Al Pueblo de México
¡O SON ELLOS O SOMOS NOSOTROS! ¡LIBERTAD, REBELDÍA, DEMOCRACIA Y PODER POPULAR! ¡CON LOS TRABAJADORES TODO, SIN LOS TRABAJADORES NADA! ¡UNIDOS Y ORGANIZADOS, VENCEREMOS!
México, DF, a 7 de febrero de 2010.
¡ POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS ¡
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EL BLOQUE LATINOAMERICANO Y CARIBEÑO
Por: Raúl Zibechi
La decisión, que se preparó durante los dos años anteriores impulsada por el presidente Lula, completa un largo proceso de autonomización de la región respecto de la superpotencia. Miremos atrás para observar el profundo cambio producido en la región. Desde su creación en 1948, la OEA respondió a los intereses de Washington. Cuando Cuba fue expulsada en 1962, ningún país votó en contra para evitarse problemas con Estados Unidos, aunque seis se abstuvieron, entre ellos Argentina, Brasil y México. En 1983, la creación del Grupo de Contadora (Colombia, México, Panamá y Venezuela) para buscar salidas a las guerras civiles centroamericanas, representa el primer intento por dotar a la región de voces que se aparten del coro impuesto por la Casa Blanca y el Pentágono. Fue la intervención del primer ministro sueco, Olof Palme, la que resultó decisiva para que se formara este grupo que se fue ampliando, pese al rechazo de Washington.
En 1990 el Grupo de Río sustituyó a Contadora (ya convertido en Grupo de los Ocho), con la incorporación de los países sudamericanos que hasta ese momento no lo integraban, más la Comunidad del Caribe y los países de Centroamérica. En 2008 adquirió su actual fisonomía con la incorporación de Guyana, Haití y Cuba, y en 2010 durante la celebración de su 21 reunión, la Cumbre de la Unidad en la Rivera Maya, dio el paso definitivo al generar la nueva Comunidad de Estados. Son dos décadas y media de lenta construcción que culmina un proceso iniciado cuando la ofensiva imperial contra Nicaragua, El Salvador y Guatemala parecía omnipotente, que cuaja cuando se vive una coyuntura nueva.
La Declaración de Cancún, suscrita por los 32 presidentes (con la única ausencia de Honduras), señala que el objetivo del nuevo organismo es ''profundizar la integración política, económica, social y cultural de nuestra región'', defender el ''multilateralismo'' y ''pronunciarse sobre los grandes temas y acontecimientos de la agenda global''.
En el apartado dedicado a crisis económica promueve la creación de una nueva arquitectura financiera regional o subregional, incluyendo la posibilidad de realizar pagos en monedas nacionales y evaluar la creación de una moneda común, así como la cooperación entre bancos nacionales y regionales de fomento. Un claro énfasis en la integración, sin establecer plazos, puede rastrearse en el espíritu del documento. Sin embargo, los dos aspectos centrales y los más concretos que firmaron los presidentes son los apartados dedicados a ''energía'' y a la ''integración física en infraestructura''. Se propone enfrentar los desafíos energéticos promoviendo la expansión de fuentes de energía renovables y ''promoviendo el intercambio de experiencias y transferencia de tecnología sobre programas nacionales de biocombustibles'', entre otros, para permitir a ''las economías más pequeñas y los países menos desarrollados alcanzar un acceso justo, equilibrado y constante a las diversas formas de energía''.
Respecto de la infraestructura, se propone intensificar las obras para la conectividad y el transporte aéreo, marítimo, fluvial y terrestre, así como el transporte multimodal. Quien dice integración vía obras de infraestructura y biocombustibles, dice Brasil, país que lidera a la región en ambos rubros y es el primer productor mundial de etanol, a la par de Estados Unidos.
