindicaciones del ladino o
castellano sefardí que han hecho entre nosotros Myriam Moscona y Angelina
Muñiz-Huberman. En Divaxu escribe:
Amarti es istu:
Un havla qui va a dizer/
Un arvulitu sin folyas
Que da solombra
Amarte es esto:
Una palabra que está por decir/
Un arbolito sin hojas
Que da sombra/.
“Argentino hasta la muerte”, Juan Gelman por sus veinte años
de vida y de trabajo aquí, deja también en la poesía mexicana una huella
radiante que no se borrará.
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FÁBRICAS DEL AMOR
Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.
JG
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EPITAFIO
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.
JG
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SABER
El poema nada en un viento y brilla.
No sabe quién es hasta
que lo arrastran aquí, donde
seguramente morirá
a la intemperie de las bestias.
Me gustaría entender a las bestias
para entender mi bestia. La
realidad hace gemir
con jadeos de animal.
¿Qué gracia fue ganada en su respiración?
Ninguna que no fuera perdida.
Abajo de lo suave crepita la sospecha.
En estas manos.
JG
……………………………………………………..
PREGUNTAS
Ya
que navegas por mi sangre
y
conoces mis límites,
y
me despiertas en la mitad del día
para
acostarme en tu recuerdo
y
eres furia de mi paciencia para mí,
dime
qué diablos hago,
por
qué te necesito,
quien
eres, muda, sola, recorriéndome,
razón
de mi pasión,
por
qué quiero llenarte solamente de mí,
y
abarcarte, acabarte,
mezclarme
en tus cabellos
y
eres única patria
contra
las bestias del olvido
JG
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INDESEABLE
No me deja pasar el guardia.
He traspasado el límite de edad.
Provengo de un país que ya no existe.
Mis papeles no están en orden.
Me falta un sello.
Necesito otra firma.
No hablo el idioma.
No tengo cuenta en el banco.
Reprobé el examen de admisión.
Cancelaron mi puesto en la gran fábrica.
Me desemplearon hoy y para siempre.
Carezco por completo de influencias.
Llevo aquí en este mundo largo tiempo.
Y nuestros amos dicen que ya es hora
JEP
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ALTA
TRAICIÓN
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.
JEP
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EL MAR SIGUE ADELANTE
Entre tanto guijarro de la orilla
no sabe el mar
en dónde
deshacerse
¿Cuándo terminará su infernidad
que lo ciñe
a la tierra
enemiga
como
instrumento de tortura
y no lo deja
agonizar
no le
otorga un minuto de reposo?
Tigre entre la olarasca
de su absoluta
impermanencia
Las vueltas
jamás serán
iguales
La prisión
es siempre
idéntica a sí misma
Y cada ola quisiera ser la última
quedarse congelada
en la boca de sal
y arena
que mudamente
le está
diciendo siempre:
Adelante
JEP
EL FRENTE CULTURAL REVOLUCIONARIO, SE UNE AL DOLOR QUE EMBARGA AL MUNDO DE LAS LETRAS
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