Pero el documento dedica un apartado a ''desastres naturales'', en el que llama a crear mecanismos para ''dar una respuesta regional rápida, adecuada y coordinada a los mismos''. También aquí puede verse la mano brasileña, escaldada doblemente luego de la anémica reacción de la OEA en Honduras y de la brutal intervención-invasión de la Cuarta Flota en Haití. Aunque la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe es aún una declaración de intenciones, que habrá de dar sus primeros y verdaderos pasos en las cumbres de Caracas (2011) y Chile (2012), cuando deberá dotarse de estatutos, el hecho de que se haya puesto en marcha es lo más significativo. Su creación debe leerse desde tres ángulos.
En el tiempo corto representa un freno al reposicionamiento de Estados Unidos en Colombia y Panamá con 11 bases militares, pero también en Honduras y Haití. Recordemos que cuando se produjo el ataque de Colombia a Ecuador, primero de marzo de 2008, con el bombardeo del campamento de Raúl Reyes, se aceleraron los tiempos que llevaron a la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y del Consejo de Defensa Suramericano. El segundo tema se relaciona con el tiempo largo: la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe completa el largo ciclo de autonomización respecto del centro imperial. No es casual que los dos pasos se dieran en momentos de graves tensiones: guerras centroamericanas, hace 25 años; crisis económica y polarización mundial, ahora.
La tercera cuestión tiene carácter geopolítico. México y Centroamérica ya no estarán tironeados sólo desde el norte. El bloque regional tiene muchos problemas y contradicciones internas que lo harán caminar lentamente. Nada de eso le impidió tomar cuerpo desde comienzos de los años 80 del siglo pasado, en una situación de mucho mayor peso y presencia de Estados Unidos, luego ampliarse y, ahora, comenzar a consolidarse. El tiempo largo hace su trabajo; lenta, pero inexorablemente, pulveriza el tiempo corto.
Comentarios, críticas o sugerencias:
“¡PRONTO MÉXICO SE LIBERARÁ!”, ANIMA EVO MORALES A LOS REVOLUCIONARIOS DEL PAÍS
El presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, emitió ayer un mensaje a los movimientos indígenas, sociales, obreros e intelectuales, así como a los revolucionarios del país: “Mucha fuerza. ¡Pronto México se liberará!” En un discurso largamente ovacionado por miles de personas que desbordaron el jardín Hidalgo de Coyoacán, el mandatario sostuvo que es posible liberar a América Latina del control de Estados Unidos si hay unidad y organización:
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CARLOS MONTEMAYOR
Es uno de los pilares de la literatura y el pensamiento político del México contemporáneo. En su brillante obra narrativa, poética y ensayística, Montemayor investigó los movimientos guerrilleros en México y dedicó gran parte de su trabajo crítico a la literatura actual y tradicional en varias lenguas indígenas, cuyas obras son determinantes para entender la problemática actual del país.
Para el historiador Miguel León-Portilla, Montemayor fue un crítico severo de la realidad y analizó la problemática social del país con agudeza y profundidad, pero también fue un hombre comprometido con su tiempo, los indígenas, sus causas y su lengua. “En suma, un gran mexicano”. Estos elementos, dijo, se reflejan en su extraordinaria obra. Pero su labor se extendió, añadió, y creó talleres para escritores en lenguas indígenas que les permitió transcribir sus textos al castellano. Para el antropólogo Rodolfo Stavenhagen, el trabajo de Montemayor es importante para revalorar las lenguas indígenas, desde el punto de vista de la literatura.
Carlos Montemayor nació en Parral, Chihuahua, el 13 de junio de 1947. Maestro en Letras Iberoamericanas, fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Real Academia Española y de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas. Trabajó como jefe de redacción de la Revista de la Universidad de México en 1974.
Incansable difusor de la cultura, prologó los libros Ifigenia, cruel de Alfonso Reyes, Desolación de Gabriela Mistral y El pálido pie de Lulú de Hernán Lavín Cerda, entre otros. Realizó antologías sobre Rubén Bonifaz Nuño y Luis de Camões; la traducción de Safo, de Fernando Pessoa, y ensayos literarios sobre la obra de Adolfo Bioy Casares, Ezra Pound y Vicente Huidobro.
Fue políglota y hablaba inglés, el griego arcaico, clásico, vulgar, y latín. Una vez confesó que su primera vocación fue la música, donde incursionó como guitarrista, pianista y tenor. “Sólo canto aquello que siento y en lo que creo. Soy incapaz de cantar una frase que no sienta real o que no me suene verdadera”, dijo.
.En diversas entrevistas dijo que para elaborar sus novelas siempre recurrió a la investigación histórica; sin embargo no por ello puede encasillarse su obra en este género, porque hay imaginación y
Para Montemayor, el diálogo fue una herramienta que podía dar o arrebatar la vida a un texto y aseguró que algunos escritores mexicanos escribieron como si conversaran, como Juan José Arreola, a quien siempre consideró un conversador genial. “Su libro La feria es una conversación perfecta”, dijo. Y destacó que tanto Agustín Yánez como Juan Rulfo también lo fueron.
Caracterizado por su activismo social en favor de los grupos más vulnerables de México, en su libro Tarahumara se encuentra el compendio más completo sobre los rarámuris de la sierra de Chihuahua. Su interés por las lenguas indígenas inició en 1979 con la preparación de una antología sobre cuentistas oaxaqueños. “Al realizar este trabajo, el impacto fue tan determinante que nunca pude despegarme del estudio de las lenguas indígenas”, detalló en su libro Encuentros en Oaxaca.
De esta manera, escribió en el prefacio del Diccionario del Tzeltal, es “imposible desligar el conocimiento lingüístico de la cultura que una lengua ilumina. Los idiomas no son mecanismos cuyas partes puedan intercambiarse automáticamente. Cada idioma posee un secreto del mundo y nos enseña a comprenderlo de diferente manera. Imposible entender a la humanidad a partir de un solo idioma. Imposible entender a México así. No podrá respetarse a un ser humano, a un pueblo, a un país, sin que se respete y se reconozca su lengua”.
En su libro La literatura actual en las lenguas indígenas de México escribió acerca de la discriminación idiomática y afirmó que “el náhuatl es un sistema lingüístico tan complejo como el alemán; el maya es un sistema tan complejo como el francés; el zapoteco lo es como el italiano; el purépecha como el griego o el español o el inglés lo son, como el ñahñú y el mazateco”.
Como parte de su actividad por las causas sociales de nuestro país, Montemayor integró la Comisión de Intermediación, cuyo fin era promover el diálogo entre el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el gobierno federal, para tratar en particular el tema de la desaparición de dos de sus miembros: Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez.
Estudió guitarra y dominó algunas obras de Tárrega, Schumann, Scarlatti, Vivaldi y William Byrd. Ofreció conciertos con la Orquesta Sinfónica de Cuba y en el Bellagio Study and Conference Center de Villa Serbelloni de la Fundación Rockefeller. Perfeccionó sus estudios musicales en la Escuela Superior de Música y en el Conservatorio de Canto de España. Montemayor grabó los álbumes El último romántico; Canciones napolitanas e italianas y Canciones de María Grever. Como tenor estuvo en la sala Netzahualcóyotl, en la edición X del Festival Cervantino y en la Sala Ollin Yoliztli.
Entre sus principales obras están Guerra en el paraíso, un relato de los hechos violentos vividos en México a principios de los años setenta abordando la figura de Lucio Cabañas; Mal de piedra donde remite a una de las constantes de Parral, su pueblo natal: la minería. Lo mismo que en Minas del retorno, donde rompe con la tradicional novela lineal. Está por salir a la venta su libro La violencia de Estado en México y después su última novela, Las mujeres del alba. Además de dos nuevos discos que fueron grabados con el pianista Antonio Bravo.
Publicado en http://noticias.universia.net.mx
